Construida a fines del siglo XIX, la casona sigue conservando el estilo de las típicas casas chorizo que habitaron los inmigrantes italianos y españoles. En la década del 70 fue declarada Lugar Significativo por la Municipalidad de San Antonio de Areco y en 1976 fue heredada por la familia de los actuales propietarios. De casa particular, en 2008, fue transformada por Ricardo Michel e Isabel Castaño en posada. Los turistas extranjeros y los locales siguen apreciando esta maravillosa casa que respeta el estilo de la ciudad, con sus calles adoquinadas y fuertes tradiciones.
"El jardín era un baldío con un par de árboles grandes, como el enorme Quercus rubra que es el gran protagonista del jardín de sombra", cuenta Isabel, jardinera y miembro de un Grupo Jardín de Areco. Magdalena Zerboni y Florencia Lagos fueron las paisajistas que proyectaron el lugar y que, junto con Isabel, lograron un jardín que parece haber estado siempre ahí. El trabajo fue ir "editando" lo que había y dejando los ejemplares más significativos: algunos arbustos, unos jacarandás y la posibilidad de tomar prestado el paisaje de los árboles de la plaza, las magníficas tipas, para incorporarlas a las vistas desde el interior de la casona.
El patio central contaba con una alfombra de césped, que se sacó para convertirlo en un patio seco de ladrillos que fueron tomando el encanto del tiempo. "El patio es importantísimo, es el corazón de la posada. Sentarse en el patio con el sol saliendo por el Este y que de a poco empieza a calentar la galería con sus típicos pisos de calcáreos antiguos y cenefas, o aprovechar la sombra, por la tarde, sintiendo el canto de los pájaros, son los pequeños deleites que hay que darse al hospedarse aquí".
Los muros están hoy cubiertos de ampelopsis, mientras que en los resquicios entre los ladrillos y la base de los canteros vincas y hiedras reptan como cubresuelos. Alpinias, helechos y hemerocalis parecen haber sido testigos de la historia, poblando los rincones. No faltan las macetas antiguas, bancos de mampostería y una fuente, que terminan de dar ese aire de hogar detenido en el tiempo que pueden disfrutar los huéspedes de la posada.
El jardín permanece ajeno a las modas e incluso a las estaciones. El jacarandá que crece custodiando el patio es quizás el único que marca la primavera. "Verlo en noviembre es un espectáculo, tapiza el patio con sus flores lilas y, de a poco van apareciendo también los agapantos en el mismo tono".
Al jardín de césped trasero se accede por un cambio de nivel. Dominan las texturas y los diferentes verdes, con lugares de sombra para sentarse a disfrutar el fresco en los días cálidos. Las antiguas paredes dejan crecer pequeños helechos en minúsculos espacios, y las enredaderas ayudan a mimetizar la arquitectura con el jardín, que se vuelve más frondoso.
Un clima de historia y tradiciones se instala afuera y adentro de la casona. Sus doce cuartos están decorados con muebles de época y detalles que abrigan el pasado. Las nuevas construcciones que se anexaron se hicieron tratando de imitar la impronta original, con puertas, aberturas y rejas antiguas.
En el jardín del fondo también se construyeron habitaciones, con un plano original que luego fue modificado para salvar un paraíso, que terminó muriendo, pero que hoy perdura como testigo de la época.
- www.posadadelaplaza.com.ar
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