Son venezolanas, crearon su marca para vender un popular postre y revelan la clave del éxito: “No hay que tener miedo”
Janet Acosta y su hija son las creadoras de Cinnalovers, un emprendimiento de rolls de canela; a tres años del nacimiento del proyecto y menos de un mes de la apertura de su local, cuentan a LA NACION la historia detrás
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Cuando seis años atrás Janet Rodríguez llegó desde Venezuela a la Argentina, en medio del impacto que le generaron las costumbres y tradiciones desconocidas del que sería su nuevo hogar, hubo una en particular que le llamó particularmente la atención: los argentinos no están familiarizados con los cinnamon rolls. Una vez superada la sorpresa que rozaba con la indignación de que sus ahora vecinos se perdieran tal manjar, se le prendió la lamparita: llegado el momento adecuado, la venta de este estilo de factura relleno de canela, manteca y azúcar y cubierta por una capa de glaseado cremoso podría convertirse en un gran negocio.
Con esa idea archivada en su mente, continuó con su trabajo como fisioterapeuta hasta que, en la pandemia del 2020, se encontró viviendo en un monoambiente con su marido y su mamá -recién llegada de Venezuela- y con los ingresos justos para cubrir el alquiler. El momento había llegado. Compró los insumos necesarios, puso a su mamá a cocinar y empezaron a vender rolls de canela entre sus amigos y conocidos. Así, de boca en boca y casi sin presencia en redes sociales, Cinnalovers comenzaba a dar sus primeros pasos.
Tres años más tarde, el 1 de abril del 2023, Janet y Janet Acosta -sí, ambas tienen el mismo nombre- abrieron por primera vez las puertas de su local ubicado en el popular barrio de Villa Crespo. En diálogo con LA NACIÓN relataron la historia de esta marca familiar, cuál es el secreto para sacar adelante un emprendimiento y qué es lo que convierte a sus cinnamon rolls en la última sensación de la gastronomía local.
Del nacimiento del gran sueño a la “ayuda de un ángel” que puso todo en marcha
En el 2020, el país entero quedó frenado. La pandemia por covid-19, un virus desconocido que arrasaba con miles de vidas a lo largo y ancho del mundo, llevó a la mayoría de los gobiernos a implementar medidas que, hasta el momento, muchas personas solo conocían a través de películas: una cuarentena, todos metidos en sus casas sin poder salir y decenas de cuidados especiales para evitar propagar los contagios.
En medio de este contexto que para muchos significó un duro golpe tanto a nivel económico como de salud física y mental, Janet y Janet se enfrentaron a la dura realidad de que, sin trabajar, no había forma de que pudieran seguir manteniéndose. Negada a dejarse a abatir por esta situación, Janet hija encontró en la adversidad la oportunidad de revivir aquel proyecto gastronómico que, tras intentar darle vida en el 2017, había dejado en pausa años atrás.
Ahora, las cosas eran distintas, y encerrada en un monoambiente con su mamá y su marido, con ingresos mínimos y un boom inesperado de servicios de delivery, consideró que era momento de ponerse a vender aquel postre que, quienes habían tenido el privilegio de probar, consideraban su especialidad. “Empezamos a ofrecerlos a nuestros amigos más cercanos y empezó a surgir”, detalló.
Pero en esta vida nada se logra trabajando solo y, apenas habían empezado con Cinnalovers, se les presentó la primera gran ayuda. Por esas vueltas de la vida, Janet hija descubrió que un paciente del centro de estética en donde trabajaba era fotógrafo profesional de gastronomía y que tenía una cuenta de Instagram dedicada a promover pequeños negocios. Una vez vencida la vergüenza, se puso en contacto para explicarle su situación y él, con mucha alegría, no solo le regaló una sesión de fotos para sus productos, sino que se dispuso a hacerle publicidad en su perfil.
La demanda aumentó, convocaron a más parientes para que hicieran de repartidores y, en tan solo cuatro meses y medio, las ganancias fueron suficientes para que la madre pudiera alquilar un departamento para irse a vivir e instalar la cocina y centro de operaciones de este proyecto familiar que crecía con ganas.
En medio del auge, Rodríguez tuvo que dar un paso al costado ya que, además de volver a su trabajo regular, quedó embarazada. Fue ahí cuando Acosta puso todo sobre sus hombros y, trabajando sola desde las ocho de la mañana hasta pasadas las 10 de la noche, sacó adelante Cinnalovers. Aunque eran todo un éxito, el sueño de abrir un local propio seguía siendo un horizonte lejano. Hasta que, una vez más, la vida misma les presentó la ayuda que necesitaban: una conocida buscaba invertir.
“Es un negocio que mantuvo a mi mamá durante más de dos años, tenemos los hornos, las herramientas y todos los implementos necesarios y la verdad que es un producto muy bueno, que acá en la Argentina no hay una tienda que se dedique a venderlo. Hay un solo local de competencia. Imaginate abrir un puesto de empanadas, hay millones de kioscos de empanadas, pero lo nuestro nadie lo hace”, planteó Janet hija. El sí de la nueva inversora fue casi inmediato.
Ya con el dinero, los clientes fieles que las seguirían a donde sea que vayan y el local de sus sueños señado, se pusieron a acondicionar el espacio para la inauguración que tuvo lugar en abril del 2023.
Una receta secreta y el ingrediente especial que atrae hasta al comensal más incrédulo
—¿Cuál es el secreto de un buen roll de canela?
“La clave es la paciencia”, dice Janet madre quien, hasta ahora, se mantuvo gran parte de la charla en silencio.
Contrario a la mayor parte de la entrevista, que fue llevada adelante por Janet hija, en este punto fue la madre quien tomó la posta. Es que ella, luego de horas y horas de trabajo y miles de rolls de canela amasados, es la experta en este territorio. Decidida, explica: “Para que quede perfecta, la masa tiene que tener un buen levado, un buen amasado y tiene que estar bien enrollada y bien cortada. Eso lleva tiempo y es pura paciencia, amor y cariño”.
Para llegar al producto final, la masa debe atravesar tres procesos de fermentación -que cada uno se extiende a lo largo de varias horas- y, para poder abrir a las 12 del mediodía, Janet madre arranca a trabajar a eso de las ocho de la mañana.
“Voy temprano, estiro las masas, voy metiendo en una fermentadora que tenemos de manera que estén listos los rolls calentitos apenas abrimos el local”, cuenta. Y admite: “Pero la gente empieza a llegar antes porque resulta que mágicamente el olor sale -no sé por donde- y todos llegan diciendo ‘es que me trajo el olor aquí huele muy rico, dame para probar’. Después vuelven para llevarse la docena”.
—¿Y de dónde sacaron la receta? Debe ser muy buena
“La receta la saqué de Internet hace 7 u 8 años y empezamos a modificarle cosas. Menos huevo, más azúcar, diferente harina. Hasta que una vez vino mi hermano, que estudió gastronomía, y nos dio muchos tips profesionales. Entonces esa receta de Internet se convirtió en una receta muy personal muy particular que, de hecho, no la compartimos ni con nuestros familiares”, contó Janet hija, con la sonrisa de quien sabe el poder que tiene en sus manos. Y es que, en tan solo un día, han llegado a vender 48 rolls grandes y más de 200 de las versiones minis.
Confianza, ¿la verdadera clave del éxito?
Janet y Janet detectaron que los argentinos tienden a desayunar cosas dulces y que son fanáticos de las facturas, pero que casi nadie conocía los cinnamon rolls. Con una receta especial, pasión por la comida y una afilada mirada para los negocios, empezaron a vender versiones grandes para los golosos y degustaciones minis para aquellos que todavía no se animaban a probar uno entero.
“El argentino está acostumbrado a la medialuna, que agarraste y te la metiste a la boca y ya está, es algo cómodo de comer. Entonces nosotros tuvimos que hacer esa versión mini porque también por ahí el argentino dice ‘ay un cafecito o un rolcito’ y tiene completo el desayuno”, detallaron.
Asimismo, supieron aprovechar las oportunidades que les tocaron a la puerta y, a partir de ahí, Cinnalovers no hizo más que progresar. Sin embargo, antes de abrir el local, todavía había personas que intentaban prevenirlas. Que el dólar, que las elecciones, que la inestabilidad económica. Siempre había un pero que intentaba frenarlas. No obstante, ellas eligieron confiar.
Ante la pregunta de “¿cuál es la clave del éxito en un país que atraviesa una crisis económica hace varios años?”, ambas se tomaron un tiempo para pensar y, finalmente, dijeron:
Janet mamá: “No hay que tener miedo. Nosotras confiamos en nuestro producto, nos arriesgamos y tenemos constancia”.
Janet hija: “Yo siempre dije ‘el que no arriesga no gana’. Hay que ser perseverante y todos los días trabajar más y más y más para poder lograr lo que uno quiere. Porque hoy en día en la Argentina la economía está mal. Ok perfecto, pero en todos lados si uno no trabaja, no va a lograr lo que quiere”.
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