Es una cafetería que por dentro aspira a asemejarse a un espacio verde porteño; su diseño llamó la atención y despertó reacciones en las redes
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Por fuera, parece un comercio como cualquier otro. Sin embargo, por dentro, se asemeja más a una plaza pública que a una cafetería de especialidad. Con una propuesta arquitectónica diferente, JISU, ubicado en Puerto Madero, se volvió viral en los últimos días por la sorpresa que generó el diseño de su local, que no tiene mesas ni sillas, sino canteros, plantas, baldosas y cemento. ¿De dónde salió la idea?
Se trata de un proyecto diseñado y dirigido entre 2019 y 2020 por el arquitecto Tomás Mielnikowicz. El local busca crear un espacio que haga alusión a las plazas porteñas, mezclando elementos de la cultura nacional y la oriental que se fusionen con el aroma a café. Por eso, es un espacio amplio de “líneas sencillas y rápido entendimiento, de geometrías puras en armonía con tonos neutros, materiales pétreos, vegetación puntual y una pieza escultórica central como luminaria principal”, según detallan en la memoria descriptiva de la obra.
El fundador de JISU cuenta a LA NACION que la idea de abrir el local estuvo inspirada en la isla Jeju en Corea del Sur y además demás de buscar que el espacio tenga un aura porteña también quisieron darle pequeños toques inspirados en la cultura oriental.
Para lograr que la cafetería se parezca a los espacios públicos del centro de la Ciudad, utilizaron una de las baldosas más vistas en todas las plazas y veredas: la color gris de 64 panes. Además, decidieron no agregar mobiliario como piezas móviles dentro del local, sino que optaron por diseñar sectores de bancos tectónicos, maceteros y una barra. Otro elemento referencial que tomaron de las plazas céntricas porteñas, como la Plaza de Mayo, son los faroles dorados ornamentados con fanales esféricos u ovalados. De los mismos, rescataron el color dorado, para los zócalos, herrería y artefactos de iluminación y las formas esféricas, que se utilizaron para diseñar la iluminación sobre la barra.
“Nuestro espacio está diseñado acorde a la zona y pensando en la necesidad de las personas que circulan por acá”, asegura uno de los socios fundadores del comercio. “Estamos en una zona en donde predominan las oficinas, pero además, Puerto Madero es un barrio en el que se practican muchas actividades al aire libre. Buscamos crear un espacio dinámico y al paso para que la gente pueda darse un momento en JISU y luego siga con su día”, agrega y dice que el nombre de la cafetería no tiene ningún significado especial.
En cuanto a las especificaciones técnicas, la diagramación espacial general del local está regida por el vínculo constante que hay entre la barra monolítica y los sucesivos sectores de piso que la acompañan. “Cada sector de piso equivale a una franja de cuatro módulos de ancho, que podrían imaginarse como planos alargados que se pliegan en ángulos rectos, formando así los distintos tipos de bancos y canteros de la plaza alegórica”, detallan en el escrito de la obra. “En total, podríamos distinguir ocho franjas sucesivas de piso, perpendiculares al eje principal de la barra, diseñadas como estas alfombras o planos de cuatro baldosas de ancho, que van plegándose a 90° grados para configurar el sistema de bancos, apoyos, y maceteros de la tienda”, agregan.
En el centro del local, además, hay un artefacto escultórico que es obra del artista Paul Sende. Son 12 módulos con forma de cuartos de círculo concatenados entre sí, programados y conectados para lograr una posición de iluminación estática de potencia regulable que, sostienen, “logra recrear por momentos el paso de las nubes bajo el sol, trasladándonos a una posible situación vivenciada al aire libre”.
En los últimos días, un video publicado en TikTok por la cuenta “Food Finders” se viralizó y las críticas hacia el diseño del local se multiplicaron, especialmente, aquellas que apuntaron contra la “incomodidad” del espacio. Consultado por la decisión de construir un lugar así, el socio explica su postura: “El café se toma en todo momento o lugar. Es la trazabilidad del trabajo de toda la cadena productiva, desde el caficultor pasando por el tostador hasta el barista que lo prepara y sirve”. “La experiencia de un café de especialidad está dentro de la taza”, sostiene.