Con mejoras estructurales o solamente toques deco que no requieren obra, te mostramos ejemplos reales para darle una nueva -y mejor- vida a estos espacios.
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Es raro encontrar un altillo en una casa hecha a cero: es un elemento que se asocia con los chalets más clásicos de techos a dos aguas, donde se los usaba como ese espacio de guardado que no contemplaban las plantas inferiores. En muchos casos, era solo una ilusión, porque solían terminar como un polvoriento “guardatutti”. Para los que tengan uno desaprovechado, armamos un compilado de buenas ideas omados de casas que visitamos.
Casas reales, aprendizajes reales
“Preservando su escalera de acceso y trayéndole más luz, convertimos el altillo/baulera en mi espacio de trabajo, un plus enorme tras haber integrado el espacio social”, nos contaba la arquitecta Sara Plazibat cuando la visitamos en su chalet de Acassuso, al que le hizo una profunda reforma. Aunque estaba en pésimo estado, la ubicación era excelente, le encantaba que fuera de una sola planta y el altillo aparecía como una gran posibilidad.
"Acá encontré mi santuario creativo. Tengo lugar para guardar y revisar todo lo que me inspira para mis proyectos de arquitectura."
Arq. Sara Plazibat
Pero bueno, primero lo primero: reconocer el espacio. Para eso, hay que sacar todo lo que lo abarrota y observar los metros de los que disponemos (incluyendo la altura), la luz que recibe y el acceso que nos conecta con esta promesa de ambiente ganado, como hizo en su casa de Martínez la instagramer Gabriela Di Pietrantonio (creadora de @everythingisdato).
- Las ventanas para techo son caras, pero, también, son pura ganancia. Dejan entrar luz natural y permiten ver el cielo, quitando toda vieja sensación de encierro o agobio.
- Si el espacio es suficiente, armar sectores definidos mediante la decoración.
- Pintar de tonos claros es un modo de ampliar visualmente estos espacios de techos bajos, especialmente en las puntas.
- Construir un placard, para no caer en la tentación de volver a dejar las cosas desordenadas.
En el altillo que vemos bajo estas líneas, las arquitectas Guadalupe Sobral y Julia Dalotto, de Atelier Brüx, ayudaron a su propietaria a darle más atractivo y practicidad al rincón en el que tomaba sus clases de meditación y yoga.
- El mobiliario, si se puede, es mejor diseñarlo a medida. Resulta clave para ganar espacio de guardado y sumar situaciones.
- Recuperar la madera original (como acá) o incorporarla en luminarias y muebles es una de las maneras más afectivas de darle calidez a estos espacios.
- Unir artefactos de iluminación puntual y también bandejas de luz difusa. Y siempre, siempre, con luces cálidas.
- Proteger la escalera: casi siempre, el acceso es pequeño y la escalera, empinada. En los dos casos que les mostramos, se optó por protegerlas, ya sea con un cerramiento de chapa negra o con una jaula con un varillado que de madera.
Oficina II
La necesidad de tener un espacio de trabajo llevó a los dueños de este PH en Vicente López a quitar los tanques de agua, los trastos viejos y el polvo del altillo (hasta ese momento inaccesible) y conquistarlo. Así, proyectaron esta preciosa oficina.
- Se reforzó la estructura y se generó un nuevo tramo de escalera en chapa para facilitar el acceso.
- Se eligió un piso blanco de epoxi para maximizar la luz y crear un espacio limpio y claro.
- En la misma línea, se les dio protagonismo a las ventanas cenitales, fuente segura de luz natural.
- A medida, se instalaron bibliotecas y escritorio.
Nada de depósito
“No quería que el altillo fuera un depósito. ¿Para qué guardar cosas en desuso? Elegí jerarquizarlo y quedó un espacio silencioso y cálido. Me gustó tanto que se convirtió en mi lugar de trabajo”, nos contó el fotógrafo Paul Massey cuando lo entrevistamos a propósito de la reforma que hizo en su casa de Londres.
Cosas de chicos
Si a los adultos les atraen los altillos como lugar de paz y tranquilidad, mucho más a los adolescentes y niños. “Para ellas es un súper plan subir a jugar; es como su mundito”, nos contaba la dueña de esta casa con mucho color.
De altillo abandonado a depto completo
El arquitecto Rodrigo Battaglia, uno de los fundadores del estudio BA|SZ, descubrió -con solo verlo- el potencial de este altillo con vista al Río de La Plata, abandonado por décadas en un edificio frente al hipódromo de Palermo, proyectado por Adolfo Bullrich en 1940. Autmáticamente, sintió que ahí podría construir su hogar.
En este caso, se buscó recrear la atmósfera de las típicas buhardillas europeas, pero con detalles funcionales, cálidos y modernos.
- Para alargar la superficie de apoyo en el sector de la cocina, se construyó una mesa de 75cm de alto con tapa de Neolith y otra mesada de 90cm de Silestone ‘White Storm’ (Marmolería San Marco), que se unen.
- Colocaron arriba de la heladera el microondas, optimizando cada centímetro.
- Se diseñaron los muebles hasta el techo para destacar la verticalidad del espacio. Estos, a su vez, ayudan a delimitar los sectores.
- Se colocó un espejo (lo ves en la foto de abajo, detrás del dueño de casa) para duplicar el paisaje en el interior y aumentar la sensación de expansión y la luz.
Se jugaron por todo
En su casa de Ferrara, la argentina Lorena Oviedo y su marido italiano amoblaron el altillo con grandes sillones para ver la TV y nunca más bajaron. Además, es el lugar desde donde él hace home office.
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