Un especialista aporta cinco estrategias para contrarrestar el efecto ‘isla de calor’. Miralas en acción en grandes capitales y en casas reales.
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No es solo que el Panel Intergubernamental de Cambio Climático anuncie que muy probablemente aumentará 1,5ºC en promedio hacia 2040; sino que durante los últimos años se vienen rompiendo récords en todo el mundo. Ya el verano pasado fue el más cálido desde que se toman registros sistematizados en Argentina (1961), y este año atravesamos una ardiente ola de calor con alertas meteorológicas en 22 provincias. La temperatura global sube, y se siente.
En las ciudades, esto es más evidente por el efecto ‘isla de calor’: se llama así a la elevación de la temperatura en entornos urbanos respecto de las áreas periurbanas o rurales circundantes.
“Todas las ciudades la tienen, y es clave saber cómo cada una la experimenta, porque depende de la conformación del entramado urbano”, explica Alejandro Sáez Reale, coordinador de la Unidad de soporte técnico de la Red global de información sobre el calor y la salud (Global Heat Health Information Network). Aunque el efecto ‘isla de calor’ no es lo mismo que una ‘ola de calor’, actúan en forma sinérgica.
“La isla de calor no es lo mismo en Mendoza, en Córdoba, en la Ciudad de Buenos Aires o en Rosario, porque depende de la topografía, del viento, de la morfología urbana, de la altura, de cómo los edificios afectan los vientos, y demás. Lo primero es modelarla, para poder actuar”
Teniendo en cuenta que las olas de calor serán cada vez más frecuentes e intensas y que el 92% de la población de Argentina vive en ciudades, llevar a cabo intervenciones para mitigar este efecto es clave tanto para reducir el impacto del calor en la población como para mejorar la calidad de vida. ¿Qué se puede hacer tanto desde la planificación urbana como en nuestros hogares?
Incorporar más vegetación
“Una medida genérica, pero que siempre funciona bien es incorporar más infraestructura verde, sobre todo vegetación que provea sombra”, dice Sáez Reale.
Además de especies con porte, también es importante la incorporación de plantas y arbustos más pequeños, que también ayudan a reducir el calor del aire a través de la evapotranspiración (idealmente, plantas nativas).
Una ciudad que lleva adelante un ambicioso plan de renaturalización urbana es París, que se propuso ‘desasfaltar’ 100 hectáreas y plantar 170,000 árboles antes del final del mandato de la actual alcaldesa.
Ejemplos domésticos
La incorporación de más vegetación también es válida a nivel doméstico, tanto en veredas y entornos barriales como en patios y terrazas. “Los árboles funcionan como aires acondicionados naturales; si da sol directo en una ventana de vidrio simple, ese ambiente en verano se va a calentar mucho. Pero si tengo un árbol en la ventana que pueda tapar parte de esa radiación, el efecto se reduce”.
“En las terrazas es importante generar buen aislamiento, porque si la planta superior de una casa o un edificio se calienta mucho, se gasta más energía para refrigerarla”, comenta Sáez Reale.
Parasoles y estructuras para la sombra
“El efecto isla de calor tiene que ver con la cantidad de radiación solar que llega a la ciudad y con cómo ésta la absorbe, en base a qué elementos. Si tenemos estructuras que puedan frenar esa radiación directa, ayuda mucho”, explica Sáez Reale.
Ciudades como Barcelona están experimentando con infraestructura que da sombra y, a la vez, incorpora paneles solares para aprovechar la radiación generando energía
En la ciudad francesa de Rennes, una instalación artística con miles de cintas azules y verdes que dan sombra y se mueven con el viento es otro ejemplo de cómo estas intervenciones pueden incorporarse al entorno urbano.
Cuando las casas tienen espacios exteriores, las pérgolas de todo tipo son esenciales para lograr un mejor control de temperatura, y en ventanas y balcones es clave contar con parasoles.
Abajo, un ejemplo en una casa de Villa Ortúzar, Ciudad de Buenos Aires, diseñada por Estudio Damero y Griselda Balián. En el proyecto se le prestó especial atención a que el control solar esté dado por la propia arquitectura, sin necesidad de cortinas, por lo cual se ubicaron estratégicamente aleros y parasoles en las ventanas.
Superficies de colores claros
El color de las superficies tiene efecto en la temperatura que experimentan las personas. Los colores oscuros la retienen, y los colores claros la reflejan, con lo cual aumentar las superficies horizontales de colores claros permite mitigar el calentamiento.
En calles y veredas, puede servir para disminuir el calor para los transeúntes; mientras que en techos, permite bajar la temperatura interior. En París, por ejemplo, se están probando pinturas infrarrojas con perlas cerámicas en calles.
Suelos permeables
Descubrir el pavimento y generar suelos permeables con vegetación no solo disminuye el riesgo de inundaciones ante lluvias fuertes, sino que también tiene un efecto térmico: el agua que transpiran las plantas de esos espacios ayudan a bajar la temperatura ambiente. En México, el estudio EET ha diseñado e implementado diversos “Jardines de lluvia”, que permiten captar agua e infiltrarla al subsuelo para nutrir a las napas subterráneas.
“Nuestra casa es austera en su equipamiento, pero no en la aspiración espacial ni en los desafíos estructurales que implica su diseño. Es un proyecto que consuma saberes profesionales e ideales sobre cómo vivir en conexión con el entorno”, cuentan Silvana Parentella y Joaquín Sánchez Gómez, la pareja que está detrás del estudio P/SG Arquitectes, mientras visitamos su casa. Para el diseño del jardín y de las terrazas, la dueña de casa trabajó en conjunto con la arquitecta y paisajista Manuela García Faure.
Transporte sustentable
La elección de medio de transporte también contribuye al calor en la ciudad. “Los tubos de escape de los vehículos a motor generan, además de gases de efecto invernadero, calor, por producto de la combustión interna. Elegir formas de movilidad más sostenibles como bicicleta o transporte público también contribuye a disminuir el efecto isla de calor”, comenta Sáez Reale.
Aunque en contextos socioeconómicos complicados este tipo de acciones parecen triviales, mitigar los efectos del calor es crucial especialmente para los sectores de menores recursos: son las poblaciones más propensas a sufrir las consecuencias del calentamiento global.
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