Tenía un gran sueño y supo que para lograrlo debía estar “más cerca de los núcleos” y dejar todo lo conquistado en Buenos Aires
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Un torbellino de energía indescriptible se apoderó de Flavio Zarza cuando pisó Barcelona ya no como turista, sino como un joven argentino dispuesto a darlo todo por un sueño. Él sabía que aquellos que se atreven a romper moldes, dejar atrás mandatos y una tierra querida, se exponen a una incomodidad por momentos difícil de sobrellevar. En su caso, lanzarse a la incertidumbre para perseguir futuros inciertos, había tenido un costo más que elevado, donde le había tocado sacrificar al máximo su estilo de vida a fin de ahorrar, entrenar a su corazón para resistir las despedidas y renunciar a todo lo maravilloso que había conquistado y atesoraba en Buenos Aires.
Y el torbellino salvador del nuevo comienzo no era algo que durara para siempre, él percibió cómo poco a poco cedía para dejar entrever las piedras en el camino. Al entusiasmo le siguieron tiempos complejos propios de cualquier emigrante en su camino de adaptación, pero acentuados por su decisión de haber volado al viejo mundo sin permiso de trabajo. El sueño, sin embargo, para él tenía más fuerza que una documentación que confiaba conquistar, tarde o temprano.
“Tuve que buscarme la vida y trabajé de lo que pude. Tener en claro mi objetivo - vivir de la música- me ayudó a focalizar mis energías en conseguir mis metas”, asegura hoy Flavio, mientras recuerda aquellos primeros tiempos.
Soñar con otra vida y un viaje transformador: “Cuando volví ya no era el mismo”
No hubo una sola razón. Flavio se alejó de su ciudad natal, Buenos Aires, por un cúmulo de motivos que podrían haberlo retenido si su anhelo por conquistar su deseo no hubiese pujado con tanta fuerza. Le dolía, sin dudas, que Argentina no abandonara el pulso de una eterna corrupción política y judicial. Aquello pesaba y provocaba que sus ojos se posaran en otros horizontes, pero existía una razón preexistente: desde pequeño, había absorbido la cultura europea y esta se había metido en su piel invitándolo a soñar con otras vidas.
Fue así que a los 21 decidió armar una mochila y salir de viaje. Recorrió diferentes ciudades del otro lado del océano, admiró paisajes e intercambió impresiones culturales, y entonces, al regresar a su tierra de origen, una sensación extraña se apoderó de él: “Cuando volví ya no era el mismo”, asegura.
“Para entonces, tenía en claro que quería dedicar mis intereses laborales a la música”, continúa Flavio. “Después de ese primer viaje me di cuenta de que residiendo en alguna ciudad europea estaría más cerca de los núcleos musicales que me interesaban”.
Con aquellas certezas, el anuncio de que estaba dispuesto a dejarlo todo llegó a los oídos de su entorno. Sus dos hermanos, su padre y sus amigos, lo apoyaron en todo momento; su madre, en cambio, combatió la decisión. Sufría la idea de la lejanía, un dolor que solo el tiempo logró menguar para dejar ingresar nuevos sentimientos: la asimilación y la comprensión.
Barcelona, un punto neurálgico para un movimiento en apogeo: “Me llamó la atención de la sociedad catalana el orden y disciplina en el hacer”
1999 corría, el tic tac del reloj estaba en su cuenta regresiva hacia el nuevo milenio y, junto a su atmósfera de renovación extrema, Flavio aterrizó en Barcelona dispuesto a darlo todo en su propio volver a empezar. En el ámbito de la música, las melodías electrónicas estaban alcanzando su apogeo máximo, de hecho, en julio de 1999 más de 2,5 millones de personas saltaron en Berlín al ritmo de Carl Cox, Armand van Helden, Westbam, Dr. Motte, Paul van Dyk y Sven Väth, entre otros, en el décimo aniversario de Love Parade, el festival de música electrónica más importante de todos los tiempos.
Barcelona, al igual que otras influyentes ciudades europeas, funcionaba como centro neurálgico de jóvenes de todo el planeta deseosos de dejarse llevar por la música como lenguaje universal sin barreras idiomáticas ni culturales. Y fue esa energía cosmopolita la que terminó de conquistar a Flavio, aun a pesar de las dificultades iniciales.
“Desde un principio me gustó el respeto que hay por las diferencias entre culturas”, reflexiona. “Por otro lado, una de las primeras cosas que me llamó la atención de la sociedad catalana fue el orden y disciplina en el hacer. También, el arraigo y orgullo que se mantiene por la identidad y cultura catalana, a pesar de la diversidad. Es decir, Barcelona es una ciudad con carácter propio, pero cosmopolita, donde tenés la posibilidad de conocer diferentes culturas de todo el mundo”.
Vivir de una pasión en Barcelona: “Mi filosofía siempre fue trabajar duro y honradamente para buscar y ayudar a la suerte”
A los cuatro años de su llegada, Flavio ya estaba asentado. Gracias a un amigo, una de las mayores empresas internacionales de ocio nocturno en Europa le dio la oportunidad de ingresar al staff de DJs. Aquel fue su punto de inflexión, un umbral que cruzó convencido de que había una sola manera de triunfar en el viejo continente: esforzarse y nunca dejar de soñar.
“A partir de aquí, comencé a sentir que mis metas empezaban a hacerse realidad. Barcelona es una ciudad con muchas oportunidades en muchos sectores”, asegura Flavio, quien aparte de ejercer como DJ, productor e ingeniero de mezcla, se dedica en el presente de lleno a la docencia, como técnico de sonido y post producción en una escuela audiovisual.
“Mi filosofía siempre fue trabajar duro y honradamente para buscar y ayudar a la suerte”, continúa. “Desde un principio, sentí que Barcelona ofrecía oportunidades en el sector del ocio nocturno ya que por su características geográficas, climáticas y culturales, es un destino muy visitado por personas de todo el mundo”.
“Tuve también la suerte de cruzarme con gente que me ayudó mucho y que confió en mí. A estas personas siempre les estaré agradecido. Como DJ, musicalmente me gusta alternar entre ritmos percusivos, vocales, y melodías progresivas. Dicho con otras palabras, considero que mi estilo musical se podría situar entre Tech Tribal y Progressive House. El mundo del DJ siempre fue algo que desde muy temprana edad me llamó la atención, poder compartir y disfrutar junto a la gente mis emociones y sentimientos musicales es algo en lo que me siento muy afortunado de poder desarrollar”.
“Al día de hoy, además de ser DJ, tengo la suerte de ser profesor y poder transmitir mi experiencia y conocimientos como profesional de la música y el sonido. Algo que me llama mucho la atención es la sorpresa que muchas personas se llevan a medida que avanzan en sus conocimientos como DJs, de la cantidad de aspectos técnicos, musicales y psicológicos que conlleva este oficio. Ser un buen DJ es mucho más que tener muchos followers en redes sociales y poner las canciones que están en los charts”.
Los regresos y los aprendizajes: “Más allá de la realidad que a todos nos toca vivir por nuestro origen, siempre hay opciones”
Más de dos décadas pasaron desde que Flavio dejó Argentina para cumplir un sueño que superó sus expectativas. Desde entonces, su pasión mutó y maduró, al igual que sus vínculos con Barcelona y su país de origen. Junto a su mujer, hoy vive en el distrito de la capital catalana, aunque su plan es pronto mudarse al centro.
A la Argentina regresa siempre con entusiasmo y, a diferencia de muchos emigrantes, él percibe las mutaciones en una ciudad que siente dinámica y que lleva en su corazón sin importar las distancias. En sus días en el sur del mundo, Flavio disfruta la energía de los barrios porteños: “que echo mucho de menos”, asegura. “Al igual que la cordialidad de las personas”.
“Volver siempre es algo que vivo intensamente porque Buenos Aires tiene algo que permanece en mi identidad y que por todas sus cosas buenas, me siento orgulloso de haber nacido allí”, continúa. “Pero, mientras tanto, la distancia puede enseñarte muchas cosas. Creo que el mayor crecimiento a nivel personal ha sido saber que, más allá de la realidad que a todos nos toca vivir por nuestro origen, siempre hay opciones. Por otro lado, aprendí a esforzarme por un objetivo. Aprendí que el trabajo honrado reconforta y que la humildad y el respeto son valores importantes”.
“También aprendí a ver a mi familia desde otro ángulo y descubrí la suerte que he tenido en recibir la educación que mis padres me dieron; descubrí la suerte que he tenido en tener amigos que aún hoy en día me siguen recibiendo con alegría; descubrí la serenidad de una relación sana y constructiva. El camino no es sencillo, pero entendí que, si se toma la decisión de migrar, debe ser para mejorar y ser una persona productiva allí donde uno decida vivir”, concluye.
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Destinos Inesperados es una sección que invita a explorar diversos rincones del planeta para ampliar nuestra mirada sobre las culturas en el mundo. Propone ahondar en los motivos, sentimientos y las emociones de aquellos que deciden elegir un nuevo camino. Si querés compartir tu experiencia viviendo en tierras lejanas podés escribir a destinos.inesperados2019@gmail.com . Este correo NO brinda información turística, laboral, ni consular; lo recibe la autora de la nota, no los protagonistas. Los testimonios narrados para esta sección son crónicas de vida que reflejan percepciones personales.
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