Diego Victorica y Florencia Bosisio dejaron su PH en la Lucila para reformar esta construcción, a la que le dieron total apertura y foco en el aire libre.
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Cuando visitamos a Diego Victorica y Florencia Bosisio a mediados de 2021, el foco de la nota estuvo en cómo les había resultado durante la pandemia la reforma de su PH en La Lucila, y una premonitoria frase quedó picando: “¡No hay nada más que le podamos hacer a esta casa!”. Entonces, si sumamos que a Flor el 2020 plus le terminó de confirmar que necesitaba más sol y verde, y que el bichito de la reforma andaba suelto en el hogar de dos arquitectos, no extraña que Diego haya accedido a acompañarla esa misma tarde a ver una casa que estaba a la venta a la vuelta de la suya (de chusma, nomás).
Para cuando terminó la recorrida, tenían 10 proyectos en la cabeza. Pero al día siguiente, alguien más la reservó. Pocos días después, manejando por el vecino barrio de Martínez, vieron a alguien entrando en una casa con cartel de venta. Frenaron y charlaron unos minutos. “Por lo que me cuentan, esta casa no es para ustedes, pero les puedo mostrar otra a una cuadra”, les ofreció, para su enorme sorpresa.
“Cuando vimos el árbol blanco de flores, nos dijimos: «Es acá»”, recuerda Diego. “Si activás, algo aparece, aunque no sea el momento (porque nunca es el momento). También acelera el proceso saber mirar, el filtro que te da la experiencia”. “¿Ahí entra el árbol?”. “Y, sí… Nosotros podemos hacer todo en una casa; pero un ciruelo en flor es invalorable”.
Diario de una transformación
"Ser nuestros propios clientes agilizó todo. Igual, estuvimos casi siempre de acuerdo, aun cuando cambiábamos de opinión por lo que iba surgiendo naturalmente en la obra. Esta reforma nos agarra con más experiencia."
Arq. Diego Victorica, socio del estudio Ottone-Victorica y dueño de casa
"Con esta planta tan abierta, el porcelanato es lo mejor en términos de mantenimiento, y ponerlo en toda la casa simplificó las compras y la colocación. Tomamos muchas decisiones en base a la rapidez: la reforma duró solo cuatro meses."
Arq. Florencia Bosisio, socia del estudio Aire y dueña de casa
“Acá podemos construir en alto, tenemos jardín, más sol y tantos metros como en nuestra casa anterior. Por eso, los muebles son los mismos. Si das un salto muy grande, el interiorismo es otro gasto a considerar”.
Hecho realidad
“Acá vivían los paisajistas Pedro Duggan y Guadalupe Bunge, dos genios que usaban su jardín como terreno de experimentación. Aunque es chico, está plantado de manera tal que cada dos meses tenés algo en flor, lo que te va ‘contando’ el paso del año a través de las plantas”, nos cuenta Diego.
“La primera vez que entramos y vimos tantas orquídeas, un helecho arborescente enorme y el ciruelo, nos enamoramos. A ellos les sorprendió que dejáramos el jardín tal cual. ¡Como para no! Antes de empezar la obra, lo protegimos para que no lo dañara el polvo y veníamos todos los días a regar. Nos sentimos muy afortunados de haberlo heredado”.
Opiniones en torno de una galería
“El día antes de empezar la obra, hicimos un asado en el jardín con nuestros amigos de la facultad. La mayoría insistía en que no teníamos que sacar la galería. «¡¿Qué hacemos?!», nos dijimos. Apenas se fue el último, agarramos la cinta de papel y dibujamos la silueta de nuestros muebles en el piso. Una vez más, confirmamos que entraban la mesa y las sillas que teníamos, pero que el espacio no daba para circular con comodidad alrededor”, recuerda Flor.
“Lo que terminó de decidirnos a sacarla, a pesar de lo que decían personas tan valoradas, es que, al construir en alto y aumentar los metros cubiertos, el living-comedor iba a quedar chico en proporción. Sabemos que no es lo mismo tener ventanales enormes que una galería con su reparo, pero nos volcamos por un espacio interior más generoso: si no, no iba a ser ni chicha ni limonada”. Y se los nota conformes con el resultado.
“La idea es, lo antes posible, empezar a construir en planta alta tres dormitorios a la calle, dejando parte de la terraza libre para no sofocar el jardín”.
Acompañar la forma de vida
“Antes no teníamos una cocina integrada; la hicimos porque así vivimos, cocinamos nosotros todas las noches. ¿Que siempre tiene que estar prolija? No es un tema: somos bastante ordenados”, dicen, mirándose convencidos.
“Cuando fuimos a elegir piedras, este granito nos encantó, así que Flor adaptó el color de los muebles que estaba diseñando a la mesada y la alzada en ese material”.
Planos del antes y después
Seguir el sol
“El patio le dio mucha vida a este sector. De hecho, íbamos a usar el cuartito de adelante como estudio, pero cuando vimos el sol que entraba, trajimos la mesada de nuestra antigua parrilla e instalamos el escritorio”, dice Flor, que se declara fan de los patios internos. “En la casa anterior también teníamos uno. Da una escala doméstica, además de aire y luz. Y acá posibilita una doble circulación que está muy en sintonía con nuestra dinámica familiar”.
Sector privado
Cama ‘Dora’, hecha con piezas encastrables de MDF (MEM, Materiales en Movimiento). Pie de lana natural (Elementos Argentinos) y manta gris de Ikea.
“Como para arriba proyectamos dos baños, dejamos uno solo en planta baja, en lugar de tres. Serán unos meses no tan cómodos, pero, si no, íbamos a terminar en una casa con cinco baños”. Arriba, a la derecha, mampara (Vidriería Martínez), mesada de punta a punta en ‘Porfido Café’ (Mármoles Olivos) y bacha ‘Tori’ (Ferrum) con grifería ‘Puelo’ (FV).
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