Interpretaba a Vicky, la novia del personaje de Rolo (Emiliano Kaczka); cuando terminó la secundaria tomó la primera decisión importante de su vida pero descubrió su vocación años más tarde.
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Desde muy pequeña Natalia Porro (45) estudió teatro como una forma de expresión y casi sin darse cuenta le surgió la posibilidad de actuar, de pasar de la teoría a la práctica, como ella misma dice. A los nueve debutó en El camionero y la dama, una telenovela que se emitía por Canal 9 protagonizada por Alberto Martín y Gabriela Gili y dirigida por Alejandro Hugo Moser.
Natalia estaba dando sus primeros pasos en la televisión, pero el salto más importante lo dio interpretando a Vicky en Clave de Sol, el exitosísimo programa de canal 13 dirigido por Jorge Maestro y Sergio Vainman que se emitió entre 1987 y 1991.
Ser parte de un éxito
En la tira de televisión, Vicky era hija única, su papá era abogado y su mamá era la dueña de una feria americana. Y estaba en pareja, con idas y vueltas, con el personaje de Rolo (Emiliano Kaczka).
“Me encantó. Fue un desafío importante porque las características personales de Vicky nada tenían que ver conmigo. Además, el personaje tenía cinco años más de los que yo tenía en realidad. Fue un antes y un después ya que pasé de ser alguien desconocido por completo a ser famosa con las implicancias que esto tiene a nivel rutinas, colegio, estudios, familia, etc. Tengo excelentes recuerdos de todo lo vivido. Fueron años de mucho crecimiento a nivel personal y laboral”, recuerda.
Natalia cuenta que tenía una relación más cercana con Pablo Rago que con Leonardo Sbaraglia, los dos actores de la tira que desde ese entonces no pararon de trabajar y son reconocidos no solamente en la Argentina, sino también en otras partes del mundo. “Lo relaciono más por una cuestión de edad. La diferencia con Leo es de seis años y con Pablo de cuatro -que a esa edad era mucha-. Pero ambos fueron excelentes compañeros con los que aprendí muchísimo. Para mí, era mi primera experiencia importante y ellos ya habían trabajado un montón”.
Si bien Clave de Sol fue lo que más la marcó y le dio continuidad en la pantalla grande, también formó parte de Buenos Aires, hablame de amor, La familia Benvenutto, El teatro de Darío Víttori, Amigos son los Amigos, Son de Diez y Montaña Rusa, entre otros programas.
Además, siendo niña Natalia había participado en algunos desfiles. De hecho -cuenta con orgullo- se inició en la Feria de la Moda, evento que se realizaba en La Rural, de la mano de “Gachi” Ferrari. “Me enseñó un montón y me dio muchas oportunidades. En todos los desfiles que organizaba quería que estuviera. Gran profesional a la que le estoy profundamente agradecida”.
De la actuación a la economía
Sin embargo, como les ocurrió a muchos de las chicas y de los chicos que formaron parte de Clave de Sol Natalia decidió ponerle fin a la actuación cuando empezó a estudiar economía. En ese momento sintió que ambas carreras resultarían incompatibles. “Tengo mucha facilidad para todo lo relacionado con análisis, cálculo y estadísticas. Trabajé en concesionarias de autos de diferentes marcas. Me sentía a gusto, pero no completa”.
Natalia sentía que podía estar trabajando años de la misma manera, cambiando los escenarios y pese a que le iba muy bien en su profesión había algo que le hacía ruido, que no le permitía disfrutar del día a día y de sus logros laborales y materiales.
En esos momentos de tantas preguntas que, tal vez, no tenían respuestas comenzó a bucear en su pasado y en aquellas actividades que eran de su interés. Y recordó que siempre le había gustado la astrología, pero hasta ese momento no la imaginaba en su vida como una profesión que le permitiera tener ingresos. “Desde que empecé a leer ya me inclinaba por las características de los signos del zodíaco”.
Muchas preguntas para encontrar su pasión
Natalia cuenta que la decisión de dejar sus trabajos como economista para dedicarse a la astrología fue una elección compleja ya que le estaba yendo bien económicamente. “Fue como saltar a la aventura total, pero a través de un proceso de transición, no fue de un día para el otro. Como toda decisión, hay un costo de oportunidad. Creo que todo comenzó con la pregunta de ¿qué quiero para mi vida?, ¿cómo deseo vivir en los años venideros? Y esas respuestas abrieron un abanico de posibilidades que me llevaron a tomar la decisión final. Sentía que cada vez me identificaba con menos cosas relacionada con economía y simplemente tomé la decisión de no negociar conmigo misma, sino de competir conmigo exigiéndome la excelencia”.
“En mi entorno me decían que no lo hiciera”
Sin embargo, Natalia necesitó el visto bueno de su entorno para dar ese salto que estaba por dar. Porque ya no era una joven de 18 años que había tomado aquella determinación de dejar la actuación. Se encontraba en una etapa madura de su vida y las respuestas que recibió no fueron para nada alentadoras.
“La mayoría de las personas me decían que no lo hiciera. Que ya tenía todo armado, que no tenía sentido en saltar a una especie de vacío una vez más. Cuando me retiré de la actuación, también estaba trabajando. Pero lo pensé y lo sentí intuitivamente. Ese era el momento y no otro para hacerlo. Un trabajo requiere muchas horas de vos y mucha energía. Entonces, si le vas a dedicar todo que sea para algo que te haga feliz y te apasione. Tomar una decisión de este estilo es un proceso, terminar y comenzar parecen opuestos, pero en realidad son dos verbos que se complementan. Finalicé un rol en el que no me sentía tan a gusto y dejé un lugar que no era para mí para dar inicio a otro con mayor autonomía y con la posibilidad de brindar acompañamiento a personas que también quieren volantear o reinvertarse”.
Más allá de las opiniones y de las recomendaciones del afuera, Natalia apostó, una vez más, a lo que le dictaba su corazón, su intuición y sus ganas de hacer todos los días eso que tanto la apasionaba. Porque, en definitiva, los de afuera observaban la situación desde afuera. En cambio, ella se colocó el traje de protagonista de su vida.
A partir de ese momento se formó cursando la carrera completa de cuatro años en el Centro Astrológico Buenos Aires y se recibió de Técnica en Astrología Científica con una mención especial por el promedio alcanzado. Además, realizó cursos de especialización en otras instituciones.
Astrología, su verdadera pasión
Desde 2007 que Natalia trabaja como astróloga, una profesión que le permite acompañar a sus consultantes en su propio proceso de autoconocimiento y rediseño de sus vidas. “Sin lugar a dudas que esto me apasiona y estoy absolutamente comprometida con lo que hago”, afirma.
Todo lo que Natalia fue aprendiendo a través de sus estudios y de las experiencias acompañando a las personas que día a día confían en sus conocimientos astrológicos la llevaron a escribir Los doce soles (Editorial Kepler). El libro es una guía práctica y actual sobre los signos del zodíaco “para que cada uno conozca sus fortalezas, sus desafíos, sus tácticas de negociación, sus competencias, su autoestima, sus heridas, sus miedos, sus necesidades emocionales y la de los demás solamente con saber el signo de la persona. Cada lector se va a sentir identificado con la sensación de que me está hablando a mí”.
“Hay que perderse para encontrarse”
Todos los días de su vida Natalia colabora para ayudar a que sus consultantes descubran la mejor versión de sus vidas. “Detrás de cada miedo que tenga cada persona hay un potencial por descubrir. Hay un talento desconocido que necesita salir a la luz, hay que perderse para encontrarse. La mejor versión surge actuando, descubriendo nuevos recursos, transformando los miedos en oportunidades, liberando todo el potencial que cada uno tiene y transgrediendo los límites autoimpuestos. La mejor versión es dar lo mejor que cada uno posee siempre”.
“Tuve tres vidas, la de mis tres profesiones. En este momento, estoy dando lo mejor de mí. Ahora me pregunto `¿la vida es sólo esto`? Mi función también es seguir descubriendo más y seguir alcanzando sueños para hacerlos realidad”.
¿Qué mensaje les darías a las personas que no se animan a cambiar, a dar un giro a sus vidas? “Que se conozcan a través de su carta natal, que es la fotografía del cielo en el momento de su nacimiento. La vida y el cielo nos hablan permanentemente, sólo tienen que estar dispuestos a escucharlos”.
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