Taryn Southern, la youtuber que hace música con Inteligencia Artificial
Exparticipante de American Idol, lanzó un álbum cocreado con IA que tuvo considerable aceptación en EE.UU.
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SHARM-EL SHEIK, Egipto.- “Conseguite un empleo honesto”. El dardo que le lanzó Pappo a un DJ en un programa de televisión aún se recuerda como parte de una batalla entre cierta tracción a sangre musical y la automatización a través de distintos mecanismos. No está claro, sin embargo, qué diría Pappo si se enterara que hay un álbum entero (llamado I AM AI, con ocho canciones, lanzado en 2017) cocompuesto entre un ser humano y una inteligencia artificial (es decir, programas desarrollados para aprender de ciertas interacciones y generar resultados, como en este caso los acordes y la instrumentación). La ¿autora? es una norteamericana de Kansas, de 35 años, llamada Taryn Southern, fanática de la tecnología, exparticipante del concurso American Idol y famosa por sus posteos y canciones en YouTube (algunas de contenido escatológico explícito; 750 millones de vistas). Southern, ahora también conocida como la primera persona en sumar una colección de canciones sin más instrumentos que una computadora y una serie de programas, participó en enero del Foro Mundial Juvenil en el balneario del Mar Rojo Sharm-el-Sheik (Egipto), donde contó cómo es su trabajo en una de las sesiones y luego tuvo un diálogo con LA NACION.
–¿Cómo fue la experiencia de hacer un álbum de música con inteligencia artificial (IA)… si es que no debo decir que la IA hizo un álbum con vos?
–Trabajamos juntos, fue una colaboración (ríe). Usé el producto de cuatro diferentes empresas de IA, diferentes softwares que compusieron la instrumentación y yo hice las melodías vocales y escribí las letras para todas las canciones. Y la composición y la instrumentación la hizo completamente la IA.
–¿Cuánto tiempo llevó hacerlo?
–Depende del software. A veces me llevó docenas o cientos de pasadas para conseguir lo que quería. Insisto en que fue un proceso muy colaborativo. Yo le da daba al software ciertos parámetros, como el estilo musical, la velocidad, el ritmo, los instrumentos a usar, tantos bits por segundo y así seleccionaba los componentes. Después, en ocasiones, los cambiaba hasta estar contenta con la canción.
–¿Nadie lo había hecho antes?
–No así como lo hice yo, por lo que se sabe. Sí hubo desde los años de 1970 músicos que usaron machine learning e IA para componer partes de la música, pero esta es la primera vez que se produce también la instrumentación y se crean los sonidos de todo un álbum. Hubo veces en que la IA fue entrenada para hacer la melodía, pero la tocaban los músicos.
–¿Y el resultado suena como “música real”?
–Decime vos.
–Creo que sí, ¿los músicos qué dicen?
–La respuesta es bastante positiva, se mostraron sorprendidos con los resultados y capacidades de la IA. Dicen que los temas son suficientemente sofisticados; de hecho, una de las canciones llegó a pasarse en las radios de los Estados Unidos, en el top 100 de un ranking. Se llama “Break free” (N. de la R: el video, con una estética similar a “Nothing compares 2U”, de Sinéad O’Connor, tiene más de 2.200.000 vistas solo en YouTube).
Las células luditas
En el medio de toda esa fascinación por la tecnología, incluso la tecnología inmersiva que crea nuevas realidades y avatares, a Southern le llegó una noticia personal que le advirtió que el ser humano, aún el hipertecnologizado, todavía no puede escapar de su origen orgánico. En mayo de 2019 recibió un diagnóstico de cáncer de mama con estadio tres (lo que significa un cierto grado de propagación). “Recibir el diagnóstico de una enfermedad que supone un riesgo de vida es un doloroso recordatorio de que a la biología no le importan tus planes de vida o tus prioridades. La biología es indiferente; nosotros no debemos serlo”, es su tuit fijado desde el 28 de junio de 2020. Por supuesto, contó detalles de su quimioterapia también en las redes sociales, sin importarle cuán desmejorada se veía respecto de su rubia belleza de videos anteriores (y posteriores). “Fue más duro de lo que anticipaba, pero ya lo pasé”, contó entre lágrimas.
–Hay otra Taryn Southern en el metaverso, ¿crees que es posible que, en un futuro, todos estemos literalmente inmersos ahí, con la idea de vivir para siempre salvando estos escollos?
–Es una posibilidad que a algunos los incomoda, esto de tener un avatar. Pero habrá muchas más personas metidas allí en los próximos años, ya lo veremos. Y no se necesita que el avatar sea exactamente igual a uno, una representación fotográfica. En mi caso, sí, pero se podrían hacer versiones que sean distintas o que parezcan jóvenes para siempre. Además, también se pueden crear cápsulas del tiempo para generaciones más jóvenes de una familia. Es algo que ya empieza a existir. Es como tener una suerte de repositorio generado a través de toda la información que hay en la web de una persona para saber qué haría, por ejemplo, mi abuela en determinada situación. O directamente y especialmente a través de una entrevista de unas siete horas grabada explícitamente con ese propósito de que sus nietos y bisnietos sepan todo sobre ella. El concepto es qué diría alguien que ya no está y pedirle así consejos. Saber sobre sus decisiones y el proceso que la llevó a tomarlas. Eso se puede hacer y podría ser muy preciso.
–¿Y no sería algo extraño hablar con los muertos como si estuvieran vivos?
–Extraño, sí… o quizá también la más importante herramienta de todos los tiempos. Imaginate tener eso de los sobrevivientes del Holocausto, si hubieran sido entrevistados en su momento. Sería una enorme preservación del conocimiento.
–¿Y cómo se mezcla toda esa virtualidad con la biología? Hace poco experimentaste un episodio como es un cáncer, que muestra todavía los límites de nuestra constitución animal.
–Es verdad, ciertamente tuve una experiencia de esos límites biológicos. Y más que mi experiencia personal, porque ahora trabajo con una empresa para que pacientes impedidos tengan implantes y puedan volver a moverse, a hablar; es una sensación de alegría, además de desafiar limitaciones físicas, los límites de la biología, a través de la tecnología. Es algo que me entusiasma.
–Además de música, ¿qué otros campos abre este tipo de tecnologías?
–Creo que se puede hacer mucho más con la IA como herramienta creativa. También estoy entusiasmada con la posibilidad de generar experiencias musicales o audiovisuales personalizadas, que puedan permitir lograr que la gente tenga a través de la música un cierto tipo de sensaciones como calma, paz, alegría. Es decir, agregar dimensiones artísticas a la manera de conseguir ese tipo de respuestas fisiológicas.
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