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Había decidido hacer una pausa en el terreno laboral. Los planes no habían resultado según lo planeado y ahora debía hacerle frente a la frustración. Por eso sintió que, en ese momento de su vida, lo mejor era hacer una pausa, reorganizar los proyectos y volver a apostar a sus conocimientos y experiencia como emprendedor. Abocado de lleno a su rol como entrenador de rugby del club San Andrés, se sintió entusiasmado cuando recibió una invitación para asistir a un curso de perfeccionamiento en Ciudad del Cabo, en Sudáfrica.
Criado en la localidad de Martínez, en el partido de San Isidro de la provincia de Buenos Aires, Pablo Goldstein tuvo una infancia tranquila, con una familia muy unida y muchísimos amigos. Sus mejores recuerdos de aquella época están vinculados al colegio y fuera de él, con sus amigos y la práctica de diferentes deportes: rugby, fútbol, paddle y tenis fueron algunas de las disciplinas que aprendió desde pequeño.
“Salir a la calle a cualquier hora era posible”
“Era una época en la que salir a la calle a cualquier hora era posible y eso era algo que yo disfrutaba como también los campamentos que organizaba la escuela. Desde quinto a séptimo grado había campamentos en Lago Mascardi, Bariloche, como parte de la propuesta educativa y recreativa y yo siempre participaba”.
Desde los siete años, el rugby comenzó a formar una parte importante de su vida. Primero lo practicó en el colegio San Andrés, y luego en el club de exalumnos de San Andrés. “Al ser un deporte en equipo, te transmite disciplina, respeto y compañerismo. Además, a mí, en lo personal, me dio muchos amigos y no solo de tu de mi mismo club sino también de otros. La posibilidad de ir de gira fue también una de las cosas más lindas que me dio el deporte”.
“Podía ver mi futuro como emprendedor”
Finalizada la etapa secundaria en el colegio San Andrés, Goldstein se anotó en la carrera de Economía Empresarial en La Universidad Torcuato Di Tella. Luego hizo un posgrado en IAE Business School sobre dirección de pequeñas y medianas empresas.
“En la elección de mi carrera influyó la experiencia familiar. Mi padre tenía su propia empresa y desde chico siempre me llevaba a su trabajo, por lo que siempre había imaginado continuar el legado de él. Lamentablemente, la empresa de mi padre tuvo que cerrar y no pudimos trabajar juntos. Pero creo que, aunque en ese momento no lo sabía, ya podía ver algunas imágenes de mi futuro emprendiendo. Al recibirme, primero trabajé varios años en un banco, pero luego renuncié y me fui a Barcelona a emprender mi primer negocio. Arranqué de cero, no conocía nada de la industria y menos del mercado. ¡Pero estuve tres años y por suerte la experiencia fue muy positiva, además de que con la empresa nos fue muy bien!”.
“Fue una coincidencia que no esperaba”
De regreso en Argentina, pudo concretar varios proyectos exitosos hasta que ese 2010 el escenario local se complicó y los resultados comenzaron a alejarse de lo esperado. Y, aunque se mantenía firme en la postura de hacer una pausa en lo laboral, su mente no dejaba de averiguar, investigar y mantenerse atenta a posibles oportunidades comerciales.
“En ese momento con mis socios estábamos investigando sobre distintas alternativas de proveedores de las carpas beduinas para eventos y otros usos. Aunque parezca sorprendente, resultó que la casa matriz de una marca que nos interesaba, se encuentra en Ciudad del Cabo, el mismo lugar donde me habían invitado a hacer el curso de entrenador. Fue una coincidencia que no esperaba”.
“No había margen para el error”
Ni lerdo ni perezoso, supo que no podía dejar pasar la oportunidad, de modo que aprovechó la chance. “Después de la capacitación, me quedé unos días más en la ciudad. Logré reunirme con el dueño de la empresa y me terminó convenciendo de que su firma Tentickle era el partner adecuado. Logré una afinidad tan grande con él que pronto nos convertimos en amigos”.
Al comienzo, entre 2010 y 2011, desarrollar el negocio fue bastante sencillo. Entonces, para el proceso de importación que permitía traer las carpas no había muchas restricciones. Sin embargo, al tercer año se empezó a complicar la situación por las nuevas medidas restrictivas. “El primer evento fue para una fiesta de 15 años y con 500 personas. Nos contrataron para instalar la carpa destinada a la recepción. No me olvido de lo nervioso que estaba, ya que eran clientes (muy exigentes y con gente importante en el círculo cercano. No había margen para el error”.
“El compromiso no puede ser a medias”
En forma paralela, mantuvo su puesto como entrenador varios años más, hasta que nació su hija mayor y el negocio empezó a crecer. “Fue en ese momento que decidí dejarlo de lado. El trabajo en eventos implica mucho trabajo y dedicación durante los fines de semana, que es cuando en su mayoría se llevan a cabo. Luego tuve una segunda hija mujer, lo que terminó de alejarme del rugby. Sumado a eso, con el tiempo comenzamos con un plan de expansión que requiere viajar mucho. Ser entrenador supone mucho compromiso, especialmente con los jugadores. Mi situación actual principalmente relacionada al trabajo no me permite asumir ese compromiso que yo considero que no puede ser a medias”.
El parate en la pandemia los obligó a hacer una pausa en las actividades, que aprovecharon para capacitarse. Luego de eso el crecimiento fue exponencial. Hoy, en Argentina, ya cuentan con seis oficinas -entre propias y representantes-, llegaron a Mendoza, Córdoba y Tucumán y han comenzado un proceso de expansión por la región. La firma ya hizo pie en Uruguay y Costa Rica, y apunta a seguir en Colombia, México y Ecuador. Con un staff de 45 empleados, cubren un promedio de 18 eventos semanales.
“El rubro de las carpas es históricamente chato. Por eso tratamos de ser innovadores no solo en el producto sino también en el servicio. Por ejemplo, hemos incorporado tecnología por medio de mapping en las carpas y también una tela estampada de tal forma que el techo visualmente no sea siempre igual y se pueda tener opciones diferentes como paisajes o ambientes.
El esfuerzo y la pasión por ofrecer un servicio diferente, los llevó a ser elegidos como proveedores de carpas eventos de renombre mundial como el Lollapalooza, los shows de Hernán Cattáneo y la feria Masticar y por celebrities locales como Abel Pinto, Alejandro Fantino y Araceli González. “Son eventos muy grandes, con gente que viene de todo el mundo, con mucha exposición y visibilidad. Ese tipo de encuentros ratifica que estamos haciendo las cosas bien y en el camino correcto”.
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