Entre nogales y cerros, abrió una finca en el valle de Miranda, en Sañogasta, La Rioja, que ofrece visitas guiadas por los cultivos
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La idea asomó allá por 2016 en Córdoba, y reunió a un grupo interdisciplinario con el objetivo de “ejecutar cultivos cannábicos a escalas industriales”. Después de seis años de investigación, estudio y relevamiento de campo, en 2022 nació la primera finca de turismo cannábico en la Argentina, que además promueve una mayor educación sobre el cannabis para superar prejuicios y avanzar hacia una comprensión más informada y objetiva de sus usos y beneficios.
“La idea de desarrollar turismo cannábico surge a partir de la necesidad de acercar el cannabis medicinal a la gente, fusionando tres recursos claves: cannabis, gastronomía y naturaleza. Acercar el cannabis desde una mirada agronómica y sostenible con el medio ambiente. No sólo vemos a la planta como un insumo primario, sino que la vemos como un capital de exposición para educar y generar un atractivo para aquellas personas que no tengan la oportunidad de conocer un cultivo de cannabis medicinal”, señala Nicolás Vitullo, cofundador y director de la empresa UNGE junto a Ariel Dünkler y Horacio González di Rosa, que finalmente recaló en la provincia de La Rioja.
Es una finca de 8 hectáreas, distribuidas en 6 hectáreas de nogales y poco más de dos hectáreas dedicadas al cultivo experimental de cannabis medicinal, aún en etapa de investigación y desarrollo, un ecosistema inmerso en el valle de Miranda, en la localidad de Sañogasta, 20 minutos al oeste de la ciudad de Chilecito.
El modelo de cultivo de la finca está basado en prácticas agrícolas sostenibles a través del sistema de cultivo outdoor y una infraestructura complementaria, que cuenta con sala de germinado, centro propagativo, superficie de cultivo, reservorio de agua, diferentes sistemas y circuitos de riego, secadero, sala de curado y sala de almacenamiento.
Para más datos, la fecha de siembra en la Argentina se da en la primavera (esta última temporada sembraron 900 plantas), mientras que las cosechas suelen realizarse durante el otoño, entre marzo y mayo.
La primera finca de turismo cannábico del país abre sus puertas los fines de semana para dar a conocer de cerca el cultivo de cannabis medicinal y aprender sobre su cuidado y desarrollo. La propuesta incluye un recorrido guiado a lo largo del proceso de producción, con información detallada sobre cada etapa, y la posibilidad de hacer senderismo por caminos que atraviesan el bosque de nogales hasta puntos panorámicos en altura, sobre la Cuesta de Miranda.
Una vez finalizada la visita al campo de cultivo, los visitantes pueden disfrutar de su cocina de fuegos y coctelería de autor, rodeados de naturaleza y acompañados por el maravilloso entorno del valle.
“Para el turismo contamos también con una cabaña construida ecológicamente. Allí hay una galería con vista al cultivo. En el exterior se desprende de las piedras del cerro una cocina de fuegos al aire libre, y en el centro del salón, instalamos una obra de arte reciclado con ramas y maderas de la finca en formato de barra coctelera 360. También contamos con un deck suspendido con la mejor vista al cultivo, y senderos en altura que dan el toque de aventura. La finca cuenta con estacionamiento bajo nogales y pórticos de ingreso con más de 6 metros de altura, obra realizada por el artista Noel de Candido”, detalla Vitullo.
Es importante tener en cuenta que las entradas son limitadas y están sujetas a disponibilidad, por lo que se recomienda reservar con anticipación.
El cannabis sativa L. medicinal es una variedad de la familia cannabaceae que se utiliza con fines terapéuticos y medicinales. Sativa simplemente quiere decir sembrada y L refiere al botánico Carolus Linneaeus quien clasificó la especie.
“Esta planta contiene compuestos químicos conocidos como cannabinoides, que interactúan con el sistema endocannabinoide del cuerpo humano y pueden tener efectos beneficiosos para la salud. El cannabis sativa L. medicinal se ha utilizado durante siglos en diferentes culturas por sus propiedades medicinales. Los cannabinoides más conocidos son el tetrahidrocannabinol (THC) y el cannabidiol (CBD), aunque la planta contiene más de cien cannabinoides y otros compuestos activos”, sigue Vitullo.
A su vez, el THC es el compuesto responsable de los efectos psicoactivos del cannabis, mientras que el CBD no tiene propiedades psicoactivas y se ha asociado con diversos beneficios terapéuticos. Estos cannabinoides, junto con otros componentes de la planta, como terpenos y flavonoides, trabajan en conjunto para producir los efectos medicinales del cannabis.
“Es importante destacar que el uso del cannabis sativa L. medicinal debe realizarse bajo supervisión médica y siguiendo las pautas y regulaciones legales de cada país. Además, es fundamental dejar atrás los prejuicios y la prohibición en torno al cannabis medicinal, ya que su investigación y uso adecuado pueden brindar opciones terapéuticas valiosas para aquellos que buscan aliviar sus síntomas y mejorar su calidad de vida”, subraya el director de Unge.
Y añade: “El cannabis sativa L. medicinal se ha utilizado en el tratamiento de una amplia variedad de enfermedades y afecciones, como el dolor crónico, la esclerosis múltiple, la epilepsia, las náuseas asociadas a la quimioterapia, los trastornos del sueño, la ansiedad y la depresión, entre otros. También se ha investigado su potencial en el tratamiento de enfermedades neurodegenerativas, como el Alzheimer y el Parkinson”.
Ley N° 27.350
La legislación vigente que hoy regula la producción de cannabis para uso medicinal e industrial en la Argentina es la Ley N° 27.350, también conocida como Ley de Investigación Médica y Científica del Uso Medicinal de la Planta de Cannabis y sus Derivados. Esta ley fue aprobada en marzo de 2017 y establece el marco legal para la investigación, producción y uso medicinal del cannabis.
“Hoy nos encontramos en plena etapa de investigación y desarrollo, realizando distintos ensayos de buenas prácticas agronómicas, expectantes a la próxima reglamentación del marco regulatorio para el desarrollo de la industria del cannabis medicinal y el cáñamo industrial, Ley 27.669. Dicha ley tiene por objeto establecer el marco regulatorio de la cadena de producción y comercialización nacional y/o con fines de exportación de la planta de cannabis, sus semillas y sus productos derivados afectados al uso medicinal, incluyendo la investigación científica y al uso industrial, promoviendo así el desarrollo nacional de la cadena productiva sectorial”, precisa Vitullo.
Sin dudas, el desarrollo del cultivo de cannabis para uso medicinal está creciendo exponencialmente. Por lo pronto, solamente en La Rioja, la empresa madre del cannabis riojano, Agrogenética Riojana SAPEM, una empresa mixta de capitales de la gobernación y privados, extendió su licencia de cultivo bajo ley 27.350 a 16 empresas privadas, de las cuales Unge es una de estas 16 empresas satélites.
En el país se estiman que ya existen más de 50 proyectos a distintas escalas, industriales, experimentales, de aporte estatal, de aporte privado y de aporte mixto, todos aprobados por el Ministerio de Salud bajo ley 27.350.
Se sabe, el cannabis es una planta versátil y cada parte de la planta puede tener diferentes usos y aplicaciones. Las flores contienen la mayor concentración de cannabinoides, como el THC y el CBD, que son los compuestos químicos con propiedades terapéuticas y medicinales más conocidas. Utilizadas principalmente para la producción de cannabis medicinal y recreativo, se pueden secar, triturar y fumar, vaporizar o utilizar en la preparación de alimentos y productos tópicos, como aceites, tinturas, comestibles, cremas y lociones. Las hojas de la planta también contienen cannabinoides, aunque en menor concentración que las flores, mientras que las ramas no suelen tener un uso principal en términos de consumo directo, al igual que las raíces de la planta, de uso más limitado.
“Hoy nos encontramos en ejecución de prácticas agronómicas y desarrollando herramientas para recopilar toda data posible, para procesarla, transformarla en información valiosa, adquirir conocimiento y quedar a disposición de las entidades que decidan sobre el futuro a largo plazo de la industria de cannabis en Argentina. En mediano plazo sí creemos enérgicamente que la transformación de la materia prima en productos finales y toda unidad complementaria a un cultivo/materia prima como el transporte, el acopio, o la exportación, son los desafíos a estudiar e industrializar”, apunta Vitullo.
Y concluye: “Los prejuicios en torno al cannabis son el resultado de una combinación de factores históricos, culturales, sociales, políticos y económicos. La falta de investigación adecuada, la influencia de intereses comerciales y la resistencia al cambio también pueden contribuir a la persistencia de los prejuicios. Sin embargo, a medida que se amplía la investigación científica y se promueve una mayor educación sobre el cannabis, es posible superar estos prejuicios y avanzar hacia una comprensión más informada y objetiva de sus usos y beneficios”.
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