Es la segunda variedad más plantada en la Argentina, pero ya no solo se usa para vinos de volumen; qué etiquetas probar para conocerla
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“¿Qué hay después del Malbec?”, se preguntan muchas bodegas que sueñan con replicar el éxito internacional obtenido por nuestra cepa emblema. Y lo cierto es que después del Malbec está la Bonarda, al menos en términos de volumen. Con 17.712 hectáreas repartidas en las distintas regiones vitivinícolas, es la segunda variedad tinta más plantada en la Argentina.
Pero un argumento adicional es que en los últimos años la Bonarda amplió su perfil de estilos, sumando versiones modernas y elegantes, lo que le permitió colocar un buen número de etiquetas dentro de la más alta gama del vino argentino, incluso en mercados de exportación que van desde Canáda hasta Rusia.
“Pasó de ser considerada una uva más bien popular y para cortes a ser hoy reivindicada por decenas de bodegas que la elaboran en todas las gamas”, dice Roberto González, enólogo de la bodega Nieto Senetiner y un referente indiscutible de esta variedad. Autor del libro Bonarda: la historia de un gran vino, lleva más de 30 años elaborando esta variedad y es uno de los pioneros en su desarrollo en la alta gama.
De eso da cuenta por ejemplo el flamante Nieto Senetiner Patrimonial Bonarda, un tinto que toma sus uvas de viñedos tradicionales de Luján de Cuyo (Mendoza) pero que son elaboradas de forma moderna, dando lugar a un tinto delicado y refrescante, que da cuenta de los característicos aromas a fruta roja (e incluso florales) de esta variedad, que hacen que muchos los confundan en la copa con el Malbec (de hecho se sospecha que hay bodegas que embotellan Bonarda pero en la etiqueta ponen Malbec, aunque esa es otra historia...).
“La Bonarda ha logrado trascender las fronteras de los vinos de alta gama gracias al conocimiento de su correcto manejo en el viñedo y en la bodega, ya que es una variedad de piel fina muy sensible que requiere mucha atención”, agrega González, que destaca que esto ha permitido que esta variedad se hoy objeto de innovación:
“Desde vinos con base de Bonarda, pasando por espumantes y terminando en bebidas pensadas por fuera del mundo tradicional para ser empleadas en coctelería”, precisa.
Incluso la Bonarda tiene su semana, que en este 2023 se celebra del 31 de julio al 6 de agosto.
De Cuervo Negro a Charbono
Originaria de la región francesa de Saboya, allí la Bonarda era conocida como Corbeau Noir, o Cuervo Negro, ya que al ser cultivada antiguamente como enredadera en los árboles para darles sostén, los racimos negros que colgaban de las ramas se confundían con cuervos. Hoy, en la Argentina, una de sus grandes fortalezas es su notable plasticidad.
“La uva Bonarda puede adaptarse a distintos climas y suelos –afirma Germán Buk, enólogo de Finca Las Moras, que elabora esta cepa en los distintos valles de San Juan-. Con esta variedad se pueden obtener desde vinos jóvenes, frescos y frutados, hasta vinos concentrados en color, aroma y estructura, los cuales pueden ser diseñados para la guarda, a través de una correcta elaboración y crianza”.
La elección de la zona en la que será plantada y el rendimiento por planta son dos factores fundamentales que permiten diferenciar estilos y calidades en la Bonarda, sostiene por su parte Héctor Durigutti, enólogo de Durigutti Family Winemakers. “Como sucede con otras variedades, si se deja a la Bonarda producir da vinos de volúmenes, pero si se la controla da vinos de calidad”.
Durigutti elabora esta variedad en distintas franjas de precio, con uvas den distintas regiones y logrando vinos de distintos estilos. E incluso una de sus etiquetas no la nombra como Bonarda sino como Charbono, que es la forma en que se llama a esta uva en los Estados Unidos. De hecho, se trata de un vino que actualmente se exporta a ese y otros destinos internacionales.
Hoy la Bonarda argentina se exporta a muchos países, principalmente a Canadá, Brasil, Estados Unidos, Reino Unido, Rusia, Rusia, Colombia, China, Bélgica, Alemania y República Checa.
Recomendados
A continuación, listamos un puñado de etiquetas de vinos de alta gama que permiten conocer la variedad de estilos que puede hoy asumir la Bonarda.
- Nieto Senetiner Patrimonial Bonarda (Nieto Senetiner): Delicada y refrescante, de perfil frutal ($4665)
- Nicola Catena Bonarda (Catena Zapata): Gran tinto de guarda, una de las Bonarda top argentinas (19.900)
- Mora Negra (Fincas Las Moras): Corte de Bonarda y Malbec que combina uvas de los valles de Perdernal y Tulum (San Juan) ($19.427)
- Proyecto Las Compuertas Charbono (Durigutti Family Winemakers): Tinto mendocino de perfil entre floral y frutal ($8800)
- Pequeñas Fermentaciones Bonarda (El Porvenir de Cafayate): Un exponente salteño que hace foco en la frescura y la textura en boca ($6400)
- Gran Dante Bonarda (Dante Robino): Otro gran clásico de las Bonarda de alta gama, con varias cosechas en su haber y un perfil más clásico ($8600)
Beber con moderación. Prohibida la venta a menores de 18 años.
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