Nació en la década del 40, la utilizó el ejército israelí y se basa en el combate cuerpo a cuerpo, la autoprotección y el contraataque; también trabaja sobre el coraje y la fortaleza
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Cuando en 1930 Imi Lichtenfeld, un boxeador de pura cepa de origen húngaro, le empezó a enseñar a la comunidad judía de Budapest técnicas de box para tener herramientas de defensa personal ante la escalada de violencia antisemita que acechaba en el país, jamás tomó dimensión de que esta situación sería el disparador para crear su propio método de autocuidado.
Entrada la década del 40 y consternado por la poca efectividad que tenían estas tácticas de lucha deportiva, confeccionó un sistema de protección personal, específicamente de combate cuerpo a cuerpo que llamó Krav Magá. Luego fue utilizado para formar y capacitar a los grupos de élite israelíes para pelear por la independencia de esta nación. En 1964 y gracias a su eficacia, se lo empezó a implementar para entrenar al resto de las fuerzas armadas, al personal de seguridad incluso, a la sociedad civil de Israel.
Rápidamente el mundo entero puso la vista en esta novedosa técnica y la comenzó a demandar, razón por la que Lichtenfeld eligió a tres de sus alumnos para que viajaran al extranjero y difundieran los conocimientos del Krav Magá. Uno de ellos fue el israelí Kobi Lichtenchtein, encargado de traer esta práctica a América del Sur. En la actualidad, el alcance de esta técnica de defensa es total: existen instituciones para que aquellos que lo deseen, puedan aprenderla y nutrirse de herramientas de cuidado personal.
Simple, rápida y objetiva, la propuesta de esta disciplina se funda en los principios de autoprotección y contraataque. “Se trata de darle a cualquier persona independientemente del sexo, edad o estado físico, la capacidad y las herramientas para defenderse contra todo tipo de agresión: armada o desarmada, contra uno o varios adversarios y, de pie o en el suelo”, explica Lucien Terroir, profesor de la Federación Sudamericana de Krav Magá y alumno de Lichtenchtein.
La técnica tiene como objetivo “potenciar los movimientos naturales del cuerpo humano y aumentar su reacción”, profundiza Terroir. Estas acciones se caracterizan por ser cortas y ágiles, utilizando la transferencia del peso y la fuerza explosiva. Palancas, bloqueos, desvíos y patadas son fundamentales y su finalidad es “alcanzar los puntos sensibles del cuerpo del agresor donde se concentra una alta cantidad de nervios, por ejemplo, ojos, nariz, garganta y región genital”, ahonda el entrenador. Esta característica de la técnica “permite erradicar la necesidad de usar la fuerza bruta y que una persona un poco más débil pueda confrontar a un agresor más fuerte físicamente”, añade. Entre las ventajas de esta disciplina, comenta Terroir, se destaca que se gana agilidad, resistencia, coordinación y flexibilidad.
Otra de las grandes virtudes del Krav Magá es que todo aquel que lo desee lo puede aprender. “Con cada grupo poblacional se entrenarán situaciones respectivas a su estilo de vida y a los obstáculos con los que se pueda llegar a enfrentar. Buscamos brindar soluciones a los problemas cotidianos y episodios de violencia en la calle o en las casas. Trabajamos desde cómo deshacernos de alguien que por ejemplo te agarra del pelo o el brazo, hasta casos donde alguien se presenta con cuchillos”, indica Terroir.
Sin reglas ni competencias
En busca del crecimiento y la fortaleza personal, esta disciplina trabaja sobre distintos pilares: el coraje, el equilibrio emocional, la paciencia y el respeto, desarrollados a partir del entrenamiento físico. “Todo esto hace que generes confianza para enfrentar la vida y creas en vos mismo y en todo lo que sos capaz de hacer”, aclara Terroir. Por esta razón, “en esta técnica no existen reglas, jueces ni competencias, por el contrario, nuestra medalla es la integridad física y mental. La competencia es interna, siempre en busca de sacar lo mejor de nosotros”, suma Kobi Lichtenchtein, uno de los primeros alumnos de Imi Lichtenfeld, quien además fue excombatiente de las Fuerzas de Defensa de Israel y el encargado de introducir el Krav Magá en América Latina.
Durante los entrenamientos se busca simular posibles situaciones reales de violencia. Una clase promedio dura una hora y se la recomienda realizar dos veces por semana.
En el Krav Magá se utiliza un sistema de graduación por cinturones de colores; son siete niveles: blanco, amarillo, naranja, rojo, verde, marrón y negro. Sin embargo, “aunque hay exámenes para pasar de nivel, el cinturón es una herramienta didáctica y no el objetivo final de esta técnica”, aclara Terroir y explica que con tres meses de entrenamiento “ya vas a cambiar tu visión de la defensa personal y tras un año de práctica, dispondrás de toda la información del Krav Magá para poder defenderte”, menciona el entrenador.
Consultado acerca de la diferencia entre el Krav Magá y un arte marcial tradicional, Terroir cuenta que el entrenamiento del primero es muy claro y preciso: está enfocado en preparar a las personas para defenderse y escapar de situaciones puntuales donde apremia el peligro, a diferencia de por ejemplo el boxeo que requiere de un conocimiento y una preparación más avanzada y específica para inhabilitar al contrincante. Además, el Krav Magá está lejos de tener un tinte espiritual.
Otra de las grandes diferencias, apunta Terroir, es que la mayoría de las artes marciales convencionales obedecen a reglas y el Krav Magá no: “En el judo, por ejemplo, se trabaja agarrándose del kimono del contrincante para tirarlo al piso, en el jiu jitsu brasilero se combate solamente en el piso, en el taekwondo el enfoque está puesto en las piernas y las patadas altas, en el boxeo se trabaja con las manos”, detalla y revela que la única bajada de línea en el Krav Magá es “llegar entero a casa”.
En esta disciplina, “no hay obligación de trabajar con las piernas o de tirarse al piso; cada uno puede hacer lo que tenga a su disposición a costa de su integridad física. El fin último es velar por la seguridad personal”, arremete Terroir.
Por último y al igual que en toda práctica deportiva, esta técnica de defensa personal brinda constancia y disciplina.
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