Con tiempo y mucha dedicación, Diego Olivera (52) y Mónica Ayos (48) se sentaron con su hija Victoria (16) para ver las preguntas que ¡HOLA! Argentina le mandó con anticipación. Es que, al tratarse del primer reportaje de Vicky a solas, sus padres querían acompañarla de cerca, tal como lo hicieron durante los primeros pasos de Federico Ayos (27) –hijo de Mónica, fruto de una relación anterior– en la actuación. Si bien viven en México desde hace diez años, donde se convirtieron en verdaderas estrellas de la televisión azteca, Diego y Mónica decidieron pasar la cuarentena en su hogar de Miami junto a su heredera, quien ya comenzó el colegio vía Zoom. "Estoy cursando la preparatoria, que en Argentina sería el cuarto año del secundario. Nos instalamos en México cuando recién empezaba primer grado y por suerte, logré adaptarme muy rápido y me acostumbré a los modismos. A veces hablo muy rápido en porteño y no me entienden, por eso trato de mantener los dos acentos", explica entre risas.
–¿Cómo es ser la hija de una pareja tan conocida?
–Nací con padres que se dedican a esta profesión que es mágica, pero al mismo tiempo siento que es un trabajo que te lleva a estar permanentemente en una vidriera. Ellos por suerte no son de exponerse tanto, eso me permitió disfrutar más y vivir más tranqui.
–¿Qué cosas te da la fama de tus papás?
–Lo positivo, y no se puede negar, es que algunas puertas se abren más fácilmente, pero eso siempre es a cambio de un costo alto: la intimidad. Hoy por suerte lo vivo más relajada porque lo entendí y me acostumbré, pero de chiquita me costaba mucho entender que en cada salida nos interrumpieran para sacarse una foto o para pedirles autógrafos en medio de un almuerzo familiar.
La fama de mis papás ayuda a que se me abran algunas puertas más fácilmente, pero siempre es a cambio de un costo alto: la intimidad
–¿Qué cosas heredaste de ellos?
–Papá mide 1,90, mamá 1,64 y yo 1,80, así que claramente la altura la heredé de mi viejo. [Se ríe]. En cambio, el humor es algo que tengo de los dos. Mamá tiene más humor negro y papá es bastante más formal, pero los dos son muy graciosos. En algunas cuestiones me veo muy ordenada como papá, pero en otras cosas soy tan caótica como mamá.
–¿Cómo es tu relación con ella? ¿Qué actividades comparten?
–Nos llevamos muy bien. A mí me gusta decir que somos opuestas complementarias. A veces mamá es muy desestructurada y relajada y yo soy más seria, pero ella termina haciéndome reír casi siempre. A las dos nos gusta mucho ver películas, desde los viejos clásicos hasta las de Disney y obvio, las pochocleras.
–¿Es tu gran confidente?
–Le cuento casi todo. La verdad es que confío mucho en su mirada. Obviamente hay cosas que me guardo porque prefiero resolverlas sola.
–¿Te gustaría dedicarte a la actuación?
–Amo cantar y estudio piano hace años. La música es mi lugar de expresión y donde me siento más cómoda. La actuación también me llama la atención y empezar a estudiar teatro sería una opción para acercarme al tema y tenerlo como un lugar de crecimiento. Pero también pensé en estudiar Psicología porque me gusta mucho observar el comportamiento de las personas. Como verás, todavía no lo tengo muy claro. [Se ríe]
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