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Era un día de temperaturas agobiantes en la localidad de Pilar en la provincia de Buenos Aires cuando una médica veterinaria que pasaba por la zona advirtió una situación dramática. Obligada a mantenerse de pie durante extensas jornadas, una potranca de tan solo dos años y medio tiraba de un carro que cargaba tres toneladas de autopartes desarmadas.
A simple vista su estado de salud era preocupante. Por eso la mujer no dudó en actuar con prisa y se cruzó delante del carro para que detuviera la marcha mientras se contactaba con las autoridades y organizaciones de protección animal para solicitar su rescate. “Con taquicardia y dolores muy agudos, Gitana estaba a punto de desplomarse y en esos minutos de absoluta tensión descubrimos que además estaba preñada”, recuerda Lucrecia Juin, directora de la ONG Jaulas Vacías, el santuario donde finalmente la potranca fue trasladada para recibir los primeros auxilios.
Al llegar al santuario, Gitana fue examinada por veterinarios. Se encontró en un estado de salud muy comprometido: desnutrida, con herraduras mal colocadas, y con dolor intenso en músculos y columna. Además, se confirmó que estaba preñada de unos 5 o 6 meses. Gitana estaba sufriendo: los signos de dolor en caballos pueden incluir cambios en su comportamiento como agitación, incomodidad, cojera, falta de apetito, y cambios en su postura o forma de moverse. Con experiencia en el tema, los veterinarios y cuidadores observaron cuidadosamente estos signos para proporcionarle el tratamiento adecuado. El camino que tendría que recorrer no sería fácil, pero todos estaban dispuestos a darle las mejores posibilidades para que su cría llegara al mundo en libertad.
“El dueño alegó que Gitana era de su propiedad”
Mientras los animales peleaban por sus vidas, la disputa por su tutela se desarrollaba en instancias legales. Al ser notificado sobre la nueva situación de resguardo de Gitana, el “dueño” alegó que tenía derechos de propiedad sobre ella -y por lo tanto sobre la cría que crecía en su vientre- y solicitó su restitución. Sin embargo, la documentación presentada para justificar su propiedad no resultó suficiente. Se demostró la posesión de mala fe de acuerdo a la normativa vigente.
“Además con los informes veterinarios aportados en la causa se acreditó que Gitana era obligada a traccionar un carro estando preñada, en estado de desnutrición y sobre exigida en su capacidad y fuerzas, lo que sin dudas representa un claro acto de maltrato, en los términos de la Ley N 14346″, señala la abogada Marcela Riccio, diplomada en derecho animal.
Sin embargo, los días de maltrato y abuso, habían quedado en el pasado. La fiscal del caso determinó que, dada la falta de evidencia de una adecuada propiedad y el trato cruel infligido a los animales, debía privarse al reclamante de cualquier derecho sobre ellas. “Argumentó que los animales tienen derechos que incluyen el derecho a ser tratados con respeto y a conservar su integridad física y psíquica. Asimismo sostuvo que restituirle los equinos al denunciado sería contraproducente pues podría reincidir y cometer nuevamente maltrato sobre ellas poniendo en riesgo las vidas de los animales”, relata Riccio.
“Seres sintientes con derecho a la libertad”
Durante los primeros días en el santuario, Gitana mostró signos de gran debilidad y miedo debido al maltrato recibido. Su carácter estaba marcado por la desconfianza y la angustia, aunque también se observaba una disposición a recibir ayuda y cuidados. “Con el tiempo, Gitana comenzó a mostrar una notable mejoría. Recibió tratamiento veterinario adecuado y cuidados amorosos, lo que le permitió recuperar su salud física y emocional. Su carácter se fue transformando de uno marcado por el miedo a uno más relajado y confiado”, dice emocionada Lucrecia.
En el ámbito jurídico, la abogada defensora de Gitana y Lluvia, Susana Dascalaky continuaba con su batalla: argumentó que el equino fue victima del delito previsto en el artículo 1 de la Ley 14.346, que protege a los animales contra actos de maltrato y crueldad (esta ley tiene como objetivo la protección del propio animal y de su derecho a una salud física y psíquica, siendo el animal el bien jurídicos tutelado).
El juez, al considerar los nuevos paradigmas legales que reconocen a los animales como sujetos de derecho, falló a favor de la ONG denunciante para garantizar el cuidado y la protección de las yeguas (en coherencia con el espíritu de la Ley 14.346). “En su decisión, destacó que no se trataba de cosas muebles, sino de seres sintientes sujetos de derechos que merecen una protección integral. En consecuencia, se otorgó la tenencia definitiva de Gitana y Lluvia al Centro de Prevención de Crueldad Animal a fin de garantizarle protección y cuidado, rechazando la solicitud de restitución del demandado. Se resolvió que debía permanecer en libertad en el santuario no pudiendo ser nuevamente utilizada para ninguna actividad por ninguna persona”, explica la abogada Riccio.
Lluvia de noviembre para una madre cariñosa
Tres meses después de su dramático rescate, una tarde de noviembre, Gitana dio a luz a una potranca hermosa. El parto de Lluvia del Cielo -como bautizaron a la cría- fue asistido. Dado el estado de salud de Gitana y las complicaciones derivadas del esfuerzo que había realizado su madre cuando era utilizada para la tracción a sangre, del maltrato recibido y el estrés experimentado durante su preñez, se proporcionó asistencia veterinaria para asegurar un parto seguro. Lluvia había nacido con problemas de desarrollo y requirió cuidados especiales. Se le proporcionó atención veterinaria intensiva y un ambiente cálido y seguro para favorecer su crecimiento y recuperación.
“Lluvia creció en un entorno amoroso y protegido junto a su madre. A medida que fue creciendo, ambas compartieron un vínculo fuerte y saludable. Gitana se mostró como una madre atenta y cariñosa, contribuyendo al bienestar de su cría. Lluvia, que hoy tiene 9 años, se recuperó y su carácter salvaje es testimonio de una vida libre de maltratos, en contraste con el sufrimiento que Gitana conoció”, dice con orgullo Lucrecia.
Del rescate al proyecto con nombre propio
La resolución del caso marcó un hito en el Derecho Animal al afirmar que los animales no son simplemente propiedad, sino sujetos de derecho. El fallo estableció un precedente significativo al priorizar la salud física y psíquica de los animales sobre los intereses humanos de quienes los utilizan para su propio beneficio. Al reconocer a los animales como seres dignos de protección, el caso de Gitana y Lluvia refuerza la idea de que la ley debe reflejar justicia para ellos. “Este caso no solo sienta un precedente legal, sino que también representa un cambio cultural en cómo percibimos y tratamos a los otros animales. La decisión de priorizar la dignidad de Gitana y Lluvia subraya la creciente aceptación de los animales como seres con derechos inherentes y la necesidad de respetarlos como seres sintientes con intereses propios“, refuerza Riccio.
Este caso tuvo y tiene un impacto significativo en la jurisprudencia ya que se formalizó como un punto de referencia importante para la protección de los derechos de los animales en Argentina. En ese contexto, la Concejal Adriana Cáceres conjuntamente con el Santuario Jaulas Vacías (donde hoy viven en libertad Gitana y Lluvia) y la abogada Marcela Riccio especialista en derecho animal, presentaron el proyecto de ordenanza “Gitana y Lluvia” que busca abordar de manera integral la problemática social y animal relacionada con la tracción a sangre.
“La tracción a sangre sigue siendo un tema de gran preocupación y debate. Aunque hubo avances en algunas jurisdicciones para prohibir esta práctica cruel, la implementación efectiva y el cumplimiento de las leyes siguen siendo un desafío. Es fundamental continuar trabajando hacia una legislación más robusta y una mayor concientización sobre el bienestar de los animales para que dejen de ser utilizados para la tracción”, asegura Riccio.
El proyecto -presentado el pasado 18 de julio y que se encuentra en la comisión de Derechos Humanos, Desarrollo Social, Personas con Discapacidad, Familia, Niñez, Juventud, Tercera Edad y Derecho Animal- propone soluciones que no solo mejoren las condiciones de los recolectores informales, ofreciéndoles sustituir los vehículos de tracción a sangre por alternativas laborales superadoras y sustentables, sino que también brinden una segunda oportunidad para los animales a través de adopciones responsables.
Para la Concejal Adriana Cáceres, “el proyecto Gitana y Lluvia busca terminar con la tracción a sangre en Pilar. Es un deber del Estado poner fin al maltrato y a la muerte de los caballos en nuestras calles, donde hay muchas historias de sufrimiento pero también hay esperanza. Por ello se puso énfasis en la sustitución de los carros tirados por caballos que se utilizan para trabajar, porque a la pobreza se la enfrenta no se la normaliza, nada justifica el maltrato y la muerte, ni siquiera la necesidad, pero conscientes de ello el proyecto plantea alternativas y oportunidades para los carreros”.
Actualmente, Gitana y Lluvia viven felices en el Santuario Jaulas Vacías donde conviven con otros 200 animales rescatados del maltrato, el abandono y el uso en las distintas industrias. La rutina diaria de madre e hija incluye tiempo para jugar, comer, y descansar en un entorno libre de maltrato. Ambas disfrutan de una vida tranquila y segura. “El caso de Gitana y Lluvia sigue siendo un testimonio de la resiliencia y la importancia de la protección y el cuidado adecuado para los animales. Gitana y Lluvia fueron afortunadas, muchas yeguas que son explotadas estando preñadas tienen a sus crías en las calles y terminan muriendo junto a ellas en el parto o si consiguen salvarse sufrirán el arrebato de sus hijos recién nacidos que le son quitados y vendidos para ser utilizados igual que ellas o para ser faenadas”, reflexiona Lucrecia.
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