Un deporte que mejora la calidad de vida de personas con discapacidades y trastorno de estrés post-traumático y que inspira viajes alrededor del mundo
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Tracy Schmitt pasó años tratando de encontrar un instructor de buceo. Es una navegante competitiva, esquiadora y alpinista, pero cada tienda de buceo a la que se acercaba se negaba a considerar la idea de que calificaba como aprendiz.
“Tuve miles de conversaciones, tratando de ser persuasiva”, dice Schmitt. “Ni siquiera para ser aceptada, sino solo para poner un pie en la puerta”.
Schmitt nació con una amputación cuádruple. Su discapacidad eclipsó sus logros, como capitanear barcos de 110 pies en el Atlántico oriental, y los instructores asumían que enseñarle a bucear sería imposible.
“No podían imaginarlo: sin piernas y sin brazo izquierdo, y mi brazo derecho con solo un dedo, ¿cómo lo haría?” dice Schmitt. “Resumiendo, hoy soy una buceadora avanzada y estoy por realizar mi inmersión número 100″. Acaba de regresar de un viaje a Egipto, donde se sumergió en el Mar Rojo.
Para las personas que no viven con una discapacidad, aprender a bucear es tan simple como ir al lugar indicado y pagar. La actividad (o deporte, pasatiempo o estilo de vida, según con quién hables) inspira a los buzos a viajar por el mundo en busca de sitios de primer nivel.
Pero como experimentó Schmitt, no todas las tiendas de buceo tienen la capacitación, el equipo o la iniciativa para recibir a todos los aprendices. Eso es algo que los entusiastas de este deporte están trabajando para cambiar a medida que más personas descubren el buceo y sus beneficios terapéuticos.
‘Me volví a sentir yo misma’
Cody Unser creció en una familia de buceadores, pero se enfermó antes de tener la edad suficiente para unirse a ellos en el agua. A los 12 años, Unser desarrolló mielitis transversa (MT), una rara enfermedad autoinmune que la dejó paralizada de la cintura para abajo.
Mientras se adaptaba a su “nueva pesadilla”, Unser luchó contra la depresión. “Pensaba que nada era posible”, dice Unser. “Me apuñalaba las piernas con bolígrafos. Me tiraba al suelo desde la cama. Todos los discapacitados tenemos días oscuros”.
Su hermano Al se preocupaba de que su hermana se estuviera deprimiendo. Le enseñó a Unser a hacer wheelies en su silla e indignó al personal del centro de rehabilitación al desafiar a su hermana a carreras en silla de ruedas. Finalmente, la convenció de probar el buceo.
Entre ponerse un traje de neopreno, aprender las técnicas y manejar el equipo, el buceo fue un desafío para Unser. Pero a diferencia de las otras habilidades difíciles que tuvo que aprender a partir de su parálisis, los aspectos elementales del buceo eran divertidos. Y cuando se sumergió bajo el agua, se volvió más que divertido.
“El mundo entero se vuelve silencioso y tus preocupaciones simplemente se desvanecen”, dice ella. “Era la primera vez que volvía a sentirme yo misma”.
El aprendizaje del buceo se divide en tres partes. Está la parte académica en la que los estudiantes toman “buceo 101″ en línea o en un aula. El segundo paso se lleva a cabo en aguas confinadas donde un instructor enseña a los estudiantes las habilidades esenciales. La tercera etapa del entrenamiento es en aguas abiertas: en el mar, un lago o una cantera.
Para los estudiantes de buceo con discapacidades, el entrenamiento puede presentar desafíos adicionales. Afortunadamente, no existe una forma única de bucear, y la industria fomenta el ajuste de las técnicas para que el deporte sea más accesible. Siempre que los aprendices puedan demostrar que pueden realizar habilidades específicas, como ingresar al agua de manera segura o comunicarse bajo el agua, pueden bucear.
“Cómo lográs los objetivos de desempeño no es el punto. El punto es que los logres”, dice Kristin Valette-Wirth, portavoz de la Asociación Profesional de Instructores de Buceo (PADI) en todo el mundo.
En 2018, PADI lanzó un curso de técnicas de adaptación que enseña cómo modificar las configuraciones del equipamiento y desarrollar las habilidades de cada buzo en función de sus necesidades.
Por ejemplo, Unser y su instructor encontraron formas de adaptar parte del proceso de certificación —la rotación con patas de rana— mediante el uso de manoplas . Algunos buzos ajustan la forma en que ingresan al agua para una inmersión, usando un giro modificado en lugar de un “paso gigante”.
Schmitt ha trabajado con su instructor de toda la vida, Hubert Chrétien, fundador de Freedom en Depth Canada, para encontrar adaptaciones que funcionen para ella. A lo largo de los años han personalizado equipamiento, diseñando trajes de neopreno a su medida, encontrando un dispositivo que la ayude a taparse la nariz para igualar la presión del aire mientras bucea y atando aletas a sus pantorrillas para nadar a través de corrientes más fuertes.
Con los ajustes correctos, el resultado final es una mejor experiencia de buceo para Schmitt. “Soy eternamente feliz”, dice ella. “Estoy completamente presente y completamente absorta una vez que estoy bajo el agua buceando. Es mágico.”
Beneficios respaldados por la ciencia
El silencio es parte de lo que hace que el buceo sea una terapia tan poderosa para personas con discapacidades y personas con trastorno de estrés postraumático (TEPT).
“Si alguien está experimentando un trauma, su cerebro está constantemente híper vigilante”, dice Christine Norton, una profesional certificada en trauma clínico y clínicas de aventura. “Si estás bajo el agua, puedes calmar algo de eso y enfocarte”.
Norton también dice que las demandas de monitorear el equipamiento, comunicarse con los compañeros de buceo y ejercitar técnicas mantienen al cerebro ocupado de una manera constructiva.
Como profesor de la Universidad Estatal de Texas, Norton se involucró en Operation SCUBA, un programa piloto de aventuras al aire libre que ofrecía a los veteranos la oportunidad de aprender buceo con adaptación. Estudió el impacto y concluyó que el programa y conceptos similares tienen un beneficio terapéutico “al trabajar la resistencia, el apoyo a los compañeros y una conexión más profunda con uno mismo, los demás y el mundo natural”.
Cuando Unser comenzó a bucear, los beneficios terapéuticos quedaron claros.
Después de obtener la certificación, Unser se sintió capaz de aprender a manejar un auto. Dejó la educación a distancia y volvió a la escuela secundaria. Ella y su madre iniciaron la Fundación Cody Unser First Step para crear conciencia sobre la mielitis y “Cody’s Great Scuba Adventures”, un programa de calidad de vida para patrocinar a personas con discapacidades para que obtengan la certificación con un ser querido en un lugar tropical como México, Bahamas y Florida. (Bucear en agua tibia es crucial para las personas con lesiones de la médula espinal porque el agua fría puede provocar espasmos).
Unser también instó a sus médicos en el Hospital Johns Hopkins y el Instituto Kennedy Krieger a realizar un estudio sobre el impacto neurológico y psicológico del buceo.
Cuando buceaba, “comencé a sentir sensaciones en profundidad”, dice. “Me hormigueaban las piernas, sentía más mi vejiga… Sabía que algo estaba pasando bajo el agua y escuchaba de otras personas que buceaban con una discapacidad que estaban experimentando lo mismo”.
En 2011, el equipo de investigadores y un grupo de veteranos con lesiones en la médula espinal viajaron a las Islas Caimán para una certificación de buceo de cuatro días. Según el comunicado de prensa de Johns Hopkins, los participantes experimentaron “una mejora significativa en el movimiento muscular, mayor sensibilidad al tacto ligero y pinchazos en las piernas, y grandes reducciones en los síntomas del trastorno de estrés postraumático. (TEPT)”.
Si bien los médicos reconocieron que los resultados del pequeño estudio eran preliminares, calificaron los hallazgos de dramáticos.
Unser espera que la investigación de los beneficios para la salud del buceo ayude a legitimar la actividad más allá del estatus de pasatiempo. Esa distinción es crucial para organizaciones sin fines de lucro como la suya que necesitan ayuda para recaudar dinero para capacitación, viajes y equipos.
“La financiación siempre ha sido un desafío”, dice Unser. “Cuando solicitamos subvenciones, no reconocen que el buceo es algo terapéutico para alguien con una discapacidad. Simplemente lo descartan como un deporte recreativo”.
Un refugio para veteranos
En el Centro Recreativo George Washington en Alexandria, Virginia, los estudiantes e instructores se reúnen para bucear en una piscina cubierta. Más allá de su interés por el buceo, muchos comparten antecedentes militares, como el veterano del ejército Chris Lee.
Lee descubrió el buceo por primera vez en 1994 mientras estaba estacionado en Panamá. Regresó a él a través de Patriot Scuba en 2012 y descubrió que lo ayudó inmensamente con las heridas físicas y psicológicas de sus 22 años de servicio.
“Si estoy sentado aquí, me duele mucho la espalda. Si estoy bajo el agua, no hay nada”, dice Lee. “Tengo problemas con mi cerebro acelerado, cosas así, mucha gente los tiene. Cuando estoy bajo el agua, estoy cómodo. Estoy enfocado.”
La mayoría de los buzos que se reúnen en el George Washington Rec Center tienen lesiones musculoesqueléticas. “Pero muchas son lesiones emocionales”, dice Robert Taradash, un buzo e instructor de apoyo adaptativo y director ejecutivo de Patriots for Disabled Divers (PFDD) , una organización sin fines de lucro que entrena a heridos y veteranos militares y trabaja con Patriot Scuba.
Taradash agrega: “El TEPT, la lesión cerebral traumática: probablemente más de la mitad de los buzos que sometemos a nuestro programa tienen cicatrices emocionales”.
Después de los 34 años de Taradash en el ejército, fue a Patriot Scuba para certificar a su hija como regalo de graduación de la escuela secundaria. En el taller, se enteró de que, como veterano discapacitado, calificaba para recibir instrucción a través de Patriots for Disabled Divers. Cuando obtuvo su certificación, Taradash quedó asombrado por el efecto que tuvo en él.
“Lo único que puedes escuchar es tu propia respiración, y si alguna vez aprendiste sobre el TEPT y la ansiedad, se trata en gran medida de concentrarte y controlar tu respiración, calmarte”, dice Taradash. “Todas esas sensaciones se intensifican bajo el agua... realmente te enfoca”.
Tanto él como Lee se convirtieron en instructores certificados de buceo adaptativo PADI e instructores de la Asociación de Buceo para Discapacitados (HSA). Viajan y bucean con buzos con discapacidad en lugares como el acuario de Georgia, las Bahamas y las Islas Galápagos.
Un viaje particularmente especial fue a California para obtener la certificación del veterano del ejército Bryan Anderson. Taradash había sido comandante del batallón de Anderson en Irak, donde el soldado sufrió una triple amputación en 2005.
Durante la pandemia, Anderson comenzó su entrenamiento online desde su hogar en Chicago y luego completó su entrenamiento de buceo confinado en Washington DC. Finalmente, viajó a la isla Catalina para la etapa de aguas abiertas de su certificación con Taradash. La experiencia fue hermosa, divertida y terapéutica, dice Anderson.
“Estás en el agua como todos los demás, todos los peces y animales, aunque yo tenga una triple amputación”, dice. “Estar en el agua me hizo sentir que era parte de ella y que no era diferente de ninguna manera”.
Para aquellos que quieran probar el buceo, Unser dice que busquen su tienda local de buceo PADI y pregunten si hay alguien en el personal que tenga capacitación en técnicas de adaptación. Cuando no haya un instructor adecuado disponible, anima a los aspirantes a buceadores a ponerse en contacto con su fundación.
“No dejaré ir a nadie sin obtener la certificación o hacer que suceda”, dice ella. “Hay otras organizaciones sin fines de lucro que están haciendo lo que hacemos con la fundación”.
El hecho de que Unser pueda apoyar personalmente a un buceador nuevo o encontrar otra forma de ayudar no cambia su misión general: hacer que todas las tiendas de buceo sean accesibles para las personas con discapacidades. “Solo tenemos que alentar a más instructores a capacitarse para enseñar a alguien con una discapacidad”, explica.
“A nadie se le debe decir ‘no’”, dice Unser. “El buceo me dijo ‘sí’. Eso es lo que me ha dado el buceo, y eso es lo que quiero darles a todos los que tienen una discapacidad en el mundo”.
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