La dueña del departamento no solo disfruta de estos dos edificios que se “avalanzan” sobre su terraza, también, el suyo es patrimonio: fue construido por el arquitecto Héctor Ayerza en el 1900.
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Si bien este edificio clásico a metros de Plaza San Martín fue originalmente una residencia familiar, funcionó durante años como edificio de oficinas. Ahí tenía la suya el padre de Mónica, que llamó al arquitecto Manuel Acevedo Gioja, detrás de Gioja Estudio, para actualizarlo por completo. “Esta obra es la que más orgulloso me tiene”, confiesa Acevedo, porque el regocijo es doble: no solo convirtió una oficina en un departamento funcional, cálido y moderno, sino que Mónica, que pensaba ofrecerla en alquiler tras ponerla en valor, terminó mudándose para ocuparla ella misma. Es que no podía perderse la escena única que le brindan, a diario, el Kavanagh, la Basílica del Santísimo Sacramento y las residencias del Hotel Plaza, que parecen volcarse sobre su terraza.
A los recuerdos de archiveros contundentes, máquinas de escribir y pasillos alfombrados, se les superponen hoy muebles que reciben, pisos de madera y ambientes cargados de luz. Borrón y cuenta nueva.
"Como el departamento funcionaba como oficina desde hacía 30 años, hubo que tender desagües de cero y reconstruir el uso residencial que el edificio tuvo en el siglo pasado, cuando lo construyó el arquitecto Héctor Ayerza"
Arq. Manuel Acevedo Gioja, fundador de Gioja Estudio
La pérgola se hizo con hierro y listones de WPC, material que exige cero mantenimiento y que resultó más económico que la madera. En este espacio, además, el Estudio reconstruyó el revestimiento símil piedra París, las buñas de las paredes y los rosetones ornamentales que estaban en al edificio.
Paréntesis en la élite porteña
Palacios de estilo parisino, hoteles de lujo, galerías, iglesias imponentes e íconos del modernismo. Todo eso se congrega en Retiro, un barrio que se consolidó entre fines del 1800 y principios del 1900, y que no pierde su esencia aristocrática pese al cambio de hábitos y el traslado de las familias fundadoras a otras partes de la ciudad.
Desde su terraza, la obra que recorrimos ofrece una puesta en escena de todo esto, y proyecta la película de uno de los más difundidos mitos del barrio: la supuesta venganza de Cora Kavanagh sobre Mercedes Castellanos de Anchorena por impedirle concretar la historia de amor con su hijo Aarón.
El cuento sería así: la señora de Anchorena les encarga a los arquitectos franceses Coulomb y Chauvet la construcción de la Basílica del Santísimo Sacramento, inaugurada en 1916. Ese mismo año, la acaudalada dama también estrena su palacio familiar de Arenales y Esmeralda (actual Cancillería).
La vista entre una construcción y la otra estaba despejada. Hasta que Cora le plantó en medio el edificio de hormigón armado más alto del mundo, que bautizó con su propio nombre. Lo proyectó el estudio Sánchez, Lagos y de la Torre y se inauguró en 1936. Lamentablemente, las fechas no coinciden. Porque la historia es maravillosa.
Reto estructural
Con el asesoramiento de los ingenieros Mariano Barbieri y Gastón Andrés García, se hicieron refuerzos metálicos en la losa para abrir grandes pasos entre la cocina y el comedor, las salas de estar y, también, aumentar el tamaño de las ventanas.
“La unidad tenía potencial por donde se la viera: buena distribución, techos de tres metros y medio, y una terraza imponente, tanto por las vistas al Kavanagh y al Santísimo, como por sus dimensiones, que permitieron armar un comedor y un living exterior muy amplios”, asegura el arquitecto, quien trabaja de forma independiente y viaja según las obras que tiene en curso (actualmente está radicado en España por la reforma de un estudio de grabación y un café, y desde allí, además, coordina el proyecto de un hotel boutique en Mendoza.
“Participé desde el anteproyecto hasta el interiorismo. Saber de entrada qué sillón va a ir en el living o qué forma va a tener la mesa del comedor te permite diseñar con mayor precisión”
“El diseño de interiores hace honor a la elegancia del edificio. Neutro, con pocos colores (blanco, beige, gris y negro) y con un mobiliario que acompaña a la arquitectura en silencio, sin piezas excéntricas que se lleven la atención”
¿Qué se hizo?
La iluminación artificial, muy presente y definida en esta reforma
La cava, transparente e iluminada, ayuda en la integración de los ambientes y en el recorrido de luces indirectas.
“Junto con la arquitecta Giuliana Nieva, especialista en iluminación, hicimos un planteo de luces indirectas con apliques de pared que marcan el recorrido por el departamento. Excepto en la cocina, me gusta que la luz sea tenue y regulable, para evitar energías tensas”
“Como la curva habilita dinámicas más fluidas que la línea recta, es un buen recurso para incorporar en ambientes integrados. Por eso la elegí para la isla de la cocina, que además ocupa el centro del espacio”
Tip: la franja superior de la puerta de acceso a la cocina se aprovechó para sumar lugar de guardado.
Dos dormitorios en suite
“Las suites son la base de una vivienda y me parece importante que siempre tengan un buen baño, con un estilo alineado al del espacio de descanso. En este caso, el Travertino y la madera aseguran la continuidad de esa impronta sobria y elegante”
El revestimiento de cedro del dormitorio principal estaba allí; se desmontó para canalizar la instalación eléctrica por detrás y, de paso, lijarlo.
“Para que el espejo del toilette pudiera leerse de piso a techo y aportar un sello original, diseñé una mesada que se separa de la pared gracias a una estructura interior de hierro tomada de los laterales”
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