Kicillof gana poder y pierde dólares
Cristina Kirchner acaba de extender al Banco Central su diagnóstico sobre la crisis económica. No hay que buscar su raíz en la escalada inflacionaria, el retraso del tipo de cambio, el descontrol del gasto público o el déficit energético. Los inconvenientes se originan en las maquinaciones de una hidra oculta, que tiene en el sistema financiero local a una de sus siete cabezas.
Por lo tanto, en vez de corregir los desequilibrios que provocan sus decisiones técnicas, el Gobierno se propone ajustar el cepo que aplicó sobre el mercado para evitar que la caída de reservas monetarias origine una crisis de gobernabilidad.
La estrategia está destinada a aumentar más y más el poder de su autor, Axel Kicillof . Él no cree que la destrucción de la moneda, la consecuente fuga hacia el dólar y la caída en el nivel de actividad se deban a las medidas que adoptó, sino a la demora de las que le falta adoptar. Por lo tanto, mientras expande su ortopedia sobre los agentes económicos, el insaciable ministro arrebata a la Presidenta nuevas porciones de poder. Para esta dinámica es indispensable que la jefa siempre esté intranquila por la evolución de un complot que él se encarga de explicarle.
Mientras expande su ortopedia sobre los agentes económicos, el insaciable ministro arrebata a la Presidenta nuevas porciones de poder
Los primeros movimientos de Alejandro Vanoli como presidente del Banco Central pretendieron poner la institución al servicio de esa receta regulatoria. Vanoli cedió al ministro la Superintendencia de Entidades Financieras designando a Germán Feldman. Y como vicesuperintendente nombró a Pedro Biscay, quien viene de prestar servicios en la Procuraduría de Criminalidad Económica y Lavado de Activos (el kirchnerismo también derrocha palabras: ¿"criminalidad económica" no incluía "lavado de activos"?). A las órdenes de Alejandra Gils Carbó , la procuradora general de la Nación que reporta a Carlos Zannini , Biscay investigaba allí fraudes financieros. Se le escapó uno: las compras y ventas que se realizaban en Propyme, que pusieron en apuros a Carlos Liuzzi, el segundo de Zannini.
Para que el sentido de su gestión quede más claro, Vanoli puso al frente de la Gerencia General a Jorge Rodríguez, a quien se atribuye haber diseñado el cepo cambiario .
Vanoli ayer explicó que su misión es coordinar el Banco Central con otros organismos del Poder Ejecutivo para doblegar a quienes "desafiaron" al Gobierno presionando sobre el dólar . La propuesta responde a una pulsión suicida. La pasión del kirchnerismo por las finanzas hace imposible detectar alguna irregularidad en la que no esté involucrado un funcionario. La primera demostración de este axioma se produjo el jueves pasado, cuando otro apóstol de Kicillof, el presidente de la Comisión Nacional de Valores Cristian Girard, denunció a las sociedades de bolsa Mariva y Facimex por supuesta defraudación al Estado en operaciones con bonos.
Las compraventas de títulos de esas entidades, correctas o no, tuvieron como partícipe necesario a la Anses. Facimex está ligada a Jorge Brito, el titular del Banco Macro, quien fue vapuleado por la Presidenta cuando medió con los holdouts . Esa sociedad canalizó recursos de The Old Fund en la compra de Ciccone. Y fue denunciada por el diputado Claudio Lozano por vender papeles a la Anses por encima del valor de mercado. Quiere decir que la víctima más visible de las pesquisas de Kicillof es, hasta ahora, Amado Boudou . Nada que sorprenda: el ministro ya defenestró del Banco Mundial a Guido Forcieri, procesado junto al vicepresidente por la apropiación de aquella imprenta.
Quiere decir que la víctima más visible de las pesquisas de Kicillof es, hasta ahora, Amado Boudou
Pero el ataque de Kicillof tiene varios blancos. Uno es Diego Bossio , el responsable de la seguridad social, a quien el gurú de la Presidenta quiere reemplazar por alguien de su propia cofradía. Habrá que ver si el matrimonio con Valeria Loira, antigua asesora jurídica de la señora de Kirchner, sigue siendo un escudo para Bossio. Con la misma bala Kicillof se propone alcanzar un tercer objetivo: alguien lo convenció de que, si indaga bien en Mariva y Facimex, se encontrará con Sergio Massa . Un aporte a la campaña electoral.
El marijulizado Boudou y su antiguo amigo Bossio comparten las tribulaciones de De Vido, a quien Miguel Galuccio acusó de irregularidades en las importaciones de gas. El modelo devora a sus hijos. ¿Es verdad que De Vido se vengó forzando a Urribarri, su candidato a presidente, a exonerar como consultora a Doris Capurro, la vicepresidenta de YPF? Habladurías del Ministerio de Planificación.
Kicillof supone que aterrorizando a quienes negocian bonos conseguirá que la brecha cambiaria no siga agigantándose. Tiene razón: desde hace algunos días no se registran transacciones de magnitud. La otra cara de este éxito es un fracaso: la poca oferta de dólares que quedaba también fue suprimida. Habrá más recesión.
Kicillof supone que aterrorizando a quienes negocian bonos conseguirá que la brecha cambiaria no siga agigantándose
Cristina Kirchner lleva meses escuchando que la escasez de dólares es un contratiempo transitorio para el que le prometen siempre las mismas medicinas. Una es la solución china, compuesta de swap de monedas y financiamiento de represas patagónicas. Pero se la suministrarían con cuentagotas. Otra es el salvataje ruso: US$ 10.000 millones de reservas que habría gestionado Eduardo Eurnekian, socio de Rosatom en varios negocios nucleares. El tercer remedio es casero: presionar a las cerealeras para que adelanten divisas de exportaciones futuras.
En la trastienda del Gobierno discuten una terapia más convencional: acordar con los holdouts y buscar financiamiento internacional. El martes pasado se supo que Vanoli admitió ese plan, en Washington, convocado por JP Morgan. Adelantó algo obvio pero impronunciable: que el pago superaría los canjes de 2005 y 2010.
En la trastienda del Gobierno discuten una terapia más convencional: acordar con los holdouts y buscar financiamiento internacional.
A pesar de que existen varios mails en los que asistentes al encuentro remitieron a sus superiores lo que dijo, Vanoli desmintió la información. Pero ayer la reiteró en una entrevista con Página 12: el Gobierno va a negociar después de enero, cuando haya vencido la cláusula RUFO. Hay que inferir que va a mejorar la oferta del canje, que es lo que impide esa cláusula. Las afirmaciones del jefe del Central hacen juego con lo que contestó Cristina Kirchner cuando, hace un mes, George Soros le preguntó qué haría con los holdouts: "Hasta enero no puedo decir una palabra". Lo mismo escucharon Jorge Capitanich y Kicillof cuando, antes del 31 de julio, le propusieron un acuerdo: "Ustedes son economistas, pero yo soy abogada y sé a qué me expongo si violo la RUFO". Por eso el ministro de Economía promete a los empresarios que lo visitan: "Negociaremos, pero en enero".
Aun así, Capitanich mantiene intercambios reservadísimos con Jay Newman, el representante del fondo Elliott. El jefe de Gabinete propone negociar con todos los holdouts , hayan o no litigado en lo de Griesa. Newman acaba de colaborar con él. Durante una presentación organizada en Washington por Bank of America, declaró: "Con la Argentina coincidimos sólo en una cosa: la acreencia total es de US$ 9700 millones". Los que escuchaban imaginaron un entendimiento: Kicillof pagó esa cifra al Club de París sin discutir una moneda. Que la Presidenta haya retenido a Capitanich en la Casa Rosada no es, en este contexto, una trivialidad.
Que la Presidenta haya retenido a Capitanich en la Casa Rosada no es, en este contexto, una trivialidad
Como el discurso oficial menosprecia la falta de dólares, hay que dar crédito a quienes explican este giro por un factor más poderoso: el riesgo penal. Desde que los voceros de Paul Singer insinuaron que conocen los directorios de las sociedades a través de las cuales Lázaro Báez realizó sus presuntas maniobras con dinero negro, el kirchnerismo está alarmado. Según una versión muy detallada, Máximo Kirchner analizó ese problema con su madre, el fin de semana pasado, en Olivos.
Uno de los principales afectados por las investigaciones de los holdouts es Cristóbal López , máximo beneficiario de la "década ganada". Como informó LA NACION, López se unió en los Estados Unidos a una sociedad manejada por presuntos testaferros de inversores desconocidos, para explotar la empresa Dania Casino & Jai Alai. El empresario nunca desmintió la información. Al contrario, el viernes pasado comunicó que se desprendió de esos controvertidos socios comprándoles su parte. Antes del 10 de diciembre se la venderá a West Flager Associates, propietaria de casinos en Miami.
El problema de López es que ingresó al mercado financiero. En marzo de 2012, Marcelo Figueiras, Tomás Sánchez Córdoba, Alejandro Montagna y Jorge Demaría le vendieron el 70% del banco Finansur. El contrato debe ser todavía aprobado por el Central. Es posible que Vanoli reciba la orden de demorar el visto bueno. López necesita no convertirse en banquero para que sus aventuras en Florida no sean sospechadas como lavado de dinero. Un problema adicional para López es que quienes le vendieron su parte en Finansur no estarían en condiciones de devolverle los fondos. Por alguna razón él confía en que Boudou lo ayudará a resolver ese problema.
Hay otra peculiaridad del caso López. ¿Cómo consigue dólares para invertir en los Estados Unidos? ¿Recurrirá al contado con liquidación? La curiosidad de Kicillof y de Vanoli no llega hasta esa orilla.
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