Todos somos mecenas: la filantropía en la era virtual
Los sitios de financiamiento colectivo se multiplican y expanden sus límites; ¿por qué crecen las donaciones de dinero para que otros concreten sus proyectos?
Lo que lleva a César Guarinoni, dueño de la empresa de videojuegos NGD Studios, a abrir su billetera y aportar al financiamiento de proyectos, es una mezcla de nostalgia y altruismo. "Uno está apoyando algo que quiere que exista y que jamás se materializaría por las vías tradicionales del mercado", plantea. En general, apela a la plataforma estadounidense Kickstarter para donar plata a iniciativas de "aventuras online gráficas". La última vez, ayudó a Ron Gilbert, ex LucasArts, quien a cambio de la donación aseguraba el "perdón eterno a quienes hubieran pirateado sus juegos de chicos" (el caso de Guarinoni).
Para Julieta Ulanovsky, la relación con el financiamiento colectivo o crowdfunding tiene doble vía. Por un lado, puso su tarjeta de crédito en una plataforma para fondear una iniciativa del diseñador alemán Harald Geisler y recibió un calendario desde Fráncfort. Por el otro, consiguió a través de esta modalidad el dinero para editar un libro sobre el Palacio Barolo, luego de peregrinar junto con su socia, Valeria Dulitzky, por varias editoriales que no mostraron interés. "Muchos libros no tienen cabida en las editoriales porque van a un nicho muy específico. Estas plataformas permiten que se puedan concretar esos proyectos -explica Ulanovsky-. Sobrepasamos la suma de dinero que necesitábamos, en la presentación del libro llenamos el hall del Barolo y conocimos a muchos de nuestros mecenas que habían aportado dinero en forma virtual."
Aunque las "vaquitas" o esquemas de financiamiento colectivo vienen de larga data (los constructores de la Estatua de la Libertad pagaron la base gracias al crowdfunding), fue en forma reciente, y gracias a Internet, que esta nueva filantropía "explotó" entre personas que, por diversos motivos, optan por plataformas grupales para fondear proyectos. "El financiamiento colectivo se enmarca dentro de la economía colaborativa, que está apalancada por las redes sociales", dice Mariano Ruani, cofundador de Nobleza Obliga, una plataforma local a través de la cual ya recibieron apoyo más de 100 causas solidarias.
El fenómeno estalló hace tres años en los Estados Unidos y Europa, donde las donaciones online crecen tres veces más rápido que las que se realizan a través de los canales tradicionales. En la Argentina, además de Nobleza Obliga, Idea.me hospeda distintas iniciativas que buscan financiamiento colectivo. El paraguas de las "finanzas alternativas" también incluye negocios como Bondarea y Afluenta, que ofrecen conectar particulares que necesitan dinero con otros que lo prestan a cambio de un interés, salteándose a los bancos.
Sentirse parte de una comunidad y recibir feedback permanente de lo que se hace con lo que se dona son otros motivos por los que las plataformas de financiamiento online grupal están creciendo. "Si me hubieran contactado por mail para que donara plata, no lo hubiera hecho", cuenta ahora Bernardo Díaz de Astarloa, un economista de 32 años que aporta en forma regular a plataformas como Kickstarter (la más grande de EE.UU, junto con Indiegogo), o Idea.me. "El hecho de que sea una movida colectiva, en cambio, da otra dimensión de compromiso, de saber que estás formando parte de algo más", concluye Díaz de Astarloa, que puso por primera vez plata hace tres años (75 dólares), para que subiera a escena la obra de teatro interactiva Usted está aquí Experience.
Juan Manuel Domínguez, de 30 años, trabaja en el área de planificación de un grupo financiero. Participó en cuatro proyectos de financiamiento colectivo, la mayoría de ellos para que vuelvan al mercado libros de juegos de rol de los que era fanático en su adolescencia. "Me sumé por un tema de nostalgia, pero otra ventaja que tiene Internet es que te permite seguir de cerca el proceso de creación de un producto. Por ejemplo, en los kickstarters de libros, los financiadores pueden votar qué capítulos se agregan al libro si se van superando determinadas metas de recolección de dinero -dice Domínguez-, y está bueno cortar con los intermediarios y saber que están financiando directamente a los creadores."
Tal vez el más resonante de los proyectos de financiamiento colectivo que haya surgido hasta el momento de un emprendedor argentino sea el caso de la valija inteligente BlueSmart, que el año pasado recaudó dos millones de dólares en la plataforma Indiegogo, con lo cual se sobrepasó en un 3860% a los 50.000 dólares pedidos originalmente por los fundadores de la empresa Diego Saez-Gil, Tomi Pierucci, Alejo Verlini, Brian Chen y Martín Diz.
Saez-Gil tuvo la ocurrencia de fabricar un equipaje con sensores de GPS y otros chiches tecnológicos en un viaje a la Argentina. Volvía de los Estados Unidos con regalos para su familia, entre ellos, una iPad, y la aerolínea le perdió el equipaje. Bluesmart permite recibir en el teléfono información sobre el recorrido de la valija, entre otros datos, y saldrá al mercado en aproximadamente 400 dólares.
¿Cuál fue la clave para que esta idea resultara una de las experiencias de crowdfunding más exitosas de la historia? Saez-Gil aconseja enfocarse en una necesidad no cubierta e invertir tiempo en el video que se cuelga para captar aportantes. "La gente tiene una ventana de atención muy breve, así que es importante apelar al humor o la emoción para llegar con el mensaje", dice a LA NACION. El video Bluesmart tuvo 280.000 vistas durante la campaña.El otro factor es construir una comunidad: quienes aportan dinero se sienten accionistas y pueden ser los mejores embajadores de la marca.
Una advertencia para quienes buscan financiarse de esta forma: requiere un "esfuerzo descomunal", según cuenta Esteban Menis (@llorodefelicidad), que dirigió la segunda temporada de la serie Eléctrica gracias a $ 120.000 que aportaron los fanáticos. "Mi familia me preguntaba si los que ponían plata eran amigos míos -cuenta Menis-, ¡y yo les decía que a la mayoría ni los conocía! A los que pusieron mucho no sabía cómo agradecerles. Hicimos un asado, otros se llevaron remeras, pósteres, cuadernos con temática de la serie. Y con mi hermano repartimos más de 250 recompensas. Fue agotador, tenés que estar muy comprometido con un deseo para llevarlo a cabo. Pero queda la satisfacción de que no tenés que convencer a ningún productor: lo hacés porque la gente lo quiere ver."
"Con un nivel de bancarización muy bajo en comparación a la media mundial, las alternativas de finanzas no tradicionales [plataformas de financiamiento colectivo y préstamos de persona a persona] tienen un potencial grande en la Argentina", opina Javier Mazzini, analista especializado en finanzas de Celent, basado en Miami. Con todo, hay obstáculos culturales que hacen que para muchas personas sea difícil poner la tarjeta en una operación online, y en la Argentina el cepo cambiario embarra todavía más la cancha. "Cuando usé Kickstarter, los problemas con los medios de pago hicieron siempre todo muy difícil", dice Díaz de Astarloa.
A Daniel Colico Savio, un físico que se dedica a la consultoría de negocios, tiempo atrás lo entusiasmaron unos parlantes pequeños, inalámbricos, "de una fidelidad asombrosa", que se ofrecían en una plataforma de financiamiento colectivo de EE.UU. Le parecían ideales para sus presentaciones. Les escribió a los productores de NudeAudio (el producto en cuestión), que le contestaron: "Gracias, pero a la Argentina parece que tenemos que contrabandear para que te lleguen los parlantes". "Aquí el desafío es logístico y de envío y recepción de divisas", dice Colico Savio.
Como en todas las áreas del mundo de los emprendedores y las startups, con el financiamiento colectivo también se da el fenómeno que Nassim Taleb, el autor de El Cisne Negro, llama "evidencia silenciosa": las historias que trascienden a los medios son las de éxito, y en el detrás de escena quedan los fracasos invisibilizados. "No me gusta dar un mensaje que no sea esperanzador, pero mis experiencias no fueron buenas", cuenta a LA NACION un inventor que meses atrás no llegó a completar su objetivo de recaudación en un producto contra el cáncer de piel. "Te terminan cobrando una comisión alta, te pagan a los 45 días, no supervisan y tardan más de lo prometido en evaluar los proyectos", destaca. Según esta fuente, no hay desintermediación, simplemente cambio: de un banco por una plataforma.
Los entusiastas del fenómeno, por el contrario, creen que las ventajas son muchas, y que con esta nueva filantropía terminará ocurriendo lo que pasó con el comercio electrónico: tarda en arrancar, pero cuando toma velocidad, el crecimiento es inexorable. "Hay un componente personal, tus aportantes son de alguna manera tus socios, y eso potencia la movida", marca Julieta Ulanovsky. "Es una herramienta simple y sobre todo, útil", suma Tomás Nealon, un fanático de Cha Cha Cha que espera que, junto a su aporte y al de cientos de donantes, la futura película de su admirado Alfredo Casero llegue a los cines lo antes posible.
Producción de Natalí Ini
Proyectos concretados
De la idea al hecho, hay sólo un click de distancia
Divino Barolo
A cargo de Julieta Ulanovsky y Valeria Dulitzky, el libro recoge información sobre este maravilloso edificio urbano, donde ambas tienen su oficina
Bluesmart
Uno de los casos más resonantes de crowdfunding: una valija con sensores GPS. Recaudó dos millones de dólares en Indiegogo y saldrá al mercado a 400
Eléctrica
Esteban Menis dirigió la segunda temporada de esta serie online en la que actuán anónimos y famosos gracias a los $ 120.000 aportados en plataformas