Sub 35: Pierpaolo Barbieri y la aplicación que sorprendió al mundo financiero
Pierpaolo Barbieri vio lo que tantos argentinos ven a diario. Una postal urbana repetida en miles de veredas. Una fila de gente esperando para entrar al banco. Caras ancianas, bastones temblando. Era mayo, llovía y el frío congeló la imagen en su mente. Él vio lo que tantos y pensó: "¿Por qué acá hacen colas interminables los que menos tienen? ¿Por qué no hay una tarjeta gratis en la Argentina con la que se pueda manejar todo desde el teléfono? Así nació Ualá, una aplicación móvil de finanzas personales parcialmente financiada por el fondo inversor de George Soros. En menos de cuatro meses, fue descargada más de 200 mil veces y se emitieron 65 mil tarjetas.
Barbieri atiende el teléfono y saluda en inglés. Está en el Banco Central. Se oyen pasos apurados y la conversación se suspende. A las tres horas, vuelve a saludar, esta vez, en castellano. Barbieri tiene 30 años. Habla y piensa rápido. Se maneja en inglés, francés, español y alemán. Es historiador económico y escribió para The New York Times, The Financial Times y The Wall Street Journal. "En Nueva York no se ven estas colas; los bancos por dentro son como el desierto del Sahara". Y pide que se analice el problema desde una perspectiva filosófica. "El banco como lugar físico es una institución del siglo XVIII, cuando la gente necesitaba un intermediario para verificar que el otro tenía fondos, cuando necesitabas guardar tu plata físicamente o para intermediar entre dos personas. Hoy no necesitás eso".
Imagina cosas imposibles, al menos para la gran mayoría. Quizá la primera fue estudiar en la Universidad de Harvard. Eran años difíciles para la familia de inmigrantes italianos instalada en Caballito. Corría 2004 y sus padres hacían malabares para que pudiera terminar sus estudios en la Escuela Argentina Modelo. "Soy de la generación que se vio forzada a crecer a partir de la crisis de 2001. Mis padres me enseñaron el amor por el trabajo y el valor del sacrificio. Cuando fue esa crisis, ellos se esforzaron mucho para que yo tuviera la formación que tuve. Sin mis padres, no sería nada". Aplicó para ingresar a Harvard y ganó la beca. Sin esa beca, nunca hubiera podido ir. Tenía 17 años. Armó valijas y partió hacia EE.UU. Era, nada menos, la posibilidad de estudiar lo que había soñado, de rozarse con premios Nobel y Pulitzer, de estar en el centro de todo. Puso el foco en Historia y Economía. Su mentor fue el historiador y autor escocés Niall Ferguson, que entre varios libros publicó una biografía de Henry Kissinger. Ferguson lo tomó bajo el ala. Barbieri escribía en el diario de la universidad y el célebre historiador le editaba los artículos. Hoy Ferguson es su socio en la consultora geopolítica y macroeconómica que tiene su base en Nueva York, Greenmantle, y también es parte de Ualá.
–¿Qué fue lo mejor de estudiar en Harvard?
–Son increíbles los recursos que te ofrece. Escribí mi tesis de grado sobre la Guerra Civil española. Cuando quise ir a investigar, Harvard me dio diez mil dólares para ir a Madrid a hurgar en los archivos del Estado español y los del Ministerio de Asuntos Exteriores, que es donde tienen los archivos de la guerra.
Luego de cuatro años de trabajo, publicó La sombra de Hitler, que ofrece una nueva y solvente teoría sobre la relación entre nazismo y franquismo. Basado en una investigación que lo llevó por distintos países de Europa, con su libro debut ganó el premio Thomas Hoopes que entrega Harvard anualmente. Luego, volvió a empacar y enfiló hacia la Universidad de Cambridge, Inglaterra, para obtener su título de posgrado. "La experiencia fue muy buena, pero extrañaba mucho la cultura americana y la de Harvard, donde no importa de dónde venís. En Harvard te tratan igual si sos hijo de Rockefeller o de un inmigrante. Lo que importa es tu capacidad y tus ganas de estudiar". A la hora de asomarse al mundo laboral, Barbieri eligió otra vez la puerta grande. Su primer trabajo fue en Bridgewater, el fondo de cobertura más potente del mundo. Durante dos años, su rol fue el de analista político y económico.
"Me saqué la lotería con Harvard. La oportunidad que tuve fue única y sentía la responsabilidad de volver a la Argentina con un proyecto que no sea solamente comercial, sino también social". Y voilà, como dice la expresión francesa, o Ualá, como bautizó a su idea que significa: ahí está. El día que lanzaron Ualá, Barbieri tuvo miedo. ¿Qué pasa si nadie se baja la aplicación? Ese día se tuvieron que quedar despiertos hasta las cuatro de la madrugada aprobando usuarios. Más de 1500 personas querían registrarse. Y eso, en ocho horas. ¿Cómo funciona? La aplicación se vincula con un plástico de Mastercard que se carga a través de canales de cobranza extrabancarios como Rapipago. Se puede cargar dinero a la tarjeta de manera física. No se cobran cargos de ningún tipo. Los usuarios necesitan bajar la aplicación y autenticar su identidad a través de una selfie. A partir de ahí, todo se maneja desde el celular: se puede transferir plata a un amigo o comprar algo y se ven las operaciones en vivo. "La gente del mercado financiero argentino se reía de nosotros. Me decían: ¿por qué vas a hacer una tarjeta gratuita si en la Argentina la gente paga? Así es como más del cincuenta por ciento del país nunca tuvo una tarjeta".
–Pero están los que no se rieron, como Soros…
–Mientras los locales se reían de nosotros, teníamos el apoyo de Soros, Amazon, Mastercard... Es una aventura emprender en la Argentina. Se trata de cambiar las cosas que no nos gustan para no quedarnos en la queja y seguir igual. Lo que más quería era que naciera acá. Y competirles a los mejores. Los argentinos usamos Netflix, WhatsApp, Facebook: todas soluciones creadas por otros para otros. Nosotros creamos la tecnología y las integraciones desde cero. El desafío era hacer todo el sistema informático para que pudiera hacerse en vivo.
- 1987. Nace el 17 de mayo en Buenos Aires (tiene 30 años)
- 2004. Lo admiten en la Universidad de Harvard
- 2017. Lanza Ualá al mercado argentino
Producción: Dolores Saavedra
Asistente de producción: Tomás Brugués
Agradecimiento a Manifesto por la silla Moon Dining de la tapa (www.manifestoweb.com)