Importantísimas por su uso diario, las necesitamos cómodas y sólidas; cuando dejan de serlo por su desgaste natural, el momento del cambio no es fácil. Te damos consejos para encararlo.
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“Los requerimientos de una silla son mínimos: que uno pueda sentarse, que sea cómoda y que vista el lugar en el que está”, decía Ricardo Blanco, maestro del diseño de mobiliario y, en particular, de este objeto de uso cotidiano que obsesiona a tantos creadores. Con estas premisas, se puede ir a lo seguro con modelos clásicos (que seguramente hayamos probado alguna vez en algún lugar) o elegir nuevas propuestas, livianas, de líneas puras e igualmente elegantes.
Cómo recuperar una silla, según un restaurador
Por su calidad de otro tiempo y su valor afectivo, no es fácil desprenderse de las sillas heredadas o compradas hace años. Carlos Méndez, restaurador, tapicero y carpintero artesanal con varias décadas de oficio, nos cuenta cuáles son los trabajos que requieren, qué tapizados elegir y cómo mantenerlas.
- “Uno de sus problemas frecuentes es que se aflojan, sobre todo en la unión entre el respaldo y el asiento. En esos casos hay que desarmarlas, encolarlas y entarugarlas nuevamente. Ese trabajo lleva un día; después se deja otro más en la prensa”.
- La madera se lija a mano, se entinta y se le aplica goma laca a muñeca para darle un brillo natural y destacar las vetas. Otra opción es el laqueado poliuretánico, que se aplica con soplete.
“Una buena silla de comedor debe ser maderas estacionadas, como la lenga o el petiribí y de estructura firmes”, afirma Carlos Méndez que en su casa tiene un juego de la firma Lañín para la que trabajó varios años.
- El trabajo de retapizado es minucioso porque a veces hay que retirar telas muy antiguas que están sujetas con tachas. La limpieza de esos géneros debe ser manual. Carlos no aconseja los sistemas de lavado a seco porque destacan aún más las imperfecciones.
- Los géneros que más se usan son pana y lino, que ahora tienen la ventaja de que vienen con procesos antimancha. El cuero natural se reemplaza cada vez más por su versión ecológica.
- En cuanto a los rellenos, Carlos los sigue haciendo con resorte, estopa y arpillera para respetar los materiales originales. Si se hacen a nuevo, utiliza cinchas elásticas italianas, placa de alta densidad de 24 kilos y guata, para dar un aspecto más suave.
- Los tintes más usados son el clásico nogal (oscuro) y desde hace un tiempo, el petiribí (más claro), que destaca las vetas.
Datazo: No usar la aspiradora sobre las sillas tapizadas porque se mueve todo el material interno. Lo mejor pasar suavemente la parte amarilla de la esponja de la cocina.
Comprar sillas nuevas, según diseñadores, arquitectos y estilistas
“La silla tiene que ser cómoda, si no, estás comprando una tortura diaria. Es importante que el tapizado sea de buena calidad y, antes de comprar, asegurarse de que la firma cuente con cobertura post venta”, nos dice Patricio Lix Klett, cofundador del estudio de diseño de mobiliario, interiorismo y asesoramiento La Feliz. Una gran cantidad de objetos que crean Patricio y su mujer, Celeste Bernardini, socia de la marca, nacieron de propia necesidad. Por eso, la silla ‘#40′, uno de sus modelos aclamados, está en su comedor.
“Las sillas de comedor se asocian a la permanencia y la experiencia de disfrutar y compartir que se da en este ambiente. Para los diseñadores, crear una es un desafío enorme, es un objeto que pone en juego todo junto y a la vez. ¿Mis favoritas? ‘Masters’, de Philippe Starck y ‘Eutopia’, de Francisco Gómez Paz”, concluye Patricio Lix Klett.
"Como principio, una silla debe ser cómoda; después se definirán los grados de confort, que varían según el tipo de asiento o de respaldos más o menos rígidos; el uso de apoyabrazos y otros aspectos ergonómicos."
Federico Churba, diseñador industrial y creador del estudio de mobiliario e interiorismo FCH
“Lo primero que ves de una silla es su respaldo: creo que ahí surge el atractivo para el posible comprador. Luego se la sigue recorriendo con la mirada, recibiendo estímulos visuales que, en el mejor de los casos, nos transmitirán alguna emoción. En mi caso, recién entonces me siento y pruebo si es cómoda, miro los materiales y las terminaciones”, detalla Churba.
Cuestión de precios
“Las sillas de diseño son costosas y me pareció que era un gasto que no valía la pena, siendo que estaba ambientando el monoambiente de una chica joven”, nos contaba la fotógrafa Pompi Gutnisky. Estas, modelo ‘Rio’, son económicas, cómodas y apilables, y hasta pueden quedar olvidadas en el balcón sin que se arruinen”.
Cuando una silla de calidad resulta demasiado cara, la mayoría se vuelca por arreglar las que tiene. Después, por copias de los modelos clásicos modernos (ubicuas, más y menos logradas) o decidirse sin pensarlo por un modelo económico y rodearlo bien.
“Nos gustaron estas sillas por el equilibrio entre diseño, calidad y precio. El modelo en color negro, sintético y estilizado se integraba muy bien con el resto del mobiliario y con varios detalles de la reforma. Son muy prácticas: las usamos tanto en la casa como en el estudio. Primero compramos 6, confirmamos que la elección era lo que buscábamos y sumamos 6 más”, detalla Pablo Cosgaya, diseñador gráfico y dueño de esta casa, cuya reforma pueden ver acá.
Ejemplos livianos en época de comedores formales en crisis
Estas sillas estilizadas y en un tono atemporal, acompañan naturalmente las mesas y le dan categoría e informalidad al comedor.
Dicen que con el avance de las cocinas integradas y los hogares de pocos metros, el comedor es un espacio en extinción. Cuando reformó y ambientó el PH antiguo en el que vive, el diseñador Rob Ortiz optó por una mesa alta (tiene más de 90 cm.), que es una especie de barra formal y la acompañó con sillas de hierro que también son elevadas, de livianas, modernas y en un elegante azul.
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