Tenemos etiquetado frontal. La importancia de saber qué comés
Se aprobó la ley de promoción de la alimentación saludable (dentro de la cual están los etiquetados octogonales): ventajas de consumir con información y sin engañar a los niños
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Sin grietas, sin grandes problemas ni discusiones: 239 presentes, 18 ausentes (un buen promedio), 200 a favor, 22 negativos y 16 abstinencias…
Esos son a grandes rasgos los números que ilustran el contexto: salió la ley que necesitábamos. Se trata de la ley de promoción de la alimentación saludable, dentro de la cual están los famosos etiquetados octogonales que advierten sobre excesos de azúcares, calorías, grasas o sodio en los productos.
Mucho se habló en los meses previos sobre restricciones: que no íbamos a poder comprar esto o aquello, que la movida era para prohibir, que cortaba libertades individuales de los consumidores... Pero nada más lejos de eso. ¿Por qué? Porque ahora vamos a tener los mismos productos, vamos a poder seguir comprando lo que queremos, lo que nos guste y cuando nos guste, pero con información. Nosotros como individuos, como consumidores, vamos a tener más libertades aun, porque vamos a tener más conocimiento. Ningún producto está prohibido.
La promoción de una alimentación saludable es una responsabilidad del estado en la cual colaboran muchas otras entidades, personas e instituciones. En este sentido, la ley no le permitirá al estado hacer compras públicas de productos con octógonos, en ninguna contratación o licitación. Esto deja afuera de las escuelas todo lo que tenga octógonos: de los recreos y de los comedores. Sin embargo, como decía, en tanto individuos y consumidores somos libres: entonces, si yo le quiero comprar un alfajor a mi hija para que lo lleve a la escuela, lo seguiré haciendo. Nadie me lo va a prohibir. Personalmente, es algo que hago de vez en cuando, porque elijo que así sea, porque decido que así quiero alimentar a mi hija. Otros días comerá tomates, o una mandarina… Cada familia, con la información pertinente, tomará sus decisiones, igual que siempre. La buena noticia es que con los octógonos hacemos pareja la información para todos.
La otra gran restricción tiene que ver con el marketing para niños. De nuevo: ningún producto que hoy existe dejará de existir. Solo que ya no podrán hacer atractivo su envase en su comunicación hacia los niños y adolescentes. O sea que el quiosco seguirá lleno y los cereales seguirán en la góndola, pero sin ositos ni súper héroes. Sin promos de juguetes ni personajes de la tele que, en lugar de aparecer en galletas dulces, lo harán en juegos, spiners, gorritos, o lo que el marketing diga. Pero no en productos comestibles con mucha grasa, azúcar y sal, que la mayoría de los padres compraban para dárselos diariamente a sus hijos sin saber el real contenido que les estaban ofreciendo.
Ahora bien, queda un punto clave: implementar la ley en cuestión. Lo que ya está fabricado, es decir, el stock existente, seguirá a la venta mientras tanto. Nadie tira nada: las empresas grandes tienen 180 días para presentar cambios y las pymes 12 meses.
Los gobiernos provinciales y municipales, en tanto, tienen que comunicar más y mejor las recomendaciones de las Guías Alimentarias Nacionales.
Por su parte, el Consejo Federal de Educación debe generar y presentar un Plan de Educación Alimentaria con actividades didácticas y contenidos para todos los niveles educativos.
Los técnicos y expertos están trabajando en los cambios que esta ley implica para el Código Alimentario. Y ya que estamos, podrían revisar la definición de “alimento” de nuestro Código, que necesita una actualización. Fíjense que define “alimento” como “toda sustancia o mezcla de sustancias naturales o elaboradas que, ingeridas por el hombre, aporten a su organismo los materiales y la energía necesarios para el desarrollo de sus procesos biológicos”. Una designación que incluye, además, “las sustancias o mezclas de sustancias que se ingieren por hábito, costumbres, o como coadyuvantes, tengan o no valor nutritivo”. O sea: algo que alimenta y algo que no se llaman igual. ¡Insólito! Pero bueno, paso a paso: quizás sea una batalla más difícil aun.
En definitiva, lo importante ahora es que la ley salió de ambas cámaras sin cambios, con unidad partidaria, sin grietas. Casi todos de acuerdo.
Mi opinión es que la ley salió porque tenía que salir, porque es necesaria, porque apuesta al futuro. Se preocupa por cuidar a los niños y niñas y escucha a quien no tiene voz en el mercado: la salud de los más chicos. Un real interés puesto en las generaciones que vienen.
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