Claves para gestionar el tiempo de recreación, aprovecharlo al máximo y convertirlo en un aliado
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¿Quién no anhela tener un rato todos los días para distenderse de la vorágine semanal? Hallar ese hueco a veces no es una tarea sencilla, sin embargo, cuando se está cara a cara con aquel ansiado momento, es posible que aflore el miedo, el no saber qué hacer, el encontrarse con uno mismo. Lograr un equilibrio y amigarse con esos espacios cuando sea necesario, son las claves para aprovecharlo al máximo y que de sus frutos.
Sin ir más lejos, el tiempo libre es un espacio sin obligaciones laborales, domésticas, ni actividades específicas. “Un rato fuera de los compromisos personales, que muchas veces tienen que ver con las horas extra que quedan tras haber finalizado todo lo pendiente”, dice Mariana Kerestezachi, psicóloga y terapeuta familiar sistémica.
Un estudio realizado por la Universidad de Pennsylvania y la de California a 35.000 individuos, reveló que, tener tiempo libre ayuda al bienestar emocional, pero hasta cierto punto ya que, en exceso es perjudicial. Indica que lo ideal es tener entre dos y tres horas libres por día, ni más ni menos, en tanto que excederse de las cinco, puede generar consecuencias negativas ligadas a la desmotivación y a la falta de productividad.
Ahora bien, ¿qué pasa una vez que se terminan todas esas actividades que sí o sí hay que hacer y de golpe se está mano a mano con la recreación? Lo cierto es que, frente a esta situación, la cabeza se llena de dudas y cuestionamientos. Algunos le huyen por temor a sentirse vacíos o por no tener en claro qué hacer, qué les gusta. Otros para no enfrentarse a sí mismos o por no querer hacerle frente a temas pendientes a resolver, prefieren pasar el rato trabajando y no disfrutan de esos espacios de distensión.
Pero, ¿por qué cuesta aprovechar ese tiempo sin sentir culpa? Juan Martín Barbich, coach ontológico profesional explica que tiene que ver con la idea de que las sociedades modernas imparten un mandato social donde le exigen a los individuos ser productivos. En otras palabras, a que ocupen el tiempo trabajando y estudiando. “Y en este camino hacia la globalización, se perdió la individualidad para formar parte de un todo dándole lugar a un paradigma que valora más al que está activo, al que está creando, lo que nos aleja de lo importante que es tomarnos un rato para fomentar la creatividad y el ocio, dos aspectos que estimulan nuestra visión del mundo, que nos permiten conocer y mirar las cosas desde otra perspectiva”, dice Barbich.
Cuando se está inmerso en la rutina, casi no hay posibilidades de cambio, de replanteo; rige el piloto automático y la inercia. En este caso, tomarse un descanso y hacer una pausa, fomenta que se enciendan otros circuitos neuronales del cerebro y que se empiecen a generar nuevos pensamientos, lo que permitirá tomar decisiones diferentes. “Este es el momento donde se abren las posibilidades, las transformaciones, donde se gesta un cambio que traerá otros resultados. Creo que hay que tomarse ese tiempo para ver qué descubro, qué encuentro”, comenta el coach.
También sucede que en el correr de esta vorágine “la gente se exige a sí misma para tener mejores resultados, se presionan, cada vez quieren más y no aflojan, o tampoco se lo permiten”, sostiene Ricardo Corral, médico psiquiatra, presidente de la Asociación Argentina de Psiquiatras.
Parar y encontrarnos con nosotros mismos requiere un ejercicio para afrontar el miedo y la incertidumbre de no saber con qué nos vamos a encontrar del otro lado, ya que “muchas veces aún no está claro qué quiero hacer”, comenta Kerestezachi. Por eso, apretar el freno de manos no suele ser fácil, pero los resultados que se generan tras los momentos de esparcimiento, en su más amplio sentido, hacen que valgan la pena.
Encontrar un sentido
“Nuestro tiempo de ocio tiene que tener un sentido, un propósito para que no lo veamos como algo malgastado o que nos haga sentir improductivos. La clave está en fijarse un objetivo, en buscar un equilibrio entre el trabajo y la recreación tan necesario para nuestra salud psíquica, física y emocional. Hay que permitirse hacer lo que cada uno crea necesario y aprovecharlo sin pensar en el ´qué dirán´”, reflexiona Kerestezachi.
La cuestión radica en encontrar una meta, algo que entretenga, que haga bien al cuerpo y a la mente, que despeje.
Claves para transformar el tiempo libre en un aliado
Los especialistas consultados dan sugerencias para maximizar a pleno los momentos de ocio y esparcimiento y así, incorporarlos sanamente a las rutinas de todos los días.
- Tomarse al menos entre dos y tres horas al día. Más de cinco no se recomienda ya que, estudios revelaron que afecta a la productividad y al bienestar emocional.
- Buscar un objetivo: pensar qué se necesita, qué se quiere hacer, cuáles son los gustos e intereses de cada uno. ¿Se necesita descansar? ¿Se necesita hacer ejercicio? ¿Alguna actividad relacionada con el arte? La lista y las opciones son infinitas y hay para todos.
- Elegir una actividad o deporte que se pueda sostener en el tiempo, es decir que sea factible de realizar y compatible con la dinámica diaria.
- Permitirse esos espacios, incorporarlos como parte de la rutina hasta que se transformen en un hábito.
Beneficios del ocio
- Permite fluir la creatividad y en consecuencia, surgen ideas nuevas, se generan cambios y transformaciones en la persona.
- Mejora el rendimiento laboral ya que, distenderse permite resetear la mente y evitar saturarse.
- Aumenta la capacidad cognitiva, educativa y de atención.
- Ayuda a conectarse con uno mismo, a conocerse, a descubrirse.
- Se mira al mundo, a las preocupaciones o a los problemas desde otra perspectiva y en muchos casos, aparecen soluciones.
Si bien el ocio puede ser visto como algo disruptivo, incluso como un espacio que cuesta disfrutar, amigarse permitirá tener una vida más saludable, una mente más aliviada. “Las actividades y los deportes recreativos liberan endorfinas positivas para el bienestar y las emociones mejorando el rendimiento cognitivo, educativo y las capacidades laborales”, concluye Corral.