San Borondón: la misteriosa isla errante que aparece y desaparece sin explicación
Un pedazo de tierra que forma parte de las Islas Canarias, el archipiélago español ubicado en el Océano Atlántico frente a las costas de África, desconcierta desde hace siglos a investigadores de todo el mundo. La isla de San Borodón constituye un enigma que todavía no pudo ser resuelto y que mantiene en vilo a la comunidad de investigadores porque aparece sin previo aviso y desaparece sin dejar ningún rastro.
La Isla de San Borodón fue descubierta en el año 516 por el monje evangelizador irlandés San Brandán, de quien toma su nombre. La historia del hallazgo está relatada en Navigatio Sancti Brandani, una libro escrito entre los siglos X y XI, dónde se cuenta la historia de catorce religiosos que se embarcaron en búsqueda del paraíso terrenal.
Según el texto, después de un largo viaje, San Brandán y los monjes recalaron en una isla desprovista de vegetación. Allí, el santo irlandés y sus compañeros celebraron una misa pero al encender el fuego para cocinar un cordero, sintieron un fuerte movimiento. Temerosos de que fuera un terremoto, se embarcaron de nuevo y se alejaron del lugar. Entonces vieron con gran espanto que la isla se movía, se hundía y volvía a salir a la superficie, hasta que comprobaron que se trataba de una enorme ballena sobre cuyas espaldas habían desembarcado. Así nació la leyenda de la isla errante que se deja ver en ciertas ocasiones sobre las aguas del océano Atlántico cerca de las Islas Canarias.
A lo largo de la historia, muchos testigos aseguraron la existencia de esta porción de tierra y abundan las representaciones cartográficas en las que aparece. Pero aún así, alcanzó la categoría de mito y continúa siendo todo un misterio hasta el día de hoy porque surge de la nada y se oculta como por arte de magia.
Por su antojo de aparecer y desaparecer entre la densa niebla o las capas de nubes, San Borondón fue bautizada como “La Inaccesible”, “La Encubierta”, “La Perdida”, “La Encantada” y “La Non Trubada”. Según una decena de planos que recogieron su posición, la ubican a unos 220 kilómetros de La Palma en dirección sudoeste, y a 550 de El Hierro rumbo noroeste. Y los últimos cálculos registrados, aseguran que mide unos 480 kilómetros de largo por 155 de ancho, con dos grandes montañas a ambos lados.
Aunque los escépticos siempre afirmaron que San Borondón era, en realidad, una extraña ilusión óptica resultante de la acumulación de nubes y hasta la causa de un espejismo, distintos navegantes se lanzaron con sus barcos al mar en su búsqueda. Existen ocho expediciones navales documentadas desde finales del siglo XV hasta entrado el siglo XVIII, que surcaron el océano para comprobar si existía aquella porción de masa terrestre de la que tanto hablaban las cartas marítimas antiguas. Tanto es así, que algunas de ellas declararon que se toparon con la isla.
Un hecho singular es que San Borondón figura en algunos documentos antiguos como por ejemplo el Tratado de Alcazobas, el acuerdo entre España y Portugal en el que se repartían el Atlántico y en el que se le reconoció a Castilla la soberanía sobre las Canarias. En el convenio entre ambos países, se consignó que la isla formaba parte del archipiélago canario.
Cristóbal Colón también ayudó incrementar el mito de San Borondón porque, el 25 de septiembre de 1492, detalló que su tripulación observó una isla en unas coordenadas determinadas cerca de las Canarias. Colón, que conocía muy bien el sitio, estuvo pendiente de concretar con exactitud su ubicación. “Puesto el sol, subió Martín Alonso en la popa de su navío, y con mucha alegría llamó al almirante para darle la noticia de que veía tierra. Y todos afirmaron que era tierra. Y al almirante le pareció que habría hasta ella unas veinticinco leguas”, señaló el navegante italiano en su cuaderno de viaje.
En marzo de 1520, durante la expedición de la primera circunnavegación de la Tierra, Fernando de Magallanes nombró a la bahía de Samborombón en la provincia de Buenos Aires, por la creencia de que había sido formada por el desprendimiento de la isla de San Borondón del continente americano.
Los avistamientos en el siglo XX
El 10 de agosto de 1958, el diario ABC publicó una nota que asombró a todo el mundo. “La isla errante de San Borondón ha sido fotografiada por primera vez”, decía el titular. Era increíble pero real. La imagen la tomó Manuel Rodríguez Quintero al atardecer de aquel día de verano desde la isla de La Palma. El archivo del medio español aún conserva la fotografía original, de 17 centímetros de ancho por 11 de alto, en un sobre de papel marrón. De esta manera, está asegurada la veracidad de la imagen ya que no pudo ser manipulada digitalmente.
En el texto de la nota, Luis Diego Cuscoy, uno de los investigadores más importantes en el campo de la arqueología canaria, contó que “hace unos días, a los cinco años de su última aparición, la isla surgió a sotavento de La Palma, como antes, como siempre”. Y agregó: “El afortunado fotógrafo, verdadero testigo de esta excepción, dejó fiel constancia del hecho. Uno más que demuestra la realidad de esta tierra fluctuante”.
Rodríguez Quintero, consciente de que nadie había dado pruebas reales de la existencia de San Borondón y que muchos habían emprendido su búsqueda a lo largo de los siglos, llamó a los gritos a unos niños que se estaban bañando en una represa cercana y los hizo mirar hacia el lugar donde él apreciaba la silueta de la isla con claridad. Los chicos se convirtieron, junto con el fotógrafo, en testigos de aquella espectacular visión de la antigua leyenda hecha realidad.
Y para corroborar su testimonio, Rodríguez Quintero también fotografió a los niños después de tomar dos imágenes de la isla. “Esas instantáneas las conserva hoy su familia, los también fotógrafos Lonque y Ángeles Rodríguez Castro”, subrayó la publicación.
Uno de los registros más impresionantes de su existencia es el video, subido a YouTube en 2008, cuyos autor aseguró que se trata del “primero y único realizado a la isla de San Borondón en estos casi 2000 años de leyenda”. Además, explicó que la cámara captó la imagen nítida del mítico pedazo de tierra a las 20 horas del 18 de octubre de 2003“ de forma casual cuando grababa un evento folclórico en la isla de Gran Canaria”.
Cartografía en la que aparece representada
El primero en registrar la existencia de San Borondón y situar su ubicación sobre un mapa fue Richard de Haldingham en el planisferio de Hereford a finales del siglo XIII. En la misma época, el alemán Ebstorf la colocó en un mapamundi con la inscripción: “Isla Perdida. San Brandán la descubrió pero nadie la ha encontrado desde entonces”.
En 1457, el monje italiano Fra Mauro dibujó la isla en un planisferio circular sobre un pergamino de dos metros de diámetro. Esta obra está considerada como “el mejor memorial de la cartografía medieval”, según el renombrado geógrafo italiano Roberto Almagià.
Durante el siglo XVI, el fraile e historiador Juan de Abreu Galindo, situó la isla a 10° 10′ de longitud y 29° 30′ de latitud, y el ingeniero Leonardo Torriani aseguró que había recorrido el islote alargado y salpicado de colinas.
Antes, en 1476, Toscanelli la había dibujado en su mapa a poca distancia de la isla de El Hierro en las Canarias. En 1707, el cartógrafo francés Guillermo Delisle, la ubicó en el mismo lugar.
Desde el primer registro cartográfico hasta los avistamientos de la actualidad, varios testigos han asegurado la veracidad de la existencia de San Borondón. Y aunque existen algunas imágenes que demuestran la ubicación de esta porción de tierra, la isla continúa siendo todo un misterio para los fanáticos, estudiosos y científicos. Porque dicen que, como por arte de magia, aparece sin avisar y desaparece sin dejar rastro alguno.
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