Cada vez son más los que se suman a esta disciplina de aventura que pone a prueba el carácter y la fortaleza mental y física
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El agobiante calor sumado a la pesadez de la arena que dificulta la pisada pueden convertir a la experiencia en un desafío que pone a prueba el carácter y la resistencia mental y física.
Sin embargo, cada vez son más los que se suman a esta modalidad de carreras de aventura que tienen a los médanos, las dunas y el desierto como escenarios protagonistas de diferentes tipos de competencias deportivas. La arena por sobre el nivel de los 25 cm, es decir, solo arena, es una de las mayores complejidades que presentan este tipo de terrenos.
Bajo esa demanda, el desgaste muscular aumenta casi un 15% más. Y va en alza de acuerdo al tiempo o trayecto que sea necesario cubrir. “Por ejemplo, si hay un trecho de 8km en este tipo de terreno, con ascensos y descensos como posibles variables, el desgaste en proporción al tiempo de cobertura se amplía. Hay menos terreno que cubrir, pero aumenta el tiempo en carrera y, por ende, también el desgaste físico”, asegura Manuel Gamboa, un corredor chileno con experiencia en este tipo de superficies.
Un órgano a prueba
Ante una disciplina física de largo alcance, que se va a realizar sobre un suelo blando y bajo temperaturas extremas, el corazón se pone a prueba. Tendrá que enfrentar la consecuencia de ese tipo de esfuerzo físico y de sometimiento medioambiental. Y es el sector de médanos con arena muy blanda el que supone muchísimo esfuerzo físico para los músculos.
“El corazón va a necesitar mayor bombeo y mayor entrega de sangre, que es la responsable de aportar a esos músculos los nutrientes y el oxígeno para la realización de la actividad. Con una temperatura y humedad altas, el organismo necesita eliminar el calor que se forma por la mecánica muscular en uso y una condición ambiental adversa. Esto implica que va a latir más rápido para tratar de hacer pasar la sangre por la piel a mayor velocidad y, como consecuencia, eliminar calor con esta acción. En ese sentido, la tarea que se le exige a nuestro corazón es extrema”, explica el médico cardiólogo Dr. Luis Cicco (M.N. 81369), miembro de la Federación Argentina de Cardiología (FAC).
Conscientes de esa demanda, los corredores que eligen este tipo de carreras prefieren los terrenos mixtos, donde las superficies más sólidas con rocas, permiten un paso más limpio y de mejor amortiguación y desempeño. Aunque no siempre es algo posible y factible de encontrar.
De todos modos, en la oferta de eventos, hay para elegir de acuerdo a los gustos personales las distancias preferidas y los destinos con esas propuestas.
Competencias en el mundo
La Marathon des Sables (Maratón de las Arenas), que se realiza de manera ininterrumpida en el desierto del Sahara marroquí desde 1986 es una de las más conocidas y desafiantes. Aunque la primera edición contó con tan solo 23 participantes, hoy convoca a unos de 1.400 deportistas de elite de todo el planeta, que soportan y se exponen a situaciones extremas para llegar a la meta.
En total deben recorrer 250 kilómetros divididos por tramos durante una semana. Son cinco etapas de entre 20 y 40 kilómetros cada una y una etapa de unos 80 kilómetros. ¿El camino? Llanuras, lagos secos, montañas, bancos de arena, tramos de rocas, con subidas y bajadas y pendientes pronunciadas. Pero el detalle extra que suma este evento es la amplitud térmica que ronda los 40 grados durante el día y baja drásticamente en la noche.
Solo por mencionar a algunas, en Chile tienen una de formato similar. The Four Deserts (RacingThePlanet), es una carrera de autosuficiencia, en la que el competidor debe llevar consigo la cantidad de agua para casi el trayecto completo. Desde luego, cuenta con checkpoints donde los corredores son evaluados por un médico y asistidos en los casos necesarios, pero su sistema de hidratación de dromedarios y alimentación extra, supone que, en promedio, traslade unos 10 kg. por 250 km.
En Argentina, la Maratón del Desierto que se realiza hace 23 años y de forma ininterrumpida en Pinamar, ya es un clásico de todos los veranos. Ubicada al norte de la ciudad costera, la zona de los médanos de esa localidad balnearia es comparable, según la organización, a Nihuil en Mendoza o Fiambalá en Catamarca.
La competencia alterna un circuito de aventura, en el que hay que atravesar médanos y senderos, a metros del mar con tramos donde se atraviesa el bosque. “Sin dudas, la trepada a la última cadena de médanos es el tramo más difícil del recorrido. Se sube perpendicularmente y es necesario trepar con las manos. Ese último esfuerzo se suma a los 6km ya acumulados. Luego llegan los 2km finales hasta alcanzar la meta”, asegura Pablo Sosa, organizador desde 2001 del evento.
Todo está organizado para que el corredor pueda vivir y disfrutar de la experiencia de principio a fin. Un equipo de emergencia experimentado, conocimiento del terreno, vehículos 4x4 ubicados en diferentes puntos para una clara visualización de los participantes, comunicación (sistema VHF) y plan de evacuación previsto y coordinado con el área de salud del municipio son algunos de los aspectos que se tienen en cuenta en el detrás de escena.
El año pasado, la ganadora fue la atleta argentina Valeria Sesto. Radicada en un pequeño pueblo de Inglaterra, corrió descalza y a sus 50 años tardó 58 minutos en sortear los 10km de dunas y correr sobre la arena, en dirección a Costa Esmeralda. Aunque es una corredora con experiencia, a esta carrera llegó por azar. Hacía tres años que no volvía al país por la pandemia. Pero el verano pasado regresó a la casa de sus padres en la zona norte de la provincia de Buenos Aires. Siempre había querido correr la maratón del desierto, en Pinamar.
Fue una odisea cumplir con su deseo. No conseguía pasajes para viajar a la costa. Sus tarjetas de crédito de Inglaterra no le funcionaban. A último momento, cerca de la medianoche, tomó un colectivo en San Isidro y llegó a tiempo para correr sobre la arena. Ante el asombro de todos, ganó.
El paisaje es increíble. Los médanos son enormes pero el disfrute es mayor. Aunque en los últimos kilómetros la competencia realmente se pone dura, ya en el tramo final, sobre la playa y junto al mar, al ver el arco de llegada uno se emociona”, destacó Marcelo Rodríguez, un corredor amateur de La Plata que se preparó con trabajos de fuerza, cambios de ritmo y planificación orientada a la competencia para poder trepar y traccionar sobre la arena.
Prevenir lesiones
La preparación adecuada es fundamental para evitar complicaciones y prevenir lesiones. Los inconvenientes más frecuentes en este tipo de carreras suelen ser los golpes de calor y las insolaciones. En las que son más extensas y en terreno que combina desierto y montaña, la altura suele ser un problema para quienes desconocen la localización geográfica. “Un competidor sin experiencia, al estar sobre 2.000 metros sobre el nivel del mar -para poner un ejemplo- va a sentir la diferencia de oxígeno en su performance. A esto se suma que suele haber falta de hidratación suficiente y los clásicos calambres por fatiga muscular y pérdida de minerales a través del sudor excesivo”, agrega Gamboa.
Como recuerda el cardiólogo Luis Cicco, los humanos somos homeotermos y luchamos por sostener nuestra temperatura entre 36 y 37ºC, independientemente de la que nos rodee. “Es importante que el profesional explique al paciente cómo va a responder el cuerpo, qué va a suceder con el rendimiento físico y cuál es la mejor forma de afrontarlo”, concluye.
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