“Competimos por la atención”, así lo expresa Tim Wu en su libro Comerciantes de la Atención (2020). En la actualidad, vivimos sobrecargados de información digital de cualquier índole, 24 por 7, los 365 días del año. Pasamos horas enteras frente a las pantallas de nuestros smartphones consumiendo información en las redes sociales, jugando videojuegos o navegando por la red.
El reconocido filósofo contemporáneo alemán Markus Gabriel lleva años investigando la evolución de las plataformas digitales y las redes sociales, y nos advierte que en la actualidad existe una infinidad de fuentes gratuitas de información digital que se encuentran compitiendo constantemente por nuestra atención. Las plataformas digitales invierten una inmensurable cantidad de recursos en el monitoreo de la actividad de sus usuarios, y han logrado reunir a las mentes más brillantes para la creación de algoritmos complejos que les permitan introducirse en nuestros smartphones y ordenadores, predecir nuestros intereses y encontrar estrategias más efectivas para captar nuestra atención. Para tener una idea más clara de esto, tal como expresa Manoush Zomorodi en su charla Ted, una persona promedio chequea su casilla de correo 74 veces al día, y cambia 566 veces de una tarea a la otra en su computadora. Hace una década migrábamos nuestro foco atencional cada 3 minutos. Actualmente lo hacemos cada 45 segundos, miles de veces por día.
La tecnología es, sin lugar a dudas, una herramienta extraordinaria para potenciar el rendimiento humano, basta con analizar la evolución en la performance de los atletas de elite en las últimas dos décadas. Sin embargo, su uso masivo también tiene efectos colaterales en nuestra salud mental y emocional. No perdamos de vista el impacto que tuvo la pandemia en la vida de muchas personas, causando un aumento exponencial del grado de adicción a las pantallas. La comunicación digital cumplió un rol clave durante la pandemia, pero su emergencia fue muy brusca, y trajo aparejados una serie de daños colaterales que afectaron directamente al bienestar de muchas personas.
En su libro Efecto Pantalla: Cómo lograr el equilibrio digital, la psicóloga Laura Jurkowski, especialista en adicción a las tecnologías, explica que uno de los mayores problemas de internet y el consumo de información digital es su naturaleza adictiva. A diferencia de otros procesos adictivos, en este caso no hay sustancias de por medio, sino que todo se resume al efecto neuronal que produce el “efecto pantalla”, el cual muchas veces hace que perdamos el control de nuestro comportamiento y no logremos interrumpir el consumo de información digital. La virtualidad ofrece el espacio ideal para un escape psicológico frente a problemas mayores que no podemos controlar y/o resolver. Muchas veces, cuando estamos frente a alguna situación de estrés, somos más susceptibles a los desvíos atencionales causados por nuestras pantallas, lo cual reduce nuestra productividad y nos produce un mayor agotamiento mental.
Un buen ejercicio para evitar que el consumo de información digital impacte negativamente en nuestra salud es realizar “ayunos tecnológicos” que nos lleven a estar en el aquí y el ahora. Estudios recientes demuestran que no hace falta recurrir a una abstinencia total del consumo de tecnología digital, sino que con despegarnos de nuestro celular alguna vez en el día ya es suficiente, ya sea en la cena con la familia y/o amigos, cuando estamos en contacto con la naturaleza o bien cuando conectamos con nuestro cuerpo a través de la actividad física y el movimiento corporal. En algunos casos puede resultar oportuno recurrir a un proceso de desintoxicación de pantallas (digital detox) que involucre eliminar temporalmente aquellas aplicaciones adictivas que nos sacan de foco y nos impiden cumplir con nuestras responsabilidades.
Hoy, de vista hacia el futuro, si lo que buscamos es fomentar la creatividad y potenciar el desarrollo de nuestros hijos, necesariamente debemos adaptarnos a la era digital en la que vivimos, haciendo uso de las herramientas que provee la tecnología para lograr estar en sintonía con las formas de comunicación y de transferencia de afecto propia de los nativos digitales. Estos jóvenes, coloquialmente conocidos como zoomers o centennials, nacieron en el mundo de la inmediatez, no conocen cómo era la vida sin Wifi, y llevan décadas migrando rápidamente su foco atencional de una cosa a la otra. Esto contrasta fuertemente con la atención temporal sostenida típica de las generaciones anteriores. Como padres y guías, nuestro primer desafío hacia el futuro inminente es entender el papel que juega la tecnología en nuestras vidas y asegurarnos de hacer uso racional de los dispositivos electrónicos, para luego liderar con el ejemplo ayudando a los jóvenes centennials a evitar caer en el consumo masivo de información superflua y volátil en las redes sociales.
En el Dow Center, el hub de alto rendimiento donde se fusiona el bienestar con la tecnología y el deporte, hace varios años que venimos trabajando en el desarrollo de metodologías centradas en las nuevas generaciones. Esto implicó abrazar al cambio y adoptarlo como constante. Por un lado, buscamos innovar y adaptarnos a los intereses de los nativos digitales, ya que entendemos que, a través de un uso eficiente y saludable, la tecnología puede convertirse en nuestra principal aliada. Hemos descubierto que, utilizando las herramientas digitales que provee la tecnología de manera racional y eficiente, podemos encontrar una ventana de oportunidad para mejorar la atención y aumentar el engagement de los centennials.
Por otro lado, trabajamos para que los nativos digitales logren el equilibrio digital y descubran el disfrute que existe más allá de las pantallas, en cada encuentro, en cada experiencia vivida y compartida. Buscamos que ese espacio sea una fuente constante de bienestar, un ambiente orgánico donde el contexto humano está por encima de todo.
Si no decidimos por nosotros mismos cómo hacer uso de la tecnología, las plataformas digitales terminarán haciéndolo por nosotros. Pongamos en la balanza los beneficios que trae la tecnología a nuestras vidas sin perder de vista el impacto negativo que puede causar su uso excesivo en nuestro bienestar. Se trata de que busquemos encontrar nuestro propio equilibrio digital en cualquier situación y contexto, embarcándonos en la hermosa experiencia de olvidar por un rato su existencia para fluir libremente y recordar qué nos hace humanos, para así poder encontrarnos con nuestra mejor versión.
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