Los mensajes ocultos de la epifanía de Máximo
El kirchnerismo completó su circunferencia. Terminó de cerrarse sobre sí mismo. Era lo que había que esperar. La Presidenta recibió el bastón de mando de manos del esposo y, en la segunda oportunidad, se lo hizo entregar por la hija, que no ejerce función en el Estado. Es bastante lógico que, frente a la extinción de su mandato, promueva a su hijo para dar la sensación de eternidad. Y es lógico también que ese hijo, Máximo, diga que el único poder es de la madre.
El discurso del joven Kirchner en Argentinos Junior, anteayer, reforzó esa inclinación a la endogamia. Explicó que "no hay apellidos milagrosos", pero sus referencias a la vida pública argentina se agotaron en papá y mamá. Hasta para citar el Evangelio, con aquello de poner la otra mejilla, agregó: "Como decía Néstor". Habría que advertirle, por las dudas, que la frase "Lázaro, levántate y anda" también es de otro autor.
La concentración juvenil organizada por La Cámpora para dar una señal de renovación fue un homenaje a la tradición más conservadora de la política argentina: la del culto a la personalidad que desborda en nepotismo.
Los Kirchner tienen innumerables precursores: los Saadi, los Juárez, los Romero, los Alperovich, los Mussi, los Othacehé o los Moyano, que remiten al modelo fundador de los Perón. Aunque la colección no se reduce al PJ. Otros partidos y otros países también repiten apellidos: los Alfonsín y los Posse no son peronistas; y los Bush, los Frei y los Lacalle no son argentinos. Muchas veces los que ejercieron la profesión de un familiar demostraron tener mérito.
El kirchnerismo exhibió de nuevo una virtud de la que, en general, carecen sus opositores: el interés por convocar a los jóvenes. Daniel Scioli y Sergio Massa no cultivan ese jardín. Mauricio Macri cuenta con Generación Argentina Política; y la UCR y el trotskismo conservan una base estudiantil. Pero el desarrollo de la juventud oficialista sólo es comparable al del temprano alfonsinismo.
Esa originalidad contrastó con el discurso de Máximo Kirchner . No cometió grandes errores. Pero sonó a viejo. Si es por la retórica, su madre tiene giros más modernos. Él heredó las destrezas oratorias de su padre, que no eran tantas. Más importante todavía es que en su primera exposición masiva no lanzó una sola idea novedosa. Reprodujo el mantra de la Presidenta: los argentinos son víctimas de las maquinaciones externas de los "buitres" y de una confabulación local insólita, que organizan Luis Barrionuevo y Javier González Fraga. Sin la intención de opacarlo, un rato más tarde la mamá del joven Kirchner lanzó una metralla de tuits para aclarar que el complot podría estallar esta semana, con ella ausente. No es la primera vez que la asaltan esos presentimientos: en enero de 2010 suspendió un viaje a China para evitar un golpe de Julio Cobos; y en diciembre de 2012 denunció un estallido organizado también por Barrionuevo. Una duda: ¿cómo es que esos sediciosos conservan tanto poder, si el kirchnerismo recuperó la primacía de la política?
¿Cómo es que esos sediciosos conservan tanto poder, si el kirchnerismo recuperó la primacía de la política?
Máximo Kirchner tampoco consiguió trazar una hoja de ruta para quienes, como los asistentes al acto, se preguntan sobre la supervivencia del kirchnerismo cuando no disponga de las palancas de la administración. La única salida que encontró para el problema fue la reelección . Es posible que, más que una propuesta, haya sido un reflejo condicionado. No sólo porque menoscabar la Constitución es, para el kirchnerismo, un rasgo identitario. También hay que entender que individuos que desde hace 27 años están instalados en el seno de algún gobierno se imaginen fuera de la burocracia como un pez fuera del agua. El gran desafío de la familia Kirchner es pensar en el poder sin pensar en el Estado.
Habría que detenerse, sin embargo, en la mención de Máximo Kirchner a las aptitudes electorales de su madre. En un plano superficial, a la pregunta "si quieren acabar con el kirchnerismo, ¿por qué no compiten con Cristina?", corresponde una respuesta obvia: con ella no se puede competir porque tiene prohibido postularse. Aun cuando, por el derroche de poder que viene realizando, resulte tentador tenerla enfrente.
Pero el desafío de Kirchner Jr. esconde otro mensaje. Sugiere que el próximo presidente habrá obtenido el cargo gracias a que su madre no pudo competir. Lo importante no es el reclamo de la reelección, sino la denuncia de una proscripción. Sobre esa premisa descansa la declaración de Julio De Vido de hace tres meses: "Cristina será la persona más importante del país en el próximo quinquenio". La desestabilización, podría pensarse, empieza ahora. El sucesor tendrá una legitimidad deficitaria porque a la Presidenta no se le permitió postularse. Esta tesis, que se incuba en un pliegue emocional, no sorprende: el kirchnerismo sueña con una democracia plebiscitaria para la cual los derechos y los límites no los fija la ley, sino la derrota.
El aviso que emitió el acto de La Cámpora es que en el más íntimo de los círculos del oficialismo sólo habitan los Kirchner. La primeras víctimas de ese criterio estaban en el escenario: "Wado" De Pedro, Andrés Larroque , Juan Cabandié , Mariano Recalde , Mayra Mendoza, José Ottavis están sometidos al derecho dinástico. Quizá sea lo más conveniente. Ninguno goza de un atractivo electoral. Arrastran la mala suerte de su escudería. Una encuesta que circula por el oficialismo consigna que La Cámpora tiene 60% de imagen negativa. En la política suele suceder que los sujetos impersonales están más expuestos a la estigmatización. Sucedió con La Coordinadora en los años 80.
Con el pase al frente de su hijo, la Presidenta no pretende indicar un candidato, sino, por ahora, señalar que no tiene candidato
La epifanía de Máximo Kirchner pretende corregir este problema. Tal vez no alcance. La figura del hijo presidencial quedó inscripta en un universo de significados controvertidos: vínculos no aclarados con Lázaro Báez por cheques destinados a sospechosos negocios hoteleros. Otro rasgo identitario: la lucha contra la pobreza empieza por casa. En Santa Cruz aprovechan estas deficiencias. La frase preferida del radical Eduardo Costa es "Peralta, Lázaro y La Cámpora". Kirchner Jr. figura séptimo entre los dirigentes de la provincia, con 6% de intención de voto. Es así. No hay apellidos milagrosos.
A la luz de estas dificultades, con el pase al frente de su hijo, la Presidenta no pretende indicar un candidato, sino, por ahora, señalar que no tiene candidato.
Aunque no habría que descartar una candidatura. Carlos Zannini , Héctor Icazuriaga, De Pedro y Larroque, los únicos que estaban al tanto de la presentación de anteayer, medirán al nuevo astro en las encuestas. También se puede especular, como hacen peronólogos como Carlos Ruckauf, con una postulación de mamá Kirchner, que figura muy bien en los sondeos bonaerenses.
Otra intención del acto de Argentinos es incomodar a los que se lanzaron a la carrera presidencial desde el oficialismo. Las aspiraciones de Scioli, Randazzo, Urribarri, Rossi, Aníbal Fernández, Taiana o Domínguez pueden ser tomadas como una impertinencia. La herencia del Gobierno tiene, por ahora, un solo depositario: Máximo Kirchner . La Cámpora es, desde su fundación, el verdugo del PJ. Hasta la consigna "irreversibles" es, para los peronistas, una ofensa.
En el caso de Scioli, la aparición del hijo presidencial resultó otra trampa. Le habían hecho creer en un acuerdo con La Cámpora negociado por De Pedro y Domínguez. Candoroso, a las 14.43 elogió con un disciplinado tuit a los "irreversibles". Justo él, que va de De la Sota a Zannini y de Zannini a De la Sota. No reaccionó bien al ver a Máximo Kirchner frente al micrófono.
Pero hay alguien más dañado que Scioli con esta jugada del ultrakirchnerismo. Es Axel Kicillof , a quien algunos discípulos imaginaban candidato de La Cámpora. Sin embargo, para esa organización Kicillof todavía carece de fibra peronista.
Para La Cámpora, Kicillof todavía carece de fibra peronista
El ministro de Economía también hizo una exhibición, el miércoles pasado, aunque en un ambiente más recoleto: el Harvard Club, reunido en el Circolo Italiano.
Aunque convocaban ex alumnos de Harvard, el orador fue presentado por un egresado de Stanford: Daniel Novegil, de Techint. Kicillof estuvo más Kicillof que nunca. Proyectó un Power Point, pero comenzó a navegar por las teorías económicas, con Prebisch como punto de partida. "Es mejor que hablar del dólar blue", dijo. Explicó también su batalla con los "buitres" y anticipó que tal vez emita títulos bajo ley local para recomprar otros con jurisdicción en Nueva York. Un largo pasaje final estuvo dedicado a defender los subsidios a las "industrias nacientes", hasta que puedan enfrentar la competencia.
Kicillof, muy cordial, habló a lo Cavallo, sin detenerse. Cuando se hicieron las 3 de la tarde, con el Power Point aún en la carátula, advirtió que debía retirarse. Tenía una entrevista con representantes de la industria automotriz, que nació hace décadas y todavía necesita protección. El ministro refutó al profesor.
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