La semana pasada se inauguró la primera cuadra de la peatonal Vía Viva: un circuito de compras donde es posible disfrutar de diversos sabores al paso
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omer y pasear. Así sintetiza Elisa Hsueh, perteneciente a una familia taiwanesa que fue pionera en la introducción de la comida china en la ciudad de Buenos Aires, la propuesta del paseo Vía Viva que abrió sus puertas el fin de semana pasado en Belgrano. ¿La apuesta? Convertir al Barrio Chino en un nuevo polo gastronómico porteño.
“Acá antes la noche era peligrosa, pero ahora que elevaron las vías la zona de los locales debajo de la estación [Belgrano C] se enciende y se llena de gente, y esperamos que eso mismo pase en este nuevo polo”, comenta Elisa, de 29 años.
Los primeros cambios que menciona Elisa llegaron con el llamado pasaje Echeverría, ubicado debajo de la estación Belgrano C del ferrocarril Mitre, entre las calles Juramento y Sucre, que poblado de cervecerías, cafeterías y locales de comida callejera, expandieron el barrio Chino y, por sobre todo, le dieron una nueva vida.
Pero el cambio radical de fisonomía de la zona llegó el fin de semana pasado, con la apertura de la primera cuadra de una peatonal que corre por debajo de la vía –ahora elevada– del tren, y a cuyo lado se ubican más de 20 locales, en su mayoría gastronómicos.
Esta apertura forma parte de un ambicioso proyecto en el que la peatonal Vía Viva abarcará en total 4,5 kilómetros de largo y se extenderá entre las calles Monroe y Dorrego. Dividido en 3 secciones, el circuito incluirá en total un polo gastronómico (entre Monroe y La Pampa), un corredor ocupado por concesionarias de automóviles de alta gama (entre La Pampa y Olleros), y un área que combinará boliches y locales de comida.
“Partimos de la idea de extender el polo gastronómico del Barrio Chino en un primer sector, pero luego eso continuará con concesionarias de autos de alta gama (Audi, Land Rover, Volvo) entre las que habrá lugares donde tomar un café, todo en paralelo a Libertador. Y luego, la zona que se encuentra detrás del Hipódromo será el área en la que se pueda desayunar, almorzar y a la noche, ir al boliche. Para eso, habrá restaurantes de alta gastronomía, locales bailables y una gran playa de estacionamiento subterránea, con capacidad para 900 autos”, describe Tomás Garzón Maceda, de la firma que se encuentra detrás del proyecto Vía Viva.
Shopping a cielo abierto
Para los vecinos de Belgrano, el cambio llegó con la apertura de la peatonal que nace en el arco del Barrio Chino en Juramento, y que se extiende en forma paralela a la calle Arribeños. “A fines de mayo, abriremos la cuadra que va de Mendoza a Olazábal –agrega Tomás–. El paseo completo, estimamos, estará funcionando a mediados de 2024″.
De alguna manera, se trata de una versión más moderna del Barrio Chino, en la que conviven pequeños locales de comida callejera con bazares, regalerías y casas de indumentaria. “Hay propuestas de calidad, combinando marcas nuevas y viejas, muchas asiáticas pero otras no, de modo que hay para todos los gustos”, resume Santiago Chittaro, chef de Dumpling Pong, un pequeño local que hace foco en los dumplings y los baos, y que cuenta con una barra para 7 comensales.
“Apostamos a este espacio porque sabemos que aquí hay futuro –agrega Santiago–. Antes, estar abajo del tren era medio under, pero ahora, es medio hipster”.
En esa línea, la edad de buena parte de los emprendedores gastronómicos define el tono y la estética de los locales. “El Bario Chino de Arribeños está muy sobreexplotado de negocios, sin espacio y menos para los jóvenes. Por eso, cuando surgió este proyecto, vimos que había una oportunidad para hacer algo distinto”, afirma Elisa Hsueh.
Ella, su marido y su hermano, con asesoramiento de sus padres (ambos cocineros), están detrás de tres locales de Vía Viva, que dan cuenta de la propuesta: “Brochette City propone platos de distintos lugares del mundo, convertidos en brochette. Chicken Club toma uno de los platos preferidos de nuestra casa, que es el pollo frito, un poco parecido a la milanesa, pero con una receta distinta, más aromática y especiada. Y el tercero es Sakura, donde se ofrecen mocktails, que son cócteles sin alcohol, que invitan a la experiencia del hanami, que es como se denomina al hecho de caminar debajo de los cerezos”, describe Elisa.
Otro de los puntos fuertes de Vía Viva es el rubro cafetería, dentro del que se cuentan marcas reconocidas. “Creo que el paseo complementa el atractivo turístico del Barrio Chino, donde confluye la gente del barrio, la que viene a trabajar a las oficinas de la zona y los turistas”, comenta Nicolás Cruz, que abrió en Vía Viva un local de Havanna y otro de la cervecería Piba.
El Havanna tiene la particularidad de ser el primero de la marca en haber sido customizado en función de lugar donde se encuentra: tanto la marquesina como las cajas de los tradicionales alfajores están escritas castellano y en chino. Además, el local ostenta un mural con motivos orientales que recorre sus paredes. “Apostamos a que esté 100% metido en la cultura asiática”, dice Nicolás.
Otro aspecto que distingue a Vía Viva del Barrio Chino tradicional es que ofrece algunos de los servicios que se pueden encontrar en un shopping, pero a cielo abierto. Así, el paseo cuenta con baños públicos y con un moderno sistema de monitoreo por cámaras.
Pero lo cierto es que, en su esencia, no es un shopping sino un paseo. “Tiene el espíritu de los mercados asiáticos, como el de Tokio, donde no te sentás, sino que la idea es ir paseando y comiendo al paso”, concluye Elisa.
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