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Cuando Angelyn Burk, una contadora que recién se había jubilado, hizo cuentas, hubo algo que la sorprendió: sería más barato para ella y su marido pasar su jubilación viviendo en cruceros que en tierra.”Así me quiero retirar”, decidió en ese momento Angelyn, de 53 años. “La vida es demasiado corta.”
Le dijo a su esposo, Richard Burk: “Hagamos de los cruceros nuestro hogar”. Y para su sorpresa, a él le gustó la idea. Ambos habían disfrutado de los diez cruceros que habían hecho juntos y comparten el amor por los viajes, así como detestan los aeropuertos.
Constataron que, en promedio, podían encarar viajes en distintos cruceros por mucho menor costo que lo que les implicaría vivir en tierra. Lo único que tenían que hacer era pasar de un barco a otro con algunos intervalos de descanso en el medio.
“Calculamos que podríamos vivir bien los dos por unos US$100 al día, con lo que hemos ahorrado”, dijo Richard, de 51 años, quien se jubiló como programador de computadoras el mes pasado. “La decisión era obvia”, dijo Angelyn, quien renunció a su trabajo de contabilidad en 2019 y fue camarera brevemente antes de la pandemia.
Los Burk comentaron que se sentían frustrados por los crecientes costos de vivir en tierra. Entre la hipoteca, los gastos de Internet y electricidad, los impuestos sobre la propiedad, el seguro y otros costos asociados con su casa en Seattle, la pareja gastaba más de US$3500 por mes, sin incluir la comida, el transporte, el entretenimiento y otros gastos cotidianos.
En un crucero, sin embargo, “no hay extras: el precio es el precio”, dijo Angelyn. Pasar su jubilación en el mar, concluyó, sería “mucho más barato”.
“Al vivir en un crucero tenés alojamiento y entretenimiento incorporado y viajas a diferentes lugares. Es difícil superar esto”, agregó su esposo.
Su próximo viaje está programado para julio, momento en el que planean embarcarse en cruceros consecutivos durante unos nueve meses, con algunos breves descansos en tierra. Entre cruceros serán una especie de nómades: la idea es visitar familiares y amigos, y alojarse en Airbnbs y hoteles que pagarán principalmente con los puntos acumulados en las tarjetas de crédito.
En noviembre del año pasado tomaron un crucero Carnival de nueve días desde Miami a las Bahamas, un crucero Carnival de siete días desde Long Beach, California, a la Riviera mexicana en marzo, y un Holland America de 21 días desde Fort Lauderdale a través del Canal de Panamá, que terminó en Vancouver a mediados de mayo. La pareja ahora se aloja con su familia en Seattle, esperando el nacimiento de su cuarto nieto, así como la graduación de su hijo de la Universidad de Washington en junio.
Aunque todavía no vendieron su casa ni su auto, su idea es hacerlo cuanto antes. Tres de sus cinco hijos, de 21 a 28 años, viven en su casa y cubren la hipoteca y otros gastos.
Aunque es raro, el concepto de pasar largos períodos en el mar, particularmente como jubilado, no es desconocido. Los llamados “cruceros de culto” incluso ganaron fama por ello, y algunas líneas empezaron a ofrecer vacaciones prolongadas.
“Últimamente la cantidad de personas que consideran esto como una perspectiva se ha disparado”, dijo Collen McDaniel, editor en jefe de Cruise Critic, una página de reseñas de cruceros y agregó: “Supimos de mucha gente que lo ha hecho a lo largo de los años, y cada vez escuchamos más casos”.
Si bien la pandemia interrumpió temporariamente la industria de los cruceros, ahora se está recuperando. Cruise Critic publicó una encuesta en Twitter, preguntando: “¿Te retirarías en el mar?” De los 141 encuestados, el 43 por ciento votó: “¡Sí, inscríbanme!” y el 33 por ciento votó, “Tal vez, si es viable”.
McDaniel dijo que los ahorros financieros son el gran atractivo de los cruceros a largo plazo y agregó que el presupuesto de Burks —de US$100 por día— “es absolutamente factible”.
“El costo de los cruceros varía dependiendo de las comodidades. Los viajes más económicos pueden costar tan poco como US$50 por día, sin incluir impuestos, tarifas y propinas, y las líneas de lujo, que tienden a tener precios más inclusivos, pueden llegar a los US$500 por persona por día”, dijo McDaniel.
“Muchas de las principales líneas tienen programas de lealtad, lo que significa que cuanto más te quedás, mejores beneficios obtenés. Si se desarrolla un nivel de lealtad y se mantiene, realmente se consigue ahorrar dinero”, agregó McDaniel.
“Más allá de los beneficios financieros, los cruceros aportan simplicidad y vida social”, dijo.
Los Burk afirman que no les preocupan los posibles inconvenientes de vivir en un barco, como el mareo, al que dicen que son inmunes. Tampoco les molesta vivir en una cabina pequeña. De hecho, en sus últimos cruceros cada uno sólo viajó con una mochila como equipaje. En su crucero más reciente, de 21 días a través del Canal de Panamá, ninguno de los dos llevó maleta.
“Para nosotros es más liberador si sólo tenemos una mochila, para no tener que cargar mucho”, dijo Angelyn.
Muchos barcos ofrecen servicios de lavandería pagos, aunque a menudo optan por lavar la ropa a mano en el fregadero.
La pareja buscó durante mucho tiempo mantener un estilo de vida minimalista. Comenzaron en 2013, cuando se mudaron de Portland, Texas, a Seattle, y su camión de mudanzas se estrelló en el camino.
“Todo lo que había adentro se quemó”, recordó Richard. “Acabamos por eliminar las cosas sobrantes de nuestras vidas. Fue entonces cuando empezamos a tener lo mínimo posible”.
Vivir principalmente en barcos, dijo la pareja, los ayudará a alcanzar su objetivo de acumular menos artículos y gastar menos dinero. Además, la coordinación de sus días en tierra, dijo Angelyn, “es parte de nuestra planificación” y se tomará en cuenta en el estricto presupuesto.
“No voy a decir que es una forma de vida fácil”, dijo Angelyn, que explicó que encontrar buenas ofertas y programar cruceros a veces puede parecer un trabajo de tiempo completo.
“Nos fijamos constantemente en internet para cotejar las diferentes líneas de cruceros e identificar las que están disponibles y cuál es la forma menos costosa de viajar a algún destino”, dijo Richard.
“Es como si estuvieras en casa”, dijo Angelyn y contó: “Tenemos una magnífica sala de estar, un comedor absolutamente hermoso y un jacuzzi que nunca necesita mantenimiento”.
Vivir en el agua significa que “no escuchás ambulancias, sirenas y gritos. Es una existencia más tranquila”, agregó.
Los Burk disfrutan de las diversas actividades que se ofrecen a bordo y que incluyen películas, comedia y clases de artes y oficios. Por lo general, desembarcan para explorar en los puertos en los que el barco atraca, aunque a veces eligen quedarse a bordo y relajarse.
Su próximo viaje, en el verano, es un crucero europeo de 50 días, seguido de un crucero australiano de 108 días en el otoño. Mientras siga siendo financieramente factible, los Burk tienen la intención de continuar navegando, para siempre. “Ese sería nuestro sueño”, concluye Richard.
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