Un empleado fue despedido tras tomarse 808 permisos por enfermedad, demandó a la compañía y ganó
Un empleado de la compañía Jaguar Land Rover (JLR), que fue despedido por tomarse 808 turnos con permisos por enfermedad, ganó la batalla legal que tenía contra la automotriz inglesa. Un tribunal determinó que la destitución fue improcedente a pesar de que su ausencia supuso para la compañía una pérdida de miles de dólares.
Vic Rumbold, quien trabajó durante casi 20 años en la fábrica de JLR en la localidad de Castle Bromwich, un pueblo ubicado a 10 kilómetros de la ciudad de Birmingham, fue despedido en 2018 por razones de "conducta y competencia", según dictaminó una investigación interna de la compañía.
El trabajador recurrió al Tribunal Laboral de Birmingham, donde alegó que su destitución había sido improcedente. Los jueces le dieron la razón y concluyeron que JLR no aplicó de forma adecuada sus llamados Procedimientos de Gestión de Asistencia porque "no se había llegado a una etapa en la que pudieran considerar el despido".
Según informó el diario Birmingham Live, el fallo estableció que antes de despedirlo, la empresa tendría que haber seguido "sus propios procedimientos" y, en consecuencia, ofrecerle a su empleado "un asesoramiento o hacerle una advertencia sobre sus ausencias y la necesidad de mejorar sus acciones para evitar una sanción adicional".
"Desde el momento en que decidieron desestimar al demandante, la destitución no fue una sanción que se encontrara dentro del rango de respuestas razonables disponibles en sus procedimientos", manifestó el tribunal.
Jon Carter, gerente de la automotriz inglesa, calculó que el costo de los 808 turnos de trabajo que Rumbold se ausentó por razones de salud, le costaron a la empresa 95.850 libras esterlinas (unos 130.000 dólares). Además, Carter sostuvo que el demandante "no tuvo un solo año, desde el 2000, con un récord de asistencia completo".
En 2018, el mismo año de su despido, Rumbold presentó problemas en la cadera y le diagnosticaron osteonecrosis, la muerte del tejido óseo a causa de la falta de irrigación sanguínea que ocasiona un fuerte dolor crónico. A raíz de ese padecimiento, no pudo trabajar entre el 12 de marzo y el 13 de agosto.
Rumbold manifestó que cuando la compañía tuvo conocimiento de la enfermedad, le propuso que asumiera otros roles alternativos. Uno de los cuales consistía en inspeccionar los números de registro de cada automóvil, una tarea que podía hacer sentado. Sin embargo, a finales de ese año, y tras pasar por varias tareas, lo despidieron porque, según el gerente, "carecía de entusiasmo por reintegrarse al trabajo".
El tribunal dictaminó que la compañía debería haber tenido en cuenta el permiso médico por enfermedad que presentó Rumbold y debió ofrecerle condiciones adecuadas para trabajar. El próximo año, el juzgado decidirá la cifra que recibirá el empleado como compensación por haber sido despedido sin causas justificadas.
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