Caminar previene el estrés, mejora el ánimo y es una manera diferente de disfrutar de un viaje; de norte a sur del país, itinerarios para hacer a pie
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Caminar es una actividad que llevamos a cabo sin darnos cuenta, aunque también puede ser un acto de fe, de grandes conquistas, de búsqueda personal. Caminar es como hablar: se hace todos los días al salir de casa, y también al salir de expedición. Caminaron Marco Polo, Darwin, Robert L. Stevenson, Bruce Chatwin, FlorenceDixie, y los naturalistas, y los conquistadores, en el desierto, las selvas y los polos. Se camina para ver que hay más allá: caminar también es descubrir... y resistir.
Un paso tras otro para conocer el mundo, para calmar la mente, para alcanzar la salud. El elogio de esta lentitud es necesario: las piernas permiten trasladarse a lugares que jamás alcanzaríamos en dos o cuatro ruedas: imposible deleitarse en forma completa con el paisaje desde el auto; y si fuera en tren, los relatos y sus lugares pasarían demasiado rápido para verlos en profundidad.
Nada de esto es nuevo, como tendencia actual se sumaron nuevos libros para contarla, y circuitos y senderos para experimentarla tanto en la ciudad como en la naturaleza.
Ya Aristóteles y sus peripatéticos en la Antigua Grecia pensaban caminando, y escritores, filósofos y artistas lo consideraron un alimento para el alma, desde Henry David Thoreau y su famoso Walden, la vida en los bosques hasta Una guía sobre el arte de perderse de Rebecca Solnit, entre muchos otros libros que tratan el tema.
“Sabé como caminar y sabrás como vivir”, escribió el inglés Stephen Graham en su libro The Gentle Art of Tramping de 1926.
Hay caminatas luminosas y otras oscuras como la noche, dolorosas o sanadoras como las que Vivian Gornick cuenta que realizaba con su madre por Nueva York en Apegos feroces. Marchas de la paz como la que hizo Gandhi en 1930. O en busca de un milagro: en 1974 el director Werner Herzog con 32 años recorrió a pie y en pleno invierno 770 km durante 3 meses para ir desde su casa en Munich hasta la casa de Lote Aizner en París, gravemente enferma. Podía tomar el colectivo y llegar en unas horas, pero se aferró a su esperanza irracional: creer o reventar, pudo llegar a verla y vivió casi un año más.
Caminar y contar, reír, padecer, llorar y volver a reír, para buscar en el sendero eso que llaman felicidad, al decir de Atahualpa Yupanqui. Eso hace Carolina Reymúndez, periodista, escritora y viajera, en su flamante libro Millones de pasos, caminar y contar, donde se propuso escribir sobre uno de sus hobbies favoritos para conocer una ciudad o un pueblo cuando viaja.
“Camino porque es una manera de abarcar lo inabarcable, de entrar en la dimensión de las ciudades y tomar cuenta de la proporción del hombre frente a la naturaleza inmensa. Camino porque es una forma de leer las calles y el mundo. Camino para ver y para pensar”, escribe. Y detalla: “Caminar aporta muchos beneficios: se activan 200 músculos, previene el estrés, mejora el ánimo. Se escucha y se lee tanto sobre los millonarios en pesos y tan poco sobre los millonarios en pasos: caminar es una riqueza que no cambió con el tiempo.”
Pasos como remedios
Caminar se convirtió en una actividad de moda, para relajarse, contener la ansiedad y alcanzar una vida más saludable: caminar es un buen plan.
Nicolás González, cardiólogo del Sanatorio Finocchietto y miembro de la Sociedad Argentina de Cardiología, explica que “los beneficios de caminar –y de cualquier actividad física– resultan de controlar los factores de riesgo, o sea, disminuir el peso, la presión y el riesgo de diabetes, además de mejorar la circulación. Uno pide que los pacientes corran, naden o vayan al gimnasio y a veces no logran ese nivel de intensidad. En cambio, la caminata es el primer paso hacia la actividad física y puede reducir eventos cardiovasculares. Se recomienda hacerlo al menos 3-4 horas por semana: la Organización Mundial de la Salud recomienda 150 minutos semanales de actividad física”.
González explica que es la actividad física más recomendable para mayores de 40 años, que debe realizarse a un ritmo determinado, distendido y placentero. “Debe hacerse con ropa y calzado cómodo, sin apuro, en lo posible con una botella de agua para hidratarse adecuadamente y en un espacio abierto, en lo posible sin obstáculos, y sabiendo que debe ser hecha como una actividad física enriquecedora y distendida y no con otros objetivos tales como formar parte de una obligación laboral o detenerse a cumplir otras tareas tales como mirar vidrieras”, amplía.
Se puede usar un podómetro para medir los pasos diarios, una gran ayuda para los que empiezan a caminar. Permite medir las caminatas y obligarse a hacerlo más seguido y ver el avance. “Para una actividad física eficiente, es importante caminar 3000 pasos en 30 minutos entre 4 y 5 veces por semana, no es simplemente realizar caminatas ocasionales o hacer mandados”, concluye.
Por su parte el médico neurólogo Hernán Winocur, del Hospital Vélez Sarsfield de la ciudad de Buenos Aires, explica que la actividad física enriquece al cerebro y lo nutre de manera comprobable: el ejercicio como las caminatas rápidas, el correr o el andar en bicicleta, estimulan sustancias químicas para sentirse bien, como la dopamina, la serotonina, los endocannabinoides y la noradrenalina. “Cada una de esas hormonas desempeñan diferentes funciones en la gestión del estrés, la mejora de la sensación de bienestar y la promoción de un interés activo en la vida. Por si fuera poco, el ejercicio aumenta el número de receptores de dopamina en el cerebro, lo que significa que no sólo el cerebro produce más de estas sustancias químicas de la felicidad, sino que también las disfruta mejor. Además, se estima que los seres humanos pierden aproximadamente el 13% de los receptores de dopamina cada década. Esto hace que se experimente una disminución del placer en la vida cotidiana a medida que se envejece. El ejercicio puede revertir esta situación”, cuenta Winocur.
Una opción ambiciosa es planificar un viaje ligado al trekking. Se sabe, el nuestro es un país glorioso e infinito: se puede caminar gratuitamente –no es un tema menor–, a lo largo y ancho de la Argentina, por montañas, sierras, valles y pampa. Sin olvidarnos de disfrutar cada día, pasito a pasito, porque al decir de la gran Liliana Bodoc en su libro Memorias Impuras, “la muerte nos espera, amada mía./Y ojalá fuese tarde y fuese lejos,/Pero si acaso aguarda detrás de este recodo,/ recuerda caminar,/ caminar y cantar,/ cantar y recordar,/Que de ese modo el tiempo/se quedará contigo”.
Refugio Frey. Un clásico en el cerro Catedral, en Bariloche
En Bariloche, la caminata hasta el refugio Emilio Frey del Cerro Catedral es una buena manera de iniciarse en esta apasionante actividad. Hay lagunas, bosques mágicos, refugios intermedios, en caso de no querer llegar hasta el Frey, que implica unas 4 a 5 horas de caminata a ritmo tranquilo. Salvo pequeñísimos tramos, la dificultad es baja y cualquier persona con buen estado físico puede hacerla. El mejor momento del año es la primavera y el verano. En esta época, con el paisaje nevado, se puede hacer, pero con equipo especial, que requiere raquetas de nieve, bastones y ropa adecuada.
La dificultad es mayor, y el tiempo de ascenso se puede multiplicar. En invierno, solo es recomendable para expertos. La caminata comienza a un costado de la playa de estacionamiento del Cerro Catedral. Seguir las flechas que orientan al comienzo, caminar unos 30 minutos hasta que la ancha huella se transforma en sendero. En el valle del arroyo Van Titter se comienza a subir. Tras dos horas de marcha se cruza el puente sobre el arroyo, para llegar 20 minutos más tarde a Piedritas, parada clásica de descanso. Una hora más y se llega al Refugio Frey, a 1700 m de altura. El regreso a Villa Catedral es de dos horas y media, por la picada eslovena. Si bien se puede hacer de manera independiente, siempre es mejor realizar la caminata con guía.
Otra forma de acceso es la Picada Eslovena, que empieza en la seccional de guardaparques del lago Gutiérrez. Conduce a la Cascada de los Duendes, accede a la playa Muñoz y finaliza en el Refugio Frey. Es una subida pronunciada, por lo cual se recomienda recorrerla en buen estado físico.
Cerro Tres Picos. En Sierra de la Ventana, hacia la cumbre más alta de la provincia
El Tres Picos es el cerro más alto de la provincia de Buenos Aires con 1239 metros. Queda en las serranías que rodean y atraviesan Sierra de la Ventana y Villa Ventana, a 560 km de Buenos Aires.
Este trekking es autoguiado, de1 8,5 kilómetros con 900 metros de desnivel. El nivel de esfuerzo es alto y sostenido.
La expedición empieza en la Estancia Funke, de 13.000 hectáreas con gran porcentaje de serranías. Allí, rodeado por una arboleda antigua, hay un refugio con 36 camas que puede servir para dormir la noche antes del ascenso. Se puede realizar en uno o dos días, con un posible pernocte en la Cueva de los Guanacos cerca de la cumbre. Se estiman unas 10 horas de caminata en total, pero un trekker bien entrenado lo puede hacer en menos tiempo. Hay que ayudarse con las manos para trepar únicamente durante los últimos minutos de acceso a la punta más alta del cerro Tres Picos.
Otras opciones para hacer desde esta misma base son el cerro Napostá, 15 kilómetros de ida y vuelta, también es un trekking de dificultad media- alta; la otra es la caminata a la Olla del Napostá, que es más suave y corta, apta para público con chicos: 3,5 kilómetros y 150 metros de desnivel.
En el recorrido se pueden ver calandrias, copetonas, ñandúes, mulitas, zorros grises, guanacos, culebras y pumas. También, el hongo amanita muscaria, que crece debajo de las rocas. Y matas de chilca y hierbas que perfuman el aire, como la marcela. Es necesario reservar y registrarse vía mail para poder subir. El acceso a cualquiera de las tres caminatas cuesta $1300 por persona si es en el día.
Champaquí y Uritorco. Dos alternativas con mucha mística en Córdoba
Desde San Javier, Traslasierra, parte la picada para el ascenso del Champaquí que también se puede ascender desde Villa Alpina, al otro lado de la sierra. Parece fácil pero no lo es tanto, es el cerro más alto de Córdoba y requiere de tres días (45 km) para llegar a la cima. Un punto intermedio es el Puesto de Ferreyra, a dos horas y media desde el pueblo. Allí brindan buenos platos al disco y bebidas, mediodía o a la tardecida.
Aunque se puede hacer solo, siempre es mejor con guía y dormir en los refugios luego de 8 horas de caminata aproximadamente.
Durante el ascenso, se ve vegetación de montaña, alguna escuela perdida, las cabras y los niños. Al alcanzar el pico se visualizan los valles de Calamuchita y Traslasierra. Todo es aprendizaje en las montañas, a donde se puede caminar en forma gratuita, virtudes de nuestra Argentina. Y aprender de ellas.
El ascenso al cerro Uritorco y toda su mística es otra posibilidad para Córdoba. Hay una agencia que organiza un ascenso nocturno para disfrutar del alba desde su cumbre y bajar de nuevo al valle por la mañana. La aventura empieza poco antes de la medianoche y recorre senderos cuya principal dificultad es el desnivel. Por lo tanto, no es una salida apta para todo público y hay que tener una buena condición física para realizarla. En el camino se avistan con frecuencia animales de hábitos nocturnos y temprano por la mañana se suelen ver cóndores en el cielo. El broche de oro de este trekking es el espectáculo de la salida del sol por encima de las sierras cordobesas.
Garganta del Diablo. En Tilcara, entre cerros de colores y en busca de la cascada
Partiendo desde Tilcara, en el corazón de la Quebrada de Humahuaca, hay que cruzar el puente de hierro y ascender varias cuestas pedregosas hasta la gloriosa caída de agua que cada verano forma una pileta natural. Son unas tres a cuatro horas de ascenso y un poco más también, según el ritmo del caminante, para llegar a la cascada en medio de los cerros tilcareños, rojos y negros y ocres, al azar.
Durante el camino se aprecian unas increíbles vistas de altura y las antiguas pircas del Cerro Negro. Es conveniente llevar suficiente líquido para hidratarse.
La garganta del Diablo está a 5 km desde el centro. La vuelta, como siempre, es más fácil. Mejor que no se haga de noche, salvo estar guiado por un lugareño. Y siempre hay que pedirle permiso. Ella manda.
Si se quiere caminar festivo sólo hay que ir a esta misma ciudad en la época de Carnaval, cuando el diablo anda suelto y todo puede suceder. Otra opción muy accesible en Purmamarca, muy cerca de Tilcara, es el Paseo de los Colorados. Con apenas 3 kilómetros se puede observar un paisaje espectacular, que además cambia mucho de acuerdo a la hora del día en que se haga el recorrido. Es una de una exigencia moderada a baja, en particular por encontrarse a unos 2300 metros sobre el nivel del mar. La ruta sale desde detrás del cementerio de la localidad.
Otro sendero un poco más extenso: los 8 kilómetros hacia el Mirador El Paso. Es un poco más exigente desde lo físico por ser en subida. También arranca desde la zona que se encuentra detrás del cementerio.
El Chaltén. El Fitz Roy como faro en la capital del trekking
En este espacio mágico de lagos, glaciares, lagunas y bosques de lengas y ñires, se puede despuntar el vicio de caminar por los paisajes más inhóspitos y bellos de la tierra. El Sendero de los Cóndores y las Águilas es el camino más simple, como para empezar el primer día, y posee una bellísima vista del pueblo. Otra opción, el Chorrillo del Salto es un camino sin dificultad que concluye en una hermosa cascada y arroyo para contemplar, abrigados por el bosque: cuanto más temprano arranque el caminante, menos gente encontrará y mayor será la comunión con la naturaleza.
Comienza al final de la Av. San Martín, en la misma salida hacia el sendero de la Laguna de los Tres, la caminata más famosa. Hasta casi la cascada se puede llegar en vehículo. En el último tramo de la senda llana entre vegetación achaparrada se ingresa sólo caminando, con el sonido del agua como música de fondo. La cascada está justo en el último tramo del Arroyo del Salto, antes de su desembocadura en el río De las Vueltas. La distancia de esta caminata es de menos de 4 km desde El Chaltén.
Las caminatas más emblemáticas son aquellas que se llevan a cabo sobre las laguna Torre y Laguna de los Tres. Son de dificultad media y se pueden recorrer en ocho horas. En la senda laguna Torre se puede apreciar el cerro Torre con sus agujas de granito. El sendero Laguna de los Tres tiene vistas espectaculares del Monte Fitz Roy.
Tandil. En las sierras de los picapedreros
Uno de los circuitos autoguiados para hacer de manera independiente es el Sendero de la Ánimas, que son 6 kilómetros muy bien señalizados con QR para conocer sobre la flora que se está viendo.
Para caminar un poco menos, ideal para hacer con chicos, el circuito por la Reserva Natural Sierra del Tigre, de 3, 5 kilometros . Aquí se ven viejas estructuras que pertenecieron a viviendas de los picapedreros y se puede conocer los procesos de transformación artesanal de la piedra. En los dos senderos se tienen panorámicas de Tandil, se camina entre el pastizal pampeano y se pueden ver zorritos, según el momento del día.
Sendero de Cuatro Cascadas. San Rafael
San Rafael es el punto de partida para diversas caminatas cortas, que ofrecen variedad de terrenos, buen clima y sol. El circuito más popular es el sendero de las Cuatro Cascadas, en Valle Grande. Se trata de un camino de dos horas y media, de mediana dificultad, que pueden realizar hasta los más pequeños de la familia.
Comienza en el lecho seco de un arroyo, que conduce a un cañadón con paredones de cien metros de altura. Después, lleva hacia un pequeño arroyo donde se forman cascadas y piletones, mientras que más adelante se ascienden 200 metros a la cima de las sierras. Finalmente, se desciende por un médano de arena volcánica con vista al río Atuel.
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