Con el paso de los años y las distintas vivencias, las personas pierden su estructura original, la biomecánica aplicada al movimiento trata de recuperarla para lograr mayor bienestar físico y emocional
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¿Por qué es necesario regresar nuestro cuerpo a su eje? Todo lo que vivimos está impreso en él, es nuestro filtro con el mundo, y al buscar su forma original, progresivamente, podemos liberarlo de su carga. “Es nuestra memoria”, dice Teresa Zalazar, médica cirujana y especialista en rehabilitación (M.N. 104907) y creadora del método de Biomecánica Aplicada al movimiento (BAM), es decir que todo lo que nos pasa en la vida tiene una historia en el cuerpo.
“Lleva impresa nuestra vida y experiencias y la forma que adopta está condicionada por lo que nos ha pasado desde que nacimos”, con esta reflexión Zalazar comienza el primer capítulo de Escrito en el Cuerpo, libro que publicó en 2021 en el que desarrolla su método. Sus páginas son una invitación a descubrir los secretos del cuerpo, a recuperar la forma perfecta de cada uno, pero también a permitir que fluyan los recuerdos y las vivencias que se alojaron en nuestra fisonomía a lo largo de la vida.
Para la autora, lamentablemente nos conocemos poco, “las personas saben del funcionamiento del auto más que cómo lo hace su propio organismo. Nuestra historia sería otra si nos enseñaran anatomía”, asegura. También considera que todo sería diferente si se considerara al ser humano como un ser global aceptando que todo lo que nos pasa es psicológico y orgánico a la vez. Somos seres completos y cuando algo duele el dolor atraviesa a la persona como un ser total. “Cuando nos duele algo, tanto a nivel físico como emocional, nos sentimos perturbados y nos convertimos en otro, no nos reconocemos”, aclara la especialista en rehabilitación. Y reflexiona “esta separación que hizo la medicina alopática entre lo que le pasa al cuerpo y a la mente, otras culturas y otras medicinas no la tienen. Si uno es atendido por un médico en Sri Lanka porque le duele alguna parte del cuerpo también le preguntan si está triste o si le pasó algo”, advierte.
En esta línea, la biomecánica aplicada al movimiento apunta a acercarse a la estructura original del cuerpo a partir de aprender a pensarnos como seres globales. El método que propone Zalazar busca devolverle a nuestro cuerpo su flexibilidad, quitarle aquello que lo oprime que viene de las vivencias acumuladas a lo largo del tiempo para sentirnos entonces más etéreos y livianos.
Los beneficios de volver al origen
El método de Zalazar está basado en los principios establecidos por la fisioterapeuta francesa Françoise Mézières en 1947, quien postuló un tratado biomecánico que dice la estructura determina la función y eso lo aplica a la anatomía. “Si vos tenés tu nuca con mucha tensión y la nuca tiene que tener una curva natural, pero la rectificas por la tensión, eso va a imprimir una fuerza distinta entre los discos intervertebrales, y puede comprimir un nervio que baja al brazo, entonces esa estructura que se pierde determina una función dolorosa”, describe Zalazar. El trabajo de la biomecánica lleva a reconstruir esta forma, “es como si uno tuviera un horizonte hacia el que va que es la forma anatómica, fisiológica humana, que, a través del tiempo, de las vivencias, de los traumatismos se modifica”, añade.
Esta práctica que propone llevar al cuerpo a través del movimiento hacia su eje, es aplicable a todas las personas desde niños hasta ancianos. “Si los hombros están altos vamos a hacer movimientos para que los hombros bajen y se coloquen en sus lugares articulares como corresponden. Si apretás las mandíbulas a la noche vamos a enseñarte movimientos para que liberes la tensión en las mandíbulas y para que puedas dormir y respirar mejor. Todo el movimiento busca restaurar la forma anatómica y cada uno lo hará dentro de sus posibilidades. Cuando uno se acerca a esa forma mejora la función estructural de manera que los órganos se posicionan diferente. Si tenés un diafragma corto que te comprime y te cambia de posición los pulmones y el corazón, vas a sentir el corazón en la boca todo el tiempo. En cambio, un diafragma que respira junto con los pulmones, que sube y que baja determina una respiración más tranquila, de manera que vas a oxigenar mejor tu cuerpo y vas a notar menos sensación de disnea o falta de aire al caminar porque la función orgánica mejora”, explica.
Cuando el cuerpo vuelve a su forma tiene una mejor disponibilidad, aumenta su flexibilidad, se liberan tensiones y se acercar a su organización fisiológica más libre. La técnica del BAM se organiza en sesiones individuales o grupales, que duran una hora y media. “En las sesiones también se aprende un poco de anatomía, porque si el objetivo es recuperar la forma necesitamos conocer cómo es nuestro cuerpo”, dice la autora.
En cada encuentro se aplica la anatomía al movimiento según los conceptos de Françoise Mézières que trabaja sobre la cadena muscular posterior (ubicada en la espalda, cintura, cola y parte posterior de las piernas). Mézières explica que la parte posterior del cuerpo siempre está rígida, el trabajo se basa en flexibilizar esa musculatura a la vez que genera más fuerza y potenciar la parte anterior. “Si bien los beneficios se ven en el tiempo, en la primera sesión ya se percibe un cambio, la persona se encuentra más flexible, respira mejor, tiene más energía. A la vez, empieza a tener más conciencia de su cuerpo y más idea de lo que le pasa”, finaliza Zalazar.
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