En Argentina todo parecía derrumbarse, hasta que se anotaron en un plan para repoblar un pueblo español.
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Jorge López no pudo disimularlo: aquello no era lo que había imaginado. En los días previos, diversas postales habían desfilado por su mente, pero ninguna se asemejaba a la realidad que emergió ante sus ojos. Argentina ya había quedado lejos, muy lejos, y aquel pueblito español se había presentado absolutamente inesperado. ¿Dónde estaban las grandes extensiones de campo con las que había soñado? ¿Y las casas esparcidas con sus respectivos terrenos para cultivar? Junto a su mujer y a sus ochos hijos, el hombre observó el departamento de más de cien años de antigüedad, rodeado de construcciones similares y envueltas en una atmósfera que parecía desolada, e igual sonrió: tal vez no estuviera ante lo que había esperado para su nuevo hogar, pero allí, en los extraños aires de Aguaviva, España, podía vislumbrar un futuro.
Corría el año 2001 y atrás había quedado su querido barrio de Maschwitz, su condición de desempleado, y una Argentina que sentía que lo había expulsado.
Radio Colonia y un plan para repoblar un rincón de España
Los domingos a la noche, en la provincia de Buenos Aires, José solía escuchar “Galicia Oxe”, en Radio Colonia. Fue en una de aquellas emisiones del año 2000, que el locutor captó su plena atención para darle inicio al cambio más grande de su vida: el alcalde de un pueblo llamado Aguaviva había puesto en marcha un plan de repoblación de su villa, que, como tantas otras, era noticia por su vaciamiento creciente y el mal augurio que aquello conllevaba. “Recibirán familias con niños en edad escolar de origen argentino, uruguayo, chileno y rumano; se les dará un contrato de trabajo y un alquiler acorde”, anunció, y en José creció una pequeña luz de esperanza.
“Tenía casi 40 años. Cuarenta años de luchas y esfuerzos, pero todo a mi alrededor parecía haberse derrumbado”, rememora. “Veníamos de vivir etapas muy duras y en Argentina no veíamos un horizonte de paz y desarrollo, cuando surgió esta posibilidad de emigrar para las familias de los hijos de españoles a este pueblo de Aragón. Junto a mi mujer meditamos mucho acerca del futuro que queríamos darles a nuestros hijos, pero la decisión llegó cuando el mayor sufrió un robo al regresar del colegio y ya no tuvimos dudas. Por suerte fuimos elegidos, aunque experimentamos emociones muy encontradas: tristeza por dejar el país, la familia y los amigos, pero expectativa por ver lo que realmente encontraríamos al llegar al pueblo”.
Cuando su entorno íntimo y querido supo que habían sido seleccionados para formar parte de un plan de repoblación, la alegría fue inmensa e incluso varios fantasearon con seguirlos. Animados por la esperanza de un futuro prometedor, la familia López depositó su vida en nueve valijas y voló a Europa para volver a empezar.
Aguaviva, España: miedos, miradas curiosas y hermosas costumbres
Varios años más tarde, Aguaviva, el pequeño pueblo del municipio de Teruel, dejó de ser un rincón casi anónimo para transformarse también en el nombre de un documental premiado. Para entonces, José y su familia, ya habían despedido aquella localidad que solía contar con unos 598 habitantes, quienes nunca habían sido consultados acerca del nuevo plan de repoblación por parte del alcalde. Lo cierto era que estaban felices por ver a tantos niños colmar su pequeña y casi extinta escuela, aunque también temerosos de que sus costumbres se vieran empañadas por los “visitantes” foráneos. Miedos que la familia López percibió desde el primer día y que tuvieron que ser compartidos con los propios.
“El impacto al llegar fue grande”, asegura José. “No solo porque la realidad descubierta fue distinta a la esperada, sino porque creo que no imaginábamos lo que era realmente estar aislados. Nos encontramos con un pueblo bien rural, con todas las viviendas concentradas alrededor de la iglesia y miradas muy curiosas por ver a una familia recién llegada y con tantos hijos”.
Los primeros meses transcurrieron complejos, la casa no estaba equipada y la adaptación atravesó instancias difíciles para los hijos mayores, que debieron encontrar nuevas formas de recreación en un paraje silencioso en extremo, con casi nulo movimiento en sus calles. Más allá de las viviendas, en Aguaviva parecía no haber nada: los supermercados y los centros de entretenimiento se hallaban en Alcañiz, otro pueblo un tanto alejado, de unos 12 mil habitantes.
“Pero con el tiempo surgieron todas las costumbres de una villa con hermosas tradiciones”, continúa el argentino. “El lugar tiene muchas fiestas comunales, entierros que son todo un acontecimiento, y hábitos que al comienzo resultan llamativos, como el anuncio de las novedades del pueblo a través del megáfono del ayuntamiento, los encierros de novillos, las `alfombras´ del Santísimo Misterio, los caminos de flores y las alegres peñas del pueblo”.
“Tal vez, lo más revolucionario, fue el día a día con nuestros hijos y su educación”, dice pensativo. “En los colegios rurales los niños no se dividen según su edad, sino que una maestra está al tanto de la educación de tres edades diferentes. Luego de terminar la primaria los chicos tienen que estudiar en otro pueblo más habitado y preparado para impartir esa educación. La universidad, claro, ya sucede en las grandes ciudades, lejos de la familia”.
Trabajo arduo y escapar de la quimera argentina
Su primer trabajo fue en un molino perteneciente a la cooperativa de agricultores de Aguaviva, como empleado para la elaboración de aceite de oliva. Allí trabajó dos meses. Fue por aquella época, que supieron que la familia se agrandaría y que pronto llegaría su noveno hijo al mundo: el empleo no podía escasear.
“Habría que separar lo que son los pueblos del interior aragonés, de las grandes ciudades españolas. Las oportunidades en los pueblos están acotadas a la agricultura o el trabajo en granjas de cerdos, conejos, o buscarse empleo en poblados más grandes cercanos al tuyo”, asegura. “El escenario es totalmente diferente a las oportunidades que encuentras en las grandes urbes, y la perspectiva de progresar en ellas”.
“La calidad de vida también difiere entre los pueblos y las ciudades, como sucede en todas partes del mundo. Las relaciones humanas y el acercamiento a las personas cambian radicalmente. La experiencia en Aguaviva fue muy enriquecedora, en especial conocer su historia y las huellas que dejó en las personas la Guerra Civil”.
El trabajo fue arduo, cambiante, aunque nunca faltó. José se desempeñó como operario en un criadero de cerdos, como repartidor, en montajes industriales, hasta que, luego del nacimiento de Nahra y cuando se cumplieron los dos años en España, decidieron mudarse a Fraga, un pueblo limítrofe con Lérida, Cataluña, a unos 150 kilómetros de Aguaviva: “Allí mi esposa comenzó a trabajar como cocinera para el hotel restaurante del lugar y mi hija mayor como camarera”, cuenta el argentino.
“Pudimos progresar y tener cosas que en Argentina nos era una quimera poseer”, continúa. “Después de Fraga vivimos un tiempo en Valencia y, finalmente, nos mudamos a Tarragona y hace años que trabajo como oficial de mantenimiento para la línea ferroviaria de alta velocidad española, AVE, en la cual se desempeñan también cuatro de mis hijos varones. Mi esposa, por otro lado, ahora trabaja como auxiliar de servicios sociales en un hospital”.
Encontrar la paz y el desarrollo para los hijos: “Argentina tiene todo para ser un país brillante”
Más de veinte años han pasado desde aquel domingo en el que Jorge López escuchó las palabras en Radio Colonia que cambiaron el destino de toda su familia para siempre. Dejar su mundo conocido para emprender la aventura de ser parte de un plan para repoblar un rincón de España podía sonar descabellado, pero para ellos, sus amigos y su familia argentina, significó esa luz al final del túnel, luego de años de lucha, padecimientos y desilusiones.
Hoy, desde las orillas del Mediterráneo de Tarragona, el argentino reflexiona con orgullo su largo recorrido y sonríe: la vida, finalmente, ha sido buena con él, su mujer y sus hijos.
“Algunos de ellos ya se han casado y nos han regalado hermosos nietos y todos tenemos trabajo. Mi hijo mayor, Nicolás, vive junto a su esposa e hijos en Viena, y mi hija Priscila, en Berlín. Todos han encontrado la paz y el desarrollo que soñábamos para ellos”, se emociona.
“Fueron años arduos, pero hoy en día vemos que no nos equivocamos y nuestros hijos agradecen la decisión que hemos tomado, y también agradecen que les hayamos enseñado a amar a su país de origen”.
“Solo nuestra hija mayor regresó dos veces a la Argentina, aunque con todos los amigos seguimos en contacto a través de las redes sociales. A veces veo en street view las calles de nuestro viejo barrio, que siguen siendo de tierra, con las casas desmejoradas luego de dos décadas, y el corazón se aflige”.
“En mis años en España entendí hasta qué punto nuestro país está totalmente desaprovechado, que se castiga mucho a la sociedad, que tenemos muchos errores, pero que los argentinos somos extremadamente orgullosos y no soportamos ninguna crítica ni consejo para cambiar nuestro destino. Es triste porque Argentina tiene todo para ser un país brillante, pero creo hubo generaciones totalmente desaprovechadas, que derivaron en la falta de crecimiento social”.
“Con mi experiencia comprendí que se puede vivir en un clima de seguridad y desarrollo. Conocí gente maravillosa que aprendió muchísimo de los tiempos de guerra y de necesidades. Y entendí que, cuando se cuenta con castigos reales para aquellos que hacen las cosas mal y se premia al trabajor, criar a los hijos con valores y con un buen futuro es posible”.
“¡Vivimos tantas historias en estos veinte años en España! Momentos muy duros, de mucho esfuerzo, y tantos otros llenos de alegría. Pero lo que no tengo dudas es que estaremos eternamente agradecidos a este suelo por cómo nos recibió y nos ayudó a integrarnos a su sociedad, una vivencia que no siempre es sencilla, pero que para nosotros valió la pena”.
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Destinos Inesperados es una sección que invita a explorar diversos rincones del planeta para ampliar nuestra mirada sobre las culturas en el mundo. Propone ahondar en los motivos, sentimientos y las emociones de aquellos que deciden elegir un nuevo camino. Si querés compartir tu experiencia viviendo en tierras lejanas podés escribir a destinos.inesperados2019@gmail.com . Este correo NO brinda información turística, laboral, ni consular; lo recibe la autora de la nota, no los protagonistas. Los testimonios narrados para esta sección son crónicas de vida que reflejan percepciones personales.
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