Espías y Gobierno, inquietante striptease
La agenda informativa está contaminada por un actor poco frecuente: el espionaje. Las deformaciones más ocultas de la vida pública han quedado al desnudo. Es un desenmascaramiento singular. El denunciante coincide con el denunciado. Antes de irse, el kirchnerismo decidió exhibir la tenebrosa maquinaria de poder que administró durante todos estos años. Es asombroso que ningún opositor haya agradecido todavía ese striptease. El último aporte a que se conozcan estas miserias se debe a Edward Snowden . Con motivo del aniversario de la Guerra de Malvinas , ese infidente de la CIA reveló al canal TN un operativo de espionaje del Reino Unido sobre la Argentina, para prevenir un nuevo ataque al archipiélago.
La novedad es reprobable, pero poco escandalosa. Como escribió Lluis Bassets ayer en LA NACION, sólo un hipócrita puede sobresaltarse porque las democracias se espíen entre sí. Estados Unidos espía nada menos que a Israel, y viceversa.
Antes de irse, el kirchnerismo decidió exhibir la tenebrosa maquinaria de poder que administró durante todos estos años
La vigilancia entre Londres y Buenos Aires es menos electrizante. Había que presumir que los ingleses practican un espionaje defensivo sobre los movimientos militares argentinos. Hay que esperar, por supuesto, una estridente protesta del Gobierno. Sobre todo porque, además de objetivos castrenses, la inteligencia británica tendría como blancos a líderes políticos. Sin embargo, hasta ayer el único kirchnerista que se mostró indignado fue Daniel Scioli . Comprensible: por primera vez puede darse el gusto de coincidir con Cristina Kirchner en un asunto de política exterior.
El alboroto tiene una pizca de cinismo. Las Fuerzas Armadas argentinas consumen muchísimos recursos del presupuesto nacional en tareas de espionaje. Si les está prohibido controlar a la comunidad local, ¿hacia dónde lo dirigen? Nadie contesta. Razones de seguridad.
Sin embargo, Snowden motiva otra pregunta inevitable: ¿qué conocimiento tenía el Estado argentino sobre el espionaje británico? El teniente general César Milani , jefe del Ejército, que tiene en sus manos desde hace años la Inteligencia de esa institución, podría dar una respuesta. Este año le aumentarán 31% los recursos que dedica a esa tarea. Aunque también el contralmirante Manuel Tomé, de la Armada, y el brigadier Carlos Rinaldi, jefe del espionaje de la Fuerza Aérea, pueden ofrecer alguna pista. Sería doloroso que, después de perder la batalla de las armas en 1982, los militares argentinos hayan sido derrotados también en la de la Inteligencia.
Sería doloroso que, después de perder la batalla de las armas en 1982, los militares argentinos hayan sido derrotados también en la de la Inteligencia
Otro funcionario que podría aportar explicaciones es el espía más famoso, Antonio Stiuso . Director de Operaciones de la ex SIDE durante la "década espiada", tuvo a su cargo la contrainteligencia. Esa secretaría cuenta con delegados en las principales embajadas argentinas. ¿Se dedican a algo más que recortar diarios y seguir a argentinos relevantes que salen del país?
Stiuso tiene que dar respuestas más urgentes. Oscar Parrilli , el titular de la flamante Agencia Federal de Inteligencia (AFI), lo citó hoy a las 11 para que explique qué avances hubo en la investigación del atentado contra la AMIA en los últimos 11 años. Es decir, desde que Alberto Nisman fue designado al frente de la pesquisa. El miércoles pasado, reunido con familiares de las víctimas, Parrilli reveló que en 2005 Nisman solicitó a Stiuso el cruce de llamadas internacionales realizadas en el país entre 1991 y 1996. Señaló que de ese trabajo sólo se remitieron a la fiscalía siete discos. Y que aparecen 15 notas cruzadas entre Stiuso y Nisman con excusas por la demora en la tarea. Parrilli concluyó que en 10 años no se hizo nada, o no se encontró nada, o se encontró algo inconveniente para quienes realizaban la búsqueda.
Parrilli, que sigue con los botines de punta, acusó a Nisman y, sobre todo, a Stiuso, de haber haraganeado durante una década. Adelantó que pedirá a Stiuso el resultado de su trabajo, porque en la secretaría no está documentado. ¿Se presentará el espía a dar explicaciones? Caso contrario, lo buscarán con la justicia.
Las afirmaciones de Parrilli, además de gravísimas, son patéticas. Ocultan muy mal un dato evidente: todo lo que denunció ocurrió bajo la mirada de Néstor y Cristina Kirchner . El 27 de enero pasado, la Presidenta publicó en Facebook que el fiscal había sido designado por el subprocurador general. Pero en su catarsis del 1º de marzo delante del Congreso, reconoció: "Nosotros pusimos a Nisman dándole todo lo que pedía". Le faltó aclarar que, como explicaba el entonces cónsul en Nueva York, Héctor Timerman , la designación pretendió ser un homenaje al gobierno de George Bush y a la dirigencia de la comunidad judía de Estados Unidos, a cambio de apoyo en la regularización financiera que tenía por delante la Argentina. Tal vez esa prioridad ayude a entender por qué a nadie le importaba demasiado si, como descubrió Parrilli, el trabajo no se realizaba. La acusación es un boomerang. Afecta sobre todo a Alejandra Gils Carbó . La procuradora, tan celosa en controlar las causas que sensibilizan al Gobierno por motivos políticos, se descuidó en el caso AMIA . ¿O no jura que jamás pensó en cambiar a Nisman?
Las consideraciones sobre el mandamás de los espías también son masoquistas. Como buen kirchnerista, Parrilli sueña con modificar el pasado. El último miércoles inventó un Stiuso que estuvo fuera de control desde el año 1983. Es un agravio a los presidentes anteriores a los Kirchner, a algunos de los cuales, como Menem, él sirvió. Parrilli sabe que quien dotó a Stiuso de un poder desconocido fue Néstor Kirchner . Le confió espiar a sus adversarios y puso en sus manos un mecanismo que su viuda pagó caro: el control de la justicia federal. Las facultades de Stiuso terminaron siendo tan extraordinarias que cuando la Presidenta pidió a Héctor Icazuriaga y a Francisco Larcher que le exigieran la renuncia, ellos prefirieron renunciar antes de hacerlo.
Parrilli sabe que quien dotó a Stiuso de un poder desconocido fue Néstor Kirchner
Fue Parrilli, no un dirigente opositor, quien señaló que "en la Side se la pasaban extorsionando a políticos y empresarios". Presentó a Stiuso como un nuevo López Rega. O como aquel peruano Vladimiro Montesinos, jefe del espionaje de Alberto Fujimori. Si fue así, sucedió bajo los Kirchner.
En esta glasnost hay algo sorprendente: el propio Stiuso; su colaborador, el ex director de Análisis Alberto Mazzino, y Larcher, corroboraron algunos cargos de Parrilli. Stiuso dijo ante la fiscal Viviana Fein que cuando en sus investigaciones se topaba con información política, se la transfería a Mazzino, para que la procesara. Los dos confesaron que, después, elevaban las novedades a Larcher y a Icazuriaga. Una curiosidad: ¿el magistrado que les encomendaba la pesquisa sabía que suministraban al poder político los datos a los que accedían en un expediente judicial? Si en esas andanzas telefónicas o digitales descubrían el delito de algún funcionario, ¿se lo contaban a Larcher y a Icazuriaga? Larcher reconoció estos procedimientos. Icazuriaga sigue sin dar explicaciones, a pesar de las acusaciones de Parrilli.
Cristina Kirchner conocía el papel que su esposo había asignado a Stiuso para el control de la Justicia. La prueba es que lo despidió cuando la causa Lázaro Báez se transformó en causa Máximo Kirchner . Es decir, cuando Claudio Bonadio se interesó por Hotesur. Desde entonces, el Gobierno se ha concentrado en armar otro circuito de presión en Tribunales. El acuerdo tiene varios gestores. Entre los más activos están Alfredo Lijo, el hermano del juez Ariel Lijo , y su alter ego, José María Olasagasti, el secretario privado de Julio De Vido . Olasagasti fue identificado por la revista Noticias como nuevo agente de la ex Side. En las negociaciones también interviene Juan Martín Mena, el segundo de Parrilli. Corolario: las relaciones con quienes pueden condenar a funcionarios se siguen llevando adelante desde la oficina de Inteligencia de la Presidenta. Que se llame SIDE o AFI importa poco.
Las relaciones con quienes pueden condenar a funcionarios se siguen llevando adelante desde la oficina de Inteligencia de la Presidenta
Como publicó LA NACION el jueves, hay un indicio elocuente del armisticio: el Gobierno elaboró un proyecto de reglamentación del Código Procesal Penal en el que el fuero federal fue puesto a salvo por un tiempo del recorte de facultades que habrá sobre los jueces. Era lo que pedían en Comodo Py.
Este pacto no es ajeno a la situación de Stiuso. Varios magistrados se volvieron comprensivos con el Gobierno cuando advirtieron la declinación de quien solía presionarlos. Sospecharon que las implacables carpetas con las que Stiuso iba a atacar se conocerán, tal vez, más adelante. Y, sobre todo, tomaron nota de que la Presidenta también tiene sus carpetas. ¿O al otrora jefe inapelable de la SIDE no le iniciaron varias causas judiciales?
La ruptura de la Presidenta con el aparato de inteligencia desmiente una tesis principal del kirchnerismo. La que afirma que el verdadero poder -la prensa, el gremialismo, la justicia, los mercados-están fuera del Gobierno. Cristina Kirchner puso en evidencia el alarmante aparato de manipulación que tiene en sus manos el jefe del Estado. Y confirmó que sigue estando dispuesta a utilizarlo.
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