Necesitamos sumar biodiversidad a las ciudades para bajar la temperatura, restaurar ciclos hídricos y crear refugios para insectos y aves. Incorporar nativas en casa es parte de conservar y restaurar el paisaje.
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“Somos naturaleza atravesada por una ciudad; acá había un territorio antes”, reflexiona Eve Hernández Roque, diseñadora de paisaje y especialista en plantas nativas al frente del emprendimiento Más que Yuyos.
Su apreciación refleja un cambio de conciencia que se está dando en torno al paisaje urbano, donde se hace cada vez más evidente la necesidad de sumar biodiversidad para bajar la temperatura y el efecto ‘isla de cemento’, generar superficies permeables para restaurar cuencas, crear refugios para la fauna que resiste y bajar las emisiones de carbono que causan el calentamiento global. Los temas parecen gigantes, pero hay una acción simple que se puede llevar a cabo en cualquier hogar, sin importar el aire libre al que se tenga acceso: el cultivo de plantas nativas.
“Aunque parezca mentira, sumar nativas en un balcón, en una terraza o en un pedacito de tierra en la vereda hace la diferencia, porque es una posta para los insectos y las aves, que, si no, tienen que volar grandes distancias para buscar alimento. También, para que se puedan conservar las poblaciones de especies, que de otra forma se conservan solo donde hay una reserva”, comenta Eve.
En balcones y terrazas
Algunas especies nativas a la región metropolitana de Buenos Aires que recomienda Hernández Roque para balcones y terrazas son la malva rosada (Pavonia hastata), malva blanca (Sphaeralcea bonariensis), lantanas, margarita punzó (Glandularia peruviana), suspiros (Oenothera affinis), sen del campo (Senna corymbosa), barba de chivo (Caesalpinia gilliesii), cedrón del monte (Aloysia gratissima), chilca rosada (Eupatorium hecatanthum) y salvias, que pueden cultivarse en macetas o contenedores.
“Las plantas nativas son mucho más resistentes, están más adaptadas al sol, pero al estar en maceta necesitan de riego constante. No suelen llenarse de plagas, pero si aparece alguna sugiero esperar a que la naturaleza haga lo suyo: si hay pulgones, van a llegar las vaquitas u otros depredadores. Cada seis meses hay que hacer un aporte al suelo de materia orgánica como compost”.
Con poco sol o en interiores
“Hay que recordar que en Buenos Aires hay una parte de selva sotobosque, y esas plantas que crecen abajo de otros árboles van perfecto para espacios con poca luz”, comenta Hernández Roque.
“Algunos ejemplos son la flor de patito (Aristolochia fimbriata), la tradescantia nativa o la oreja de ratón (Dichondra argentea), que es un cubre suelo precioso. Hay también helechos nativos, aunque lamentablemente no están muy difundidos”
Enriquecer un jardín tradicional
En los jardines tradicionales con césped de especies exóticas, se puede empezar por hacer canteros o macizos de nativas para incorporar color, movimiento y un aspecto silvestre y orgánico. Incluso se puede incorporar algún árbol nativo como ceibo (Erythrina crista-galli) o anacahuita (Cordia boissieri). Si se desea migrar la cobertura, Hernández Roque sugiere salvia rastrera (Salvia procurrens).
“Tenemos que entender que los jardines no son solo para nosotros, sino que pueden estar vivos para el disfrute de otras especies. Dennis Murphy dijo que si no podemos actuar como administradores responsables de la biodiversidad en el patio de nuestras casas, ¿cómo podemos hacerlo en el planeta? Uno puede elegir qué planta, y elegir una nativa hace la diferencia”.
Un gran recurso para conocer más sobre especies nativas es la guía online de revista Jardín.
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