Wallis Simpson, la mujer que desafió a la realeza y por la que el rey renunció a la corona
Estadounidense y divorciada en dos oportunidades, su presencia fue rechazada por la monarquía; sim embargo, Eduardo VIII decidió apostar todo a su amor
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Antes de que se hablara de Harry y Meghan Markle, e incluso muchísimo antes de que creara el término Megxit, hubo otra pareja que le dio infinitos dolores de cabeza a la corona británica. Fue, ni más ni menos, que la relación que entablaron Wallis Simpson, socialité norteamericana y el rey Eduardo VIII. Su amor fue tan fuerte como polémico: ella estaba divorciada; él, pegó el portazo real.
“Escaladora social, inadecuada para el heredero”
Cuando se conocieron con Eduardo, él todavía era un príncipe y ella ya se había divorciado dos veces: una en 1927 y otra en 1934. De hecho, Wallis comenzó la relación con el heredero estando todavía casada, lo que para la corona representó un verdadero disgusto. Sin embargo, el camino de los cuestionamientos recién comenzaba.
Wallis Simpson (Bessie Wallis Warfield, tal como era su nombre completo) llegó a Eduardo a través de una amiga en común. Su segundo divorcio fue del empresario Ernest Aldrich Simpson. Adoptó su apellido y lo popularizó.
Desde el principio, los miembros de la corte la trataron con verdadero desprecio. A pesar de ser de la clase alta de la sociedad norteamericana y de tener una posición económica sólida, el núcleo duro de la realeza británica la pintó como una “escaladora social inadecuada para el futuro del heredero”.
Pero se ve que al príncipe Eduardo no le importó nada de lo que opinara su entorno y para 1935 la relación había crecido a pesar de la mirada de desaprobación de la realeza que la odiaba, no solo por su pasado y por su origen, sino también por las vacaciones y los regalos que él le hacía.
El problema era que, como futuro rey de Inglaterra, Eduardo se convertiría también en jefe de la Iglesia de Inglaterra. Una contradicción que no podía resolverse porque, en ese momento, la iglesia no permitía que un rey se casara con una mujer divorciada con dos exmaridos vivos. Sin embargo, aunque hubiera sido viuda, Wallis generaba tal rechazo en los británicos que tampoco ellos parecían dispuestos a aceptar un posible matrimonio.
La cuestión se puso mucho más tensa cuando, en enero de 1936, murió el padre de Eduardo, el rey Jorge V, y la monarquía atravesó un período de crisis institucional. Durante todo ese año, la prensa se dedicó a replicar los rumores, los susurros y el odio surgidos en el entorno del nuevo monarca. El clima de tensión llegó a su punto máximo cuando en octubre se hizo cada vez más evidente que Eduardo planeaba casarse con ella.
Todos pusieron el grito en el cielo. Los gobiernos del Reino Unido y los dominios del Commonwealth se opusieron al descabellado plan y plantearon una serie de argumentos, no solo religiosos, sino también legales, políticos y morales. Era claro que nadie iba a aceptarla como su consorte, sin embargo, en un acto de valentía, Eduardo declaró que la amaba y que se casaría con ella de todos modos.
El inminente escándalo hizo que la revista Time la nombrara Mujer del Año en 1936. Para justificar su decisión la publicación dijo: “Es la persona de la que más se habla, se escribe, se titula y atrae el interés del mundo. En este sentido, ninguna mujer en la historia ha igualado a la señora Simpson porque antes no existían los medios de comunicación”.
Mientras la noticia era titular de primera plana de todos los diarios, Simpson viajó a Francia para escapar de la mirada de los medios aunque en sus oídos resonaban las palabras del rey: “Nunca te abandonaré”. Finalmente, la iglesia le dio un ultimátum a Eduardo: elegir entre ser el rey o casarse con una “amante inadecuada”. El 11 de diciembre de 1936, Eduardo eligió y se quedó con Wallis.
En una transmisión de radio de la BBC desde el castillo de Windsor, después de haber abdicado, el ex rey dedicó un mensaje a los oyentes en el que dijo: “Renuncio porque no puedo enfrentar este trabajo como yo hubiera deseado sin el apoyo de la mujer que amo”. Al día siguiente, la pareja, que se convertiría en los duques de Windsor, se exilió en Austria. Se casaron el 3 de junio de 1937 y se establecieron en Francia.
El matrimonio duró hasta la muerte de Eduardo en 1972. Los duques vivieron juntos toda la vida entre Estados Unidos y Francia. Después del fallecimiento de su amado esposo, Wallis no fue vista más en público. Murió en 1986 y fue enterrada junto a él en el Royal Burial Ground, cerca del castillo de Windsor.
Muchos comparan a Meghan Markle con Wallis Simpson pero es claro que los sufrimientos de la socialité fueron mucho peores que los de la duquesa de Sussex debido al cambio de época. En principio, a nadie le importó que Markle fuera divorciada; de hecho, hasta el momento, tres de los cuatro hijos de la reina se han divorciado y hasta incluso el heredero directo actual, el príncipe Carlos, se casó en segundas nupcias con el amor de su vida: Camilla Shand (ahora duquesa de Cornualles).
Por otra parte, Wallis tuvo que enfrentarse al mismísimo poder total del rey y su corte, mientras que Meghan se casó con un príncipe que se encuentra sexto en la sucesión al trono.
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