La arquitecta Gisela Literas lideró la obra que modificó la circulación y abrió la cocina hacia el living-comedor y el hall gracias a cerramientos transparentes.
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Al ingresar al departamento, lo primero que aparecía era un hall oscuro, con un placard grande. Recién después se veía la luz natural, que llegaba desde los otros ambientes. Para ‘desencajonar’ el recibidor y renovar la cocina, principales objetivos de la familia dueña de casa, la arquitecta Gisela Literas, de Estudio Literas, proyectó un cambio de límites y materiales que revitalizó todo el sector.
"Los ejes de la obra fueron, primero, abrir (por eso demolimos y cambiamos la circulación) y después, cerrar, pero con nuevas soluciones acordes al objetivo de integrar la cocina e iluminar el hall."
Arq. Gisela Literas, Estudio Literas, a cargo de la reforma
Nuevo ingreso
“Los dueños de casa lo tenían en claro: querían conectar la cocina y living con puertas corredizas de vidrio repartido. Las diseñamos para aprovechar al máximo toda la superficie disponible”, cuenta la arquitecta sobre el pedido inicial que recibió al llegar a este departamento ubicado en un 2º piso, en Martínez. Al modificar la circulación y el ingreso, también pudieron ampliar unos centímetros la cocina hacia el hall, ganando el espacio que antes ocupaba el placard.
Equipada al máximo
Aunque la cocina tuviera pocos metros, debía contener diferentes situaciones: la cocina en sí, un lavadero, espacio de guardado y una barra con banquetas, en la que la familia disfruta desayunar junta o comer cuando tienen horarios diferentes.
Dejaron el artefacto de cocina debajo de la ventana, pero la movieron hacia el centro; allí, por seguridad, colocaron paños fijos. Pintaron los marcos de negro y las paredes y techo de blanco satinado.
El mueble esquinero –cerrado y ampliado– contiene el microondas, oculta el termotanque y sirve como escobero. El lavarropas se mudó al lateral de los grandes electrodomésticos.
En conjunto
La arquitecta propuso diferentes diseños para la estantería que rodea al vano. Se inclinaron por una que repite los materiales del ambiente, y que permite tener la vajilla a mano, algo a lo que los dueños de casa ya estaban acostumbrados.
Para sectorizar y dar volumen, bajaron el cielo raso a la altura de la barra: allí iluminaron con artefactos embutidos, mientras que en las ventanas aprovecharon algunos artefactos de pared que ya tenían, pintándolos también de negro. Las macetas colgantes, que fueron realizadas por el Estudio junto al mueble y sujetadas al estante superior, terminan de animar el nuevo sector; con el tiempo, los potus irán creciendo y caerán por delante de la ventana.
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