Sacachispas: la historia de los botines que causaron furor en las décadas de 1970 y 1980
Existen objetos que transportan a la infancia y generan gratos recuerdos. Una radio Spica forrada en cuero marrón que sintoniza un partido de fútbol, una camiseta de piqué algo gastada del equipo favorito, la revista El Gráfico de los lunes con la foto del héroe del fin de semana, un póster del ídolo del club pegado con cinta adhesiva en la pared de la habitación y un par de Sacachispas en los pies para imitar a los jugadores de primera división mientras una pelota Pulpo rueda por la vereda del barrio.
Antes, los partidos de fútbol más importantes se jugaban en los potreros y los baldíos. Allí, muchos niños soñaban con jugar en la primera del club de sus amores y tenían algo que los acercaba a esa fantasía: los botines Sacachispas.
Lanzados al mercado en 1963 por la empresa Alpargatas, los Sacachispas eran el complemento ideal para la indumentaria de todo aspirante a futbolista profesional. Estaban hechos de lona negra con una franja blanca de cuero que los cruzaba. En la zona del tobillo, tenían un círculo de goma blanco con el logotipo de la marca que servía para amortiguar las patadas.
Pero el detalle que los distinguía de cualquier otro calzado eran los tapones fundidos a la suela, que no estaban colocados de forma seriada como en los botines profesionales, sino que estaban dispuestos como tacos alternados, largos y cortos. La premisa era que, de esa forma, convertían a quien los usaba en un jugador más veloz porque se aferraban mejor al pasto o al barro.
El nombre Sacachispas se lo debían al club homónimo de Villa Soldati, fundado en 1948 por el periodista deportivo Ricardo Lorenzo Borocotó, y que en la actualidad se desempeña en el ascenso del fútbol argentino.
Los Sacachispas se popularizaron en las décadas de 1970 y 1980, cuando se convirtieron en los primeros botines de una gran cantidad de niños, y quedaron inmortalizados en el tiempo gracias a la nostalgia popular. Aquellos que tienen buena memoria, recuerdan la publicidad radial que decía: "Un gol de media cancha con botines Sacachispas. Sacachispas con tapones y todos serán cracks".
En los años 60, se vendían dentro de una caja color verde manzana, que fue reemplazada, a partir de los 70, por otra de color naranja con una estrella y una pelota en el centro.
En 1968, los botines participaron de un hecho curioso cuando el plantel de Estudiantes de La Plata, dirigido por Osvaldo Zubeldía y encabezado por Carlos Salvador Bilardo y Raúl Madero, se entrenó con los Sacachispas justo antes del partido contra Manchester United por la Copa Intercontinental. El encuentro, jugado en el mítico estadio Old Trafford, terminó empatado 1-1 y significó para El Pincha su único título mundial.
La popularidad de los Sacachispas atrajo a la competencia nacional. A principios de los 70, se empezaron a fabricar en el país los Fulvencito, que estéticamente eran más modernos porque imitaban el calzado de los jugadores profesionales, en especial los botines Adidas que eran importados.
Los Fulvencito carecían de la protección en el tobillo de los Sacachispas y tenían tres tiras decorativas o chevrones invertidos, que en realidad poseían la única función de impedir que se hicieran tajos en la tela por pegarle a la pelota de costado. Además, estaban hechos de cuerina negra o marrón que les daba otra apariencia más actual, profesional y seria, y los hacía menos infantiles. También tenían una lengüeta acolchada que los hacía más cómodos de usar.
Otra marca que emulaba al calzado de los profesionales eran los botines Interminable, que también se fabricaban en Argentina. Su publicidad más recordada la hizo el Ratón Ayala en 1975. El entonces jugador de Atlético de Madrid, para jerarquizarlos como producto nacional, aseguraba: "En Europa no se consiguen".
Con la llegada de la importación, en 1977, y con el entusiasmo que despertó el Mundial de 1978 en el público, los botines profesionales se volvieron mucho más accesibles a los bolsillos. Así comenzó una demanda por artículos originales de marcas importadas auspiciadas por el dólar a bajo costo.
La rivalidad con otras marcas y la introducción de empresas extranjeras hicieron que, en los años 80, la producción de los botines Sacachispas disminuyera de forma considerable. Hacia finales de la década, y sin una fecha precisa, Alpargatas dejó de fabricarlos. Así, los botines Sacachispas se convirtieron en un grato recuerdo del ayer.
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