Una exmilitante denunció acoso en La Cámpora: "Nadie pidió perdón"
Empujones. Acoso verbal. Ninguneo. Una exmilitante de La Cámpora denunció públicamente que durante su paso por la actividad partidaria sufrió distintos tipos de abuso e instó a sus "hermanas" que aún siguen formando parte del espacio kirchnerista que "no se callen más".
Pero el llamado que hizo Marisol De Ambrosio en una columna publicada en Infobae fue más allá de lo que esperaba. En diálogo con LA NACION, la periodista contó que tras el revuelo que generó su testimonio, que apunta con nombre y apellido a dirigentes como Juan Cabandié , le escribieron palabras de agradecimiento no solo exmilitantes de La Cámpora, sino también de otros espacios políticos donde también se dan situaciones de acoso.
"Me escribió toda la gente que conozco pero también la que no conozco, que me agradece lo que hice. Y no solo de La Cámpora; también me llegaron mensajes de otros partidos. Incluso de un chico que también sufrió acoso", dijo, algo sorprendida.
Sin embargo, entre todos los mensajes que recibió por su columna -que fue la consecuencia de un posteo en su cuenta de Facebook donde contó su experiencia- no hubo ni uno solo de las personas que la hicieron pasar por situaciones desagradables.
"Si alguno de ellos me hubiese pedido perdón alguna vez, capaz este texto no se escribía", confesó.
Marisol tiene 31 años y es periodista. Militó en La Cámpora por un año desde poco antes de la muerte de Néstor Kirchner. Durante su paso por el partido que lidera Máximo Kirchner sufrió violencia verbal y física propia de "una estructura de poder machista" que conoció desde su albor.
En su columna, la exmilitante contó que Juan Cabandié la acosó verbalmente "delante de todos" en un campamento en Cañuelas. Dijo que el exdiputado nacional es "uno de los más famosos acosadores" dentro de la organización. También apuntó contra Julián Eyzaguirre, un dirigente joven de militancia universitaria que, según contó, ya tiene una denuncia por violencia de género.
Una vez, en Parque Patricios, donde militaba, el exnovio de Marisol la empujó frente a otros militantes. Su expareja era el "referente" de la comunicación del barrio y, reflejo del verticalismo extremo, la maltrató por haber enviado mails a la comuna sin su autorización. En otra ocasión, la llevaron "afuera" para "ordenarla" luego de que sugiriera participar de una movilización para pedir justicia por la muerte de Mariano Ferreyra. "Ordenarla" era ubicarla ideológicamente.
Según la periodista, durante años prefirió no hablar de su experiencia o de la de sus compañeras porque no era bien visto puertas adentro. Corrían riesgo de quedar etiquetadas como "funcionales a la derecha". Tampoco, dijo a LA NACION, estaban dadas las condiciones para denunciar. Simplemente porque poco tiempo atrás no existía la concientización que existe hoy.
"Si hubiera vivido un maltrato reiterado pero con conciencia lo hubiera denunciado antes. Yo no me daba cuenta y entré también en esa estructura", lamentó.
En su llamado a otras militantes a denunciar casos de abuso, Marisol advierte que alzar la voz no debe ser motivo de condena. "Es muy importante que las compañeras entiendan que hablar no te hace anti kirchnerista, ni macrista, ni traidora", dijo a este diario.
Se percibe cierto orgullo en la voz de la periodista cuando se le pregunta por la catarata de mensajes que recibió de otras personas que sufrieron acoso y que eventualmente también podrán alzar la voz. "Estoy haciendo el trabajo de militante; el de cambiar las cosas", confesó.
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