Es el hábito que permitirá alcanzar los sueños: implica ponerse un objetivo y poder realizar los pasos hasta lograrlo
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Tiene mala prensa. El concepto de disciplina suele asociarse con rigor militar y costumbres estrictas. Pero es muchísimo más que ser capaz de obedecer órdenes. La disciplina es, ni más ni menos, el hábito que permitirá alcanzar los sueños.
Ser disciplinado significa ser capaz de trazar un plan y cumplirlo hasta la meta. Implica ponerse un objetivo y poder realizar los pasos hasta lograrlo. Decirlo suena fácil, pero en la práctica es complejo. Para no frustrarse al primer intento hay algunos trucos. El primero es setearse un objetivo no demasiado ambicioso. Por ejemplo, irse a dormir una hora más temprano. Puede costar, pero es realizable. Conforme se vaya logrando y cada mañana uno se despierte un poco más fresco y descansado, seguramente empiece a instaurarse como hábito. Lo sencillo permite lograr pequeños triunfos que cimientan la autoestima y hacen sentirse capaz de mayores esfuerzos.
Otro truco es no escuchar las voces detractoras. Siempre hay gente que, cuando ve que alguien está intentando algo nuevo (algo que tal vez ellos querrían lograr, pero no pueden o no se animan), critican y minimizan la actitud. Hacer oídos sordos. Que la inseguridad de los otros no lo tome a uno. Y, en todo caso, ¡tratar de contagiar esta actitud proactiva! Si, por ejemplo, uno se propuso empezar a hacer deporte, invitar a ese amigo que pronostica el fracaso con una sonrisita canchera a caminar dos mañanas por semana. Pocas cosas incentivan más que un propósito compartido.
La cuestión de aplicar la disciplina de la mano de un plan no es un punto menor. Esto permite que no solo estemos hablando de manejarnos bajo ciertos parámetros, sino sobre todo, de hacerlo de acuerdo con ciertos pasos.
En la alimentación, por ejemplo, permite organizar nuestras comidas para que elegir alimentos saludables sea la opción más simple y fácil. Porque si se hizo la compra pensando en comer mejor y armando un menú semanal, lo más a mano será sabroso y nutritivo, y no un insulso paquete de papas fritas. La disciplina no será un látigo sino la opción obvia.
Lo mismo vale para el deporte. Organizarse un plan de sesiones es mucho más motivante que simplemente decir “esta semana debería entrenar”. Uno tiene una fecha concreta. ¿Se ve la diferencia? Primero, el plan. Segundo, la disciplina para cumplirlo. Y tercero, ¡el hábito que cambia la vida!
*Coach, trainer y escritor.
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