Después de varios proyectos de gastronomía urbana, Ignacio Ortiz de Rosas decidió dejar Buenos Aires e instalarse a 100 km de la ciudad. En 2023, abrió Colorado, un restaurante que refleja sus viajes y su pasión por la cocina, con platos que van desde el curry tailandés hasta los tradicionales ñoquis de sémola.
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Cansado de la vida urbana, en 2018 Ignacio Ortiz de Rosas decidió instalarse en San Antonio de Areco, anticipándose a la tendencia post-pandemia de buscar refugio en la naturaleza y en ciudades más pequeñas. Se fue a vivir a una chacra y se convirtió en un verdadero granjero. Hizo una huerta, compró una vaca lechera, gallinas y un caballo. Pero su espíritu de emprendedor gastronómico no se aplacaba, y mientras tanto, ojeaba dónde montar su propio restaurante. Embarcarse en otro proyecto no era, en realidad, una novedad para Ignacio. Desde muy pequeño, su costumbre es lanzarse a navegar las turbulentas aguas de la empresa propia.
“Soy gastronómico desde hace más de 30 años”, dice, sentado en una de las mesas del bellísimo restaurante Colorado, ubicado ahí nomás de la plaza central de Areco. “Empecé haciendo una pasantía en un restaurante francés de Buenos Aires, después pasé por distintos lugares, viví en Toulouse, en Nueva York, en Madrid, en muchos lados, típico de laburante de cocina”, resume, mientras invita a probar una trucha curada durante seis horas y ahumada por él mismo, con hinojo, endivia, eneldo, un yogur griego y aceite de oliva.
En realidad, Ignacio no se había imaginado nunca que trabajaría “de esto”. Criado en una familia de alta alcurnia, convivía en un caserón porteño junto a sus siete hermanos y tres personas que trabajaban en la casa. Ahí cultivó una relación especial con Amalia, la encargada de la cocina. Pasaba los días viéndola cocinar. Él le cebaba mates. “Pero no me dejaba tocar una olla”, recuerda, con cariño. “Entonces, cuando ella se iba de franco, el encargado de cocinar para todos era yo; esa fue mi primera conexión con el rubro”, agrega.
Luego de su gira por el mundo, Ignacio volvió a la Argentina en 1996 y abrió un restaurante con el Zorrito Von Quinteiro, Nina Wok. Tenía apenas 26 años. Desde ahí, no paró: “Luego abrí otro con otros amigos, que se llamó Dominga, en Palermo, uno de los primeros del barrio. Nos fue bárbaro. Después tuve un bar, Congo, sobre Honduras, una parilla frente a Plaza Armenia y un bar, Río Café”.
Toda esa intensidad, de repente, lo llevó a pegar un volantazo y bajar un cambio. Pero no duró mucho. Poco tiempo después de arribar a Areco, y mientras se encargaba de su chacra, empezó a delinear su próximo proyecto: un restaurante que rompiera un poco los moldes de la oferta gastronómica arequera. Entonces, compró una casa y se metió de lleno en la obra. “Javier, el arquitecto, me ayudó muchísimo. Tiene mucho vuelo, me propuso muchas cosas, y así arrancamos”, cuenta.
Luego de dos años reformando la propiedad, Colorado abrió sus puertas, en diciembre del 2023, con un salón que no oculta ciertas referencias nórdicas y rebosa de buen gusto. Para resumir su propuesta, Ignacio explica que “este es un restaurante de comida no común, pero simple”.
“Es un recorrido de lo que fui aprendiendo en el mundo, no es cocina de autor, pero son recetas que tienen mi toque”, aclara. “Son platos que me gustan comer: hay algo japonés, pero también un bife con papas. Tengo los ñoquis de sémola, que son un homenaje a Amalia; hago un cordero al horno de barro, cocinado durante toda la noche, y lo presento en un pastel de papa… también ofrecemos un carpaccio de ternera o un curry rojo tailandés”, resume. Un destacadísimo: los panificados de masa madre, que se elaboran allí mismo.
Datos Útiles
Arellano 22, San Antonio de Areco
IG: @coloradoareco
WhatsApp: 1141880005
Abre jueves desde 20.30, viernes y sábado mediodía y noche. Domingo, solo mediodía.
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