A bordo de una lujosa cabina que se eleva atada a un globo estratosférico desarrollado por la agencia espacial de Francia
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“A la estratósfera en dos horas”, proponía décadas atrás un presidente argentino. Y lo que entonces sonaba descabellado ahora es una realidad. Pero el ascenso hacia los 25 kilómetros de altura durará tan solo una hora y media, y no partirá desde Córdoba (como proponía el ex mandatario), sino de un aeropuerto ubicado en Francia. Desde allí saldrá en 2025 el primer vuelo de Celeste, un globo de helio de última generación que elevará hasta la estratósfera a una lujosa cabina en cuyo interior se realizará una cata de grandes vinos franceses.
Celeste solo tiene capacidad para 2 tripulantes y 6 pasajeros, y los tickets de su vuelo inaugural salieron en preventa esta semana a 130.000 dólares de manos de una compañía francesa llamada Zephalto, cuyos ingenieros desarrollaron este medio de transporte junto a científicos del Centro Nacional de Estudios Espaciales de Francia (CNES), institución que cuenta con décadas en el desarrollo de globos estratosféricos.
Cada uno de los pasajes hace acreedor a un viaje de 6 horas en los que Celeste se elevará hasta la estratósfera, más precisamente a casi 25 kilómetros de altura, donde un reputado sommelier conducirá la degustación. A esa altura no se experimenta todavía el efecto de falta de gravedad, lo que evita que el vino escape de las copas...
Sin embargo, “esa altura es suficiente para admirar la curvatura de la Tierra, su halo azul y las estrellas - destacaron desde Zephalto-. Al observar, como los astronautas, la curvatura de la Tierra desde el espacio, vivirás una experiencia sobrecogedora que trasciende a la humanidad y que permite descubrir una nueva perspectiva del universo”.
Experiencia de lujo
Serán 3 horas las que tendrán los accedan a la experiencia para disfrutar de la cata y, también, de una increíble vista de la Tierra, a la que solo han tenido acceso hasta ahora unos 600 astronautas. Como es de esperar, la cabina es de lujo: construida en fibras compuestas que garantizan su bajo peso y excepcional resistencia, su interior fue diseñado por el arquitecto e interiorista parisino Joseph Dirand, que ha trabajado para casas como Pierre Balmain, Chloé, Givenchy o Balenciaga.
“Nuestra cápsula presurizada en sí misma es un objeto de última generación que brinda las mejores condiciones de comodidad y seguridad”, comentaron desde Zephalto, compañía fundada en 2016 por el piloto francés Vincent Fart d’Astiés. Afuera de la cápsula, a 25 kilómetros de altura, la temperatura es de 55 grados bajo cero.
Antes del vuelo, los pasajeros disfrutarán en tierra de una comida elaborada por destacados chefs franceses. Según informó Zephalto, el ascenso durará alrededor de una hora y media, y será a una velocidad de aproximadamente 14 kilómetros por hora (lo que equivale a elevarse 4 metros por segundo), permitiendo disfrutar de la vista, al igual que durante el descenso, que también durará otra hora y media.
Este será el primero de unos 60 viajes que la compañía francesa planea realizar.
Cata a medias
Sin Embargo, en lo que respecta a la cata de vino, es probable que la experiencia no sea la esperada... Distintos estudios realizados por expertos catadores en aviones advierten que la presurización de la cabina afecta la percepción de lo que se come y lo que se bebe a bordo.
La sequedad del aire de la cabina afecta las fosas nasales y hace que sea más difícil apreciar los aromas y sabores de un vino, en especial de uno complejo y lleno de sutilezas como puede ser un Gran Cru francés de los que se beberán a bordo de Celeste. En una cabina presurizada, la fruta y el dulzor del vino tienden a ser suprimidos y su acidez exagerada.
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