Hay varios deltas en el mundo. La mayoría de ellos, de gran tamaño, como el Amazonas o el del Nilo, tienen la característica de que desembocan en el mar. En cambio, el del Paraná, tiene la particularidad de que lo hace en un río, en un río ancho y marrón. El Paraná (pariente del mar en guaraní) se divide a medida que llega a su desembocadura, en una cantidad de afluentes, arroyos y canales que se entrecruzan, y que a medida que uno se adentra, la sorpresa siempre es mayor.
La isla de las Camelias es una de esas joyas escondidas en pleno corazón del Delta, después de cruzar el Paraná de las Palmas, después de navegar el río Capitancito, sobre uno de los brazos del arroyo Felicaria.
Hernán Marquez es floricultor, se perfeccionó en Estados Unidos en el área de cultivos intensivos y trabajó en varios laboratorios en el mejoramiento de especies. Hoy está al frente de esta colección única, comparable sólo con las que hay en viveros de Estados Unidos o algunas zonas de Europa. "Heredé un hobbie de mi padre y lo convertí en en una carrera", cuenta desde Isla de las Camelias, una colección que reúne hoy más de cuarenta variedades de esta flor subtropical de origen asiático. Un lugar único en el país y de relevancia internacional por la calidad de sus ejemplares y por la clasificación de las especies.
El padre de Hernán, Horacio, empezó con este cultivo hace casi cuarenta años. Cuenta que compró esta parcela en el delta de San Fernando, en la segunda sección, y que sus primeros cultivos de plantas ornamentales, tenían el objetivo de diversificar los cultivos tradicionales del delta, hacer una experiencia, algo distinto. Ingeniero electrónico de profesión, se inició en el cultivo con mucha técnica. En principio, en la plantación había camelias, azaleas y hortensias. Pero a los pocos años, a mediados de los 80, una gran crecida del río cubrió por varios días toda su plantación. Cuando el agua bajó, sólo quedaron en pie las camelias, flores que, paradójicamente, no necesitan mucho riego. Pero como ahí quedaron, ahí siguieron. El padre de Hernán, entonces, se interiorizó en el tema. Viajó tras la búsqueda de diferentes especies, recorrió viveros, ferias, trajo plantas madre. Plantó. Replantó. aprendió todo sobre este fascinante mundo y así, tuvo un vivero mayorista que abastecía de estas plantas a todo el país.
Los años, las sucesivas crisis económicas nacionales, y la baja de la industria de las flores en la Argentina, hicieron que este espacio sea hoy una especie de santuario, un reducto donde las camelias se atesoran como obras de arte. Durante julio y septiembre, despliegan todo su esplendor y es en estos meses cuando Dolores Barbosa, una amante de esta planta, organiza encuentros para compartir un día en el cultivo de esta flor milenaria, aprender sobre sus variedades, multiplicación y cuidados.
"Conocí este lugar en el 2006. Tenía un cultivo personal de camelias y quería asesorarme sobre su cuidado. Así que partí al Delta a conocer la colección de Hernán y desde entonces, organizamos estos encuentros acá para dar a conocer el lugar, para poder preservarlo, para que pueda continuar", explica Dolores. Es que esta colección del antiguo vivero sólo es comparable con la que hay en el Huntington Garden en California o con jardines botánicos de Francia o Inglaterra.
Bien temprano a la mañana, el grupo al que guía Dolores, se encuentra en la estación fluvial de Tigre y desde ahí parte en lancha hacia la isla, donde además de sumergirse en el mundo de las camelias, se nutre de encuentros temáticos para completar la experiencia: fotografía, literatura, arte, jardinería.
"Cada año y cada recorrido es diferente. Hace unos años, empezábamos en julio, pero ahora, recién hacia finales de agosto, primeros días de septiembre, es cuando las camelias están en su esplendor. El invierno se corrió y eso se siente en las plantas", explica.
El grupo varía en cada viaje, pero siempre hay un hilo conductor que los une, el amor por esta flor legendaria.
"Yo relaciono esta colección con el arte. No sólo la veo como una pinacoteca, sino que ver el jardín florecido en invierno…es algo único y mágico", explica Hernán, quien hoy además de ser experto en esta planta, se dedica a la actuación y a la dirección de actores. "Mi objetivo es preservar esa colección, trabajar en la reproducción para mantener las especies", concluye.
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