Una citación que lleva al poder y a los fondos de La Cámpora
No es la primera vez que a Máximo Kirchner y a su madre, Cristina Fernández , los une una causa penal. En Hotesur , ambos, además de Florencia , deberán explayarse ante un tribunal oral sobre los negocios económicos de la Justicia.
Pero la diferencia de aquella causa con el caso de los cuadernos de las coimas es que ahora le preguntarán cómo se financió gran parte de la vida política de La Cámpora, organización de la que Máximo es el principal líder.
Ayer por la tarde se conoció la decisión del juez Claudio Bonadio: en pocos días lo tendrá sentado delante al hijo de los últimos dos expresidentes. Pero más allá de la efervescencia que tiene un Kirchner más en el banquillo, lo que empieza a mirarse es el funcionamiento de la agrupación política más aguerrida de las que siguen a Cristina Kirchner.
Máximo está mencionado en varias partes de la causa. Las primeras menciones las hizo José López, hombre de confianza de su padre que pasaba tardes enteras en Olivos negociando con intendentes y gobernadores los favores de la obra pública.
El hombre de los bolsos en el convento se explayó sobre el dinero que le aportaban a La Campora y que provenía de los retornos de la obra pública. Según López, De Vido le dijo que ellos lo financiaban. "Nos veían como una escoria", se sinceró. Contó, además, que alguna vez estuvo en una reunión en la que llegó José María Olazagasti, secretario privado del exministro, y que había que juntar dinero para "los chicos de La Cámpora". Inmediatamente se mencionaron los líderes de la agrupación.
En la declaración quedaron estampados los nombres de Wado De Pedro, José Ottavis, Andrés Larroque y Julián Álvarez. Luego avanzó en la descripción de la relación de Máximo Kirchner con estos dirigentes. "Máximo lideraba todo pero estaba en Santa Cruz. Venía esporádicamente a Buenos Aires. Ottavis viajaba a verlo a Santa Cruz. Máximo estaba al tanto de todo el funcionamiento de La Cámpora y hablaba diariamente varias veces con la madre por este tema", finalizó.
Pero esta no había sido la única mención al hijo de Néstor y Cristina Kirchner. Al inicio de la causa, la primera mañana, hubo una detención que ya trajo los primeros dolores de cabeza a los camporistas. Martín Larraburu, un joven politólogo que era el jefe de despacho del jefe de Gabinete Juan Manuel Abal Medina en 2013, quedó privado de la libertad.
Cuando lo detuvieron, además, allanaron su departamento por la zona del Jardín Botánico. Fue en ese momento cuando los funcionarios judiciales se llevaron varios documentos y una memoria digital.
La Justicia abrió los archivos y se encontró con una planilla de cálculo en la que se detallaba cómo se habían repartido alrededor de 35 millones de dólares que llegaron a la Casa Rosada y que tenían como destino la campaña de 2013.
Abal Medina, que se enteró de la causa cuando su colaborador ya estaba preso, fue citado a indagatoria con un argumento: si el número dos de una organización recibía dinero corrupto el número uno no puede no conocer nada.
El exsenador fue a tribunales con una decisión: hacerse cargo de la recepción del dinero y despegar de responsabilidad a su colaborador. Cuentan que le preguntaron dónde iba ese dinero y él respondió que fundamentalmente a dos distritos: la Ciudad y la provincia de Buenos Aires.
En territorio porteño competía por una banca Elisa Carrió y en suelo bonaerense, Sergio Massa. Justamente, en esos dos distritos las campañas estaban fuertemente controladas por La Cámpora.
Con estos elementos sobre la mesa, Bonadio volvió a la lógica de los números: si el dos paga o recibe, el uno tiene que estar al tanto. Esa misma manera de encarar la investigación exhibió el juez contra la empresa privada más grande de la Argentina: Techint.
Luis Betnaza, un alto ejecutivo de la multinacional, dijo en Comodoro Py que los pagos los había ordenado él sin que nadie sepa. De alguna manera, el juez no le creyó del todo y citó al número uno de la organización, Paolo Rocca. El empresario se mantuvo en sus dichos y aún no se conoce la resolución mediante la que lo impute o no. Si le cree, no lo imputará; la desconfianza lo meterá en la causa.
Máximo Kirchner es el mandamás de La Cámpora. De hecho, el 11 de agosto pasado cerró con su palabra el plenario que se organizó en Ensenada. La Justicia considera que no podía desconocer la manera en que se financiaba su agrupación. Como tampoco los negocios familiares que, gracias a la prosperidad, lo convirtieron en millonario.
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