Ubicado en Miami, las inversiones en la comunidad lograron que su fama trascendiera el shopping de lujo y sus playas con arenas blancas y agua cristalina
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Es uno de los destinos preferidos por quienes cultivan el bajo perfil. Justin Bieber se instaló siete semanas en el Ritz, los Rolling Stones también son fanáticos de la zona. Además, es uno de los lugares predilectos de Antonela Roccuzzo y la familia Messi para conectar con el descanso.
Hasta hace unos años, Bal Harbour era el secreto mejor guardado de Miami. Hoy se sabe que su fama trasciende al famoso shopping de lujo, el más rentable por metro cuadrado de Estados Unidos con los locales más emblemáticos de marcas como Chanel, Dolce & Gabbana, Ferragamo, Prada, Versace y Valentino. Con una larga lista de espera y más de 100 marcas exclusivas, el establecimiento construido en 1965 nunca perdió vigencia.
Bal Harbour Shops, el shopping con mayor concentración de tiendas de diseño de Estados Unidos no tiene mayor competencia. La experiencia de recorrer el paseo invita a cruzarse cara a cara con algunas estrellas de Hollywood. Tal vez su principal acierto fue el diseño arquitectónico: con palmeras, plantas, estanques con peces y tortugas y amplios corredores que se fusionan con el diseño de la zona.
Ubicado estratégicamente a 15 minutos del ruido del South Beach, y al mismo tiempo del Aeropuerto de Miami, y otros 15 del de Fort Lauderlade, Bal Harbour se posiciona como el destino más exclusivo de La Florida. Playas paradisíacas amplias, arenas blancas, agua cristalina, senderos únicos, entretenimiento, gastronomía y conexión con la naturaleza. Son solo 2,5 kilómetros, la mayor parte de ellos desconocidos para la mayoría de los visitantes.
La zona es un oasis en uno de los destinos preferidos de los argentinos: Miami. Muchos la reconocen como el nuevo destino slow de esa ciudad, ideal para recorrer en bicicleta. Bal Harbour se puso de moda por el shopping de marcas de lujo que en los últimos años redifinió su perfil. Los amantes del diseño y las tendencias de moda seguirán encontrando las últimas colecciones de las marcas top más famosas del mundo.
“La geografía incita a la privacidad” comenta Jorge González, gerente de Villa de Bal Harbour Village. Se refiere a que, a diferencia de otras microzonas de Miami, en Bal Harbour las playas no tienen sombra gracias a que los edificios se encuentran retirados de la costa. Además, la propuesta del Beach Park permite disfrutar de un descanso con una conjunción perfecta de agua, arena y verde. “También se pueden ver películas en un cine instalado en la arena”, comenta González y agrega que “las playas tienen senderos naturales ideales para practicar running y dar paseos en bicicleta. No existen otras playas con estas características en Miami”.
“Es como una mini ciudad dentro de Miami donde viven alrededor de 3300 personas. También el sitio elegido por los americanos de alto poder adquisitivo que vivían en Nueva York y que tras la pandemia, se mudaron a La Florida para arrancar una nueva vida”, sigue la charla con LA NACION, González.
Pero el posicionamiento de la villa no es casual: hay mucho trabajo tras bambalinas. En dos años finalizará la obra que duplicará el tamaño del famoso mall. Una apuesta de US$550 millones que sumará 24.000 metros cuadrados y seis restaurantes, 100 nuevas tiendas, la ampliación de las existentes y se duplicará el espacio de cocheras. Además, avanza la obra de US$25 millones de inversión para transformar el famoso muelle. “Su diseño, desde una vista aérea, creará un elemento característico que será reconocible para Bal Harbour y se convertirá en un hito icónico”, dice González.
Como si fuera poco, quienes se instalan en los hoteles tienen la posibilidad de disfrutar del centro comunitario en donde se ofrecen actividades gratuitas como yoga, taichí, balet , conciertos y hasta cursos de arte. El edificio multiuso está en un parque con canchas de básquet y fútbol y hasta un lago en el que se puede hacer kayak y paddle board. Todas actividades que dan vida al destino, más allá de la playa.
Bal Harbour tiene su “propia gobierno”. Esto permite que los impuestos se reinviertan en forma constante. “Es una de las pocas comunidades con masterplan. Fue creada tras la segunda guerra mundial pero su fisonomía impide que crezca al compás de la demanda. “Es un win win porque desde el gobierno se invierte todo lo que se recauda por impuestos: el residente se beneficia por el turismo y el huésped también. Es decir, la comunidad completa se beneficia con limpieza, seguridad, policía y servicios”, comenta González, quien detalla que se invirtieron cerca de US$17 millones en el Brian Park.
Además, los amantes del arte que se hospeden en Bal Harbour pueden disfrutar del Museum Access Card, un pase libre a los 16 museos de Miami incluidos el Museo de Arte Pérez de Miami y el Rubell Museum, con su gran colección rotativa de arte contemporáneo y artistas emergentes.
Respecto a la gastronomía hay 15 restaurantes -seis de ellos en el famoso shopping- con variedades que van desde el sushi hasta la comida francesa. Para quienes se quieran hospedar, hay cuatro hoteles, cada uno con su encanto y su propia impronta, ubicados todos sobre la Collins: el St. Regis Bal Harbour es uno de los más exclusivos de la zona. Otro cinco estrellas es el Ritz-Carlton Bal Harbour, que tiene una ubicación privilegiada por su tranquilidad, en el extremo norte de la villa, frente al mar. Es el más cercano al muelle de Bal Harbour y es pet-friendly con actividades especiales para las mascotas.
También sobre la Collins, a pocos metros del lujoso hotel, se encuentra el tradicional Sea View Hotel, uno de los más antiguos del lugar, inaugurado en 1948. Es considerado uno de los mejores en la relación precio-calidad y durante la pandemia recibió una gran cantidad de huéspedes argentinos que llegaban a Miami para vacunarse. El Beach Haus Residences Bal Harbour con departamentos y hotel con servicios, está en pleno proceso de ampliación y remodelación: triplicará su tamaño. Un proyecto de US$20 millones de inversión que está a punto de terminar su tercer edificio. “Hoy hay cerca de 665 camas y una ocupación anual que promedia el 80 por ciento, aunque en temporada alta es total. La estadía puede oscilar entre los US$300 y los US$1000 por noche”, comenta González y detalla que la mayoría de turistas proceden de la Argentina, Brasil, México Colombia, Chile e inclusive Rusia. Todos enamorados de un destino exclusivo que cada vez gana más adeptos.
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