“El Cantri”: El barrio que fue emblema del poder de Milagro Sala se sumerge en la resignación
El vecindario de Alto Comedero tiene poco movimiento y casas descuidadas; el recuerdo de la jefa de la Tupac Amaru, entre la nostalgia y la sospecha de que hubo delitos
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SAN SALVADOR DE JUJUY (enviado especial).- Las pintadas descoloridas que todavía se leen en algunos puentes que cruzan la Ruta Nacional 9, en la capital jujeña, son un anuncio de lo que se verá unos pocos kilómetros más adelante. En letras de un celeste que se apaga, promocionan “Milagro al Parlasur”, o, en un color negro que se hace tenue, muestran el logo de la agrupación Tupac Amaru, que aparecerá en todos los tanques de agua de las casas del barrio conocido como “El Cantri”, en Alto Comedero. La réplica del templo Kalasasaya, que oficia como bienvenida a la barriada, sintetiza el abandono, con sus estatuas vandalizadas, grafitis de todo tipo, yuyos crecidos y paredes transformadas en escombros.
El barrio que fue la insignia del esplendor del poder de Milagro Sala muestra muy poco movimiento para un miércoles por la tarde. Las viviendas sociales que construyó la Tupac Amaru exhiben signos de abandono. Algunas tienen techos de chapa; otras, de tejas. En otras zonas, se mezclan con viviendas nuevas hechas con fondos nacionales, que contrastan con las viejas estructuras por sus colores vivos. En los vecinos, prima una actitud de descreimiento y resignación, que convive con un recuerdo entre elogioso y condenatorio de la mujer que supo ostentar un gran poder en la provincia y hoy pasa sus días en prisión domiciliaria, acorralada por nuevas acusaciones que surgen de arrepentidos que integraban su círculo de confianza.
“Veraneando con la Tupac”, se lee todavía en las paredes del complejo de piletas del ingreso del barrio. El lugar se conoce como “Parque Acuático Pileta” y, a primeras horas de la tarde, tiene como única postal de movimiento a una mujer apodada “La Peque”, que realiza tareas de limpieza. Al igual que la mayoría de los vecinos que aceptan hablar con LA NACION, prefiere ser identificada por un apodo o un nombre ficticio. Cierto temor todavía se percibe en estos vecinos que viven a menos de veinte minutos del centro de San Salvador.
“Desde que Milagro fue apresada, quienes fueron mano derecha de ella destruyeron las piletas, sus bombas, desmantelaron todo”, cuenta La Peque, que pasó por las filas de la Tupac Amaru y hoy realiza tareas en esas piletas enormes y vacías, de las cuales, según explica, funciona solo la más chica. “Actualmente somos cooperativas sin matrícula. Tenemos Potenciar Trabajo”, afirma.
El recuerdo de Sala mezcla sensaciones. “Antes, ella era más de la gente; cuando se metió en la política, la gente empezó a mirarla de otra forma. Pero se le reconoce que muchas familias tienen un hogar por ella”, dice La Peque. La mujer recuerda que el barrio se desarrolló en 17 etapas de obra. En la Justicia se investigaron algunas de esas etapas que quedaron inconclusas y se cobraron, eje central de las acusaciones de corrupción contra Sala. Los vecinos identifican por número de etapa las zonas de “El Cantri”.
“El gobierno censó y empezó a obligar a que todos paguen por su vivienda”, cuenta a este diario la empleada de las piletas.
A muy pocas cuadras de las piletas está el taller metalúrgico del barrio. Su encargado, que también integró la Tupac Amaru y hoy ve desintegrada esa agrupación, también prefiere el apodo a la hora de identificarse. No quiere problemas. “Mucha gente ha crecido. Teníamos beneficios. Pero, al enterarse [de las acusaciones y condenas contra Sala], la gente se fue abriendo”, indica a LA NACION “Gabicho”, capataz de la metalúrgica que fue de la Tupac Amaru. El hombre legó incluso a participar de acampes del grupo.
“Han ‘choreado’, como todos”, completa Gabicho sobre los líderes de la agrupación de Sala, algunos de los cuales se han convertido en arrepentidos en causas contra Sala, como la que investiga estrategias de lavado de dinero, un desprendimiento del expediente Pibes Villeros, por el que la dirigente kirchnerista purga una pena de 13 años de prisión que está pendiente de confirmación por parte de la Corte Suprema nacional.
Gabicho dice que, tanto él como sus vecinos de este barrio de la localidad de Alto Comedero, “no estamos con la Tupac ni con el gobierno”. Y cuenta que la mayor parte de los trabajadores de la metalúrgica cobran el Plan de Contingencia (provincial). “Solo uno tiene el Potenciar Trabajo”, asevera.
Los tiempos de Sala al mando están lejos, pero su figura volvió a los primeros planos por las acusaciones de arrepentidos que supieron cuidar sus espaldas y que en “El Cantri” son conocidos, como Mirta “Shakira” Guerrero. En reserva, el testimonio coincidente que dieron varios vecinos fue que las acusaciones de Guerrero contra Sala son ciertas. En algún testimonio, incluso se deslizó la hipótesis de que la mujer y su familia fueron dejados de lado por Sala y, por eso, “Shakira” se convirtió en arrepentida. “Si el río suena, agua trae”, dice otro vecino al darles crédito a las denuncias de la excolaboradora de Sala.
Una de las postales más frecuentes de este barrio son los pequeños almacenes en los que se atiende a los vecinos a través de las ventanas de las viviendas sociales. En medio de la polvareda de un día ventoso que complica andar a pie por las calles de pedregullo que surcan El Cantri, se dejan leer los carteles con algunas ofertas. También, otros más excéntricos, como el que ofrece: “Se alquila retropala”.
En uno de esos almacenes, habla con LA NACION Luciana (el nombre es ficticio, a pedido de la mujer). “Muchos se han alejado. Algunos la quieren y otros hablan mal [de Sala]”, señala. Y completa: “Yo le agradezco porque trabajé y me dio una vivienda; yo tenía una chocita”. En una casa cercana a la de ella, resiste, invertido y castigado por el viento, un cartel de Primero Jujuy, fuerza que integra el frente del gobernador Gerardo Morales (UCR).
En otro negocio barrial, Carlos hace un alto mientras llega una vecina a comprarle una gaseosa y cigarrilos sueltos, y accede al diálogo con LA NACION. En cierta forma, repite la escena del temor y no da su nombre completo ni accede a ser retratado en una foto. Pero se explaya. “Milagro ya no tiene laburo para ofrecer. Cuando empezó era otra cosa. Por la plata baila el mono”, señala. “Repartía bien. Algo se habrá quedado. Ahora la mercadería la baja el gobierno de Morales”, completa. El comerciante sostiene que “hoy, la mayoría está con Morales”.
Por “El Cantri” circulan algunas líneas de colectivos, como las de la empresa Santa Ana, que con su color amarillo, un poco más claro que el de los taxis de esta ciudad, se mete por calles polvorientas. Entre los vecinos de la zona también emerge la preocupación por temas de seguridad, tanto por los asaltos como por la comercialización de estupefacientes. “Está feo. Andan robando mucho y venden mucha droga”, afirma Luciana, desde la ventana de su negocio, metido en un cuarto de una de las viviendas venidas a menos de lo que fue el emporio de la Tupac Amaru.
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