Vidal negocia con piezas y reglas distintas a las de Macri
Demasiado rápido, demasiado fácil. Pese al malestar que se siente en la calle y se palpa en el conurbano, y el consecuente envalentonamiento de un kirchnerismo unido al PJ de cara a 2019 , María Eugenia Vidal consiguió ayer, y al primer intento, que la oposición en la Legislatura bonaerense le aprobara el presupuesto y un nuevo endeudamiento. Lejos, muy lejos, del trabajoso acuerdo que debió construir la Casa Rosada en el Congreso, regado de costosas concesiones económicas a los gobernadores y en medio de violentas escenas callejeras.
Detrás de esas asimetrías en la forma de negociar y en los resultados conseguidos por la gobernadora bonaerense y el presidente Mauricio Macri se esconden diferencias en torno de las reglas de juego, las piezas en movimiento y el tablero que Vidal elige utilizar.
El reglamento la obliga a pararse distinto frente a la oposición: aunque tiene más votos en la Legislatura que Macri en el Congreso, Vidal necesita reunir dos tercios de las voluntades cada fin de año, para solicitar nueva deuda. Sin deuda no hay presupuesto.
Las piezas que mueven Vidal y Macri se parecen, pero solo a simple vista. En provincia, los ministros de Gobierno, Joaquín De la Torre, y de Economía, Hernán Lacunza , y el presidente de la Cámara baja, Manuel Mosca, encabezan los rounds preparatorios con la oposición. Como en Nación lo hacen centralmente el ministro del Interior, Rogelio Frigerio , y el titular de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó .
Pero en provincia, el oficialismo juega con dos piezas más. Una es el jefe de Gabinete, Federico Salvai , que a diferencia de su par nacional, Marcos Peña , elige meterse en el barro de las negociaciones políticas y económicas. Salvai es el artífice del acuerdo con los intendentes del PJ dialoguista, referenciados en el lomense Martín Insaurralde .
La otra pieza es Vidal, que cada año se encarga de cerrar el acuerdo que haga falta con Sergio Massa . El jueves pasado fue hasta Tigre para conseguirlo. Difícil imaginar a Macri en la misma peregrinación.
Insaurralde y Massa encarnan ese tablero opositor que Vidal decidió construir desde el primer día en la gobernación. Massa fue central en un principio, hasta el punto que Vidal le confió la presidencia de la Cámara de Diputados, a través de Jorge Sarghini. "Y María Eugenia se ocupó personalmente de cuidar el vínculo incluso cuando Sergio se convirtió en mala palabra para Macri y aun pese a las presiones de la Casa Rosada para desterrarlo", cuenta un testigo de esa relación.
Insaurralde ofició de articulador de los votos de los intendentes dialoguistas del PJ en los primeros diciembres. Este año ofició como enlace ampliado hacia Máximo Kirchner . Lo que Salvai, Insaurralde y el hijo de Cristina Kirchner lograron fue determinante para arañar los últimos votos: que legisladores peronistas y kirchneristas votaran divididos, pero de común acuerdo y sin poner en duda la meta de 2019.
Quizás el senador nacional Miguel Pichetto sea la pieza que más se parezca, en el tablero de Macri, al rol que Massa e Insaurralde ocupan en el escenario de Vidal. Pero el rionegrino fue perdiendo bancas y votos kirchneristas con el paso de los meses. Igual que Massa. Insaurralde, en cambio, creció como articulador de votos kirchneristas.
"Lo mejor que hicimos estos tres años fue sostener un delicado equilibrio en la interna del peronismo entre Massa e Insaurralde. Sin hacerlos entrar en conflicto y sin exponerlos", resumen en La Plata.
De la mano de ambos consiguieron los presupuestos y endeudamientos de 2016, 2017 y 2018. El de 2019 sumó, además, votos de Unidad Ciudadana.
Enfrentado a Massa, menguado Pichetto y sin puentes con Cristina, los operadores políticos de Macri quedaron obligados a encarar múltiples paritarias con los gobernadores y caciques peronistas para hacerse de votos en el Congreso. Salvo excepciones, los nombres fueron cambiando año con año. Los costos económicos se mantuvieron.
En rigor, Macri compartió los costos con Vidal este año: la Casa Rosada aceptó en la negociación con los gobernadores del PJ que buena parte del ajuste que inicialmente iba a ser federal se concentre en la provincia de Buenos Aires.
Vidal tragó saliva, tomó nota y aplicó la misma receta: planteó un presupuesto que trasladaba un ajuste fenomenal a los municipios, vía traspaso de subsidios por unos $14.000 millones. Escandalizados, los intendentes opositores corrieron a negociar la quita de ese peso. Esa quita y promesas de obras en papel fue lo que obtuvieron por sus votos.
En rigor, negociaron una ficha que Vidal no iba a poder aplicar: 69 de los 135 municipios de la provincia son de Cambiemos. "Transferirles esa carga no era una opción, porque son nuestros intendentes", destacan cerca de la gobernadora. Cualquier reproche hacia la Casa Rosada en ese comentario queda librado a la voluntad del lector.
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