Un restaurante y café ubicado en el jardín del Palacio Noel combina el esplendor de la naturaleza con una rica herencia cultural y una oferta gastronómica que celebra los cereales.
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En pleno barrio de Retiro, detrás de una inesperada fachada colonial conservada, se esconde un tesoro de impronta andaluza: un jardín repleto de cítricos y olivos que conviven con especies silvestres americanas como ombúes, palos borrachos y jacarandás, rodeados del color y los aromas de malvones, jazmines, rosales, bignonias y otras flores cuidadas con esmero. Pero además, este remanso de paz y belleza combina historia, cultura y alta gastronomía gracias a Los Jardines de Las Barquín, un encantador restaurante y café, situado en el espacio verde del Palacio Noel, sede del Museo de Arte Hispanoamericano Isaac Fernández Blanco.
Apenas se ingresa por el pórtico que da a la calle Suipacha (casi Libertador), el aire cambia por completo. En un acto casi de teletransportación, se produce un viaje al pasado colonial de una Buenos Aires que prácticamente ha borrado todo rastro de hispanidad en su arquitectura. El Palacio Noel, una joya arquitectónica construida en 1922 por el arquitecto Martín Noel, es un excelente ejemplo de estilo neocolonial, inspirado en las líneas barroca española y colonial de tradición limeña, cuzqueña y jesuítica del siglo XVIII. Tiene, también, un toque ecléctico: el edificio fue diseñado con una distribución de dos pabellones independientes, conectados por patios y terrazas, una influencia de la escuela francesa de arquitectura. En su interior, el museo alberga una valiosa colección de arte hispanoamericano.
Los paredones que contienen al jardín están recubiertos de enredaderas, que en otoño toman un color rojizo. En uno de los rincones, hay un viejo aljibe, resistiendo el paso del tiempo. El patio tiene desniveles, senderos orientados por ligustrinas prolijamente podadas. A cada paso, hay pistas del mensaje andaluz: bancos y fuentes revestidas con cerámicas de Talavera de la Reina, mayólicas repartidas por entre escaleras y descansos. Si bien el diseño no es cerrado u de hortus conclusus típico de Andalucía, mantiene su esencia a través de una mezcla de flora local y europea.
Este aire trae también consigo una historia de nobleza y belleza. El nombre “Los Jardines de Las Barquín” es en realidad un homenaje a las sobrinas de la Condesa María Ignacia de Velasco Tagle Bracho, quien vivió en esta propiedad a finales del siglo XVIII, antes de que fuera reformada por Noel. La Condesa, una figura noble y altiva que nunca contrajo matrimonio, adoptó a sus sobrinas, las Barquín, conocidas por su belleza. Los jardines de su residencia se convirtieron en un lugar de encuentro para sus numerosos pretendientes.
La Condesa compró la propiedad en 1804 y plantó árboles frutales y olivos. El lugar se convirtió en un escenario de recreo donde ella y su familia pasaban largos veranos. Los olivos, plantados por ella misma, aún permanecen en el jardín, como testigos de un pasado lleno de elegancia y aristocracia.
Gastronomía que celebra los cereales
La primera vez que Germán Sitz, Pedro Peña (chefs y propietarios de Niño Gordo) y Alejandro Feraud (chef de Alo’s Bistro) entraron al jardín de las Barquín quedaron fascinados. Vieron allí la oportunidad de crear un rincón que respetara la historia que lo precedía. Por eso, para no quebrar la armonía de este hermoso espacio verde, decidieron montar el restaurante (con su cocina a la vista) sobre la estructura de un viejo invernadero. La intervención no sólo goza de buen gusto (por ejemplo, su vajilla artesanal que respeta los motivos florales), sino que además está completamente integrada a su entorno: sentarse en una de sus mesas es como estar al aire libre. También hay opciones para sentarse afuera, en una terraza rodeada de altísimas palmeras y palos borrachos.
La propuesta gastronómica busca revalorizar uno de los pilares de la economía argentina: los cereales. Entre los destacados de un menú acotado: la empanada de centeno con hongos, berro y ricota ahumada y el fainá de garbanzos, berenjena y huevo, entre las entradas; el risotto verde de cebada, con espinaca, habas, arvejas, garrapiñada de girasol, queso y verdes, y la milanesa de cerdo, para los principales.
Las Barquín está abierto todo el día; además de almuerzos, ofrece desayunos y meriendas con café de especialidad y la exquisita bollería de Alo’s. Acá, sus creadores no sólo buscan llevar estos ingredientes a los platos, sino también educar sobre su importancia y diversidad. “Los cereales han sido el motor económico histórico de Argentina, con los que el país pagó sus cuentas siempre”, comenta Sitz. La carta del restaurante pone el foco en la calidad y el origen de la materia prima, la variedad y los métodos de producción que influyen en su sabor y textura.
En Los Jardines de Las Barquín, cada visita es un viaje en el tiempo hacia los orígenes de Buenos Aires, y en un entorno que combina la belleza natural con la riqueza histórica y cultural de esta ciudad. Nada mejor, que hacerlo en este patio poblado de referencias andaluzas: cerámicas, fuentes, árboles frutales y flores.
Datos Útiles
Abre de miércoles a lunes de 10 a 18. Martes cerrado. Suipacha 1424 (Museo Fernández Blanco), Retiro. IG: @xlosjardinesdelasbarquinx
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