Raúl Lozza, maestro de la humildad
"Soy artista", dice el hombre mientras pinta y empapela junto a su hijo las paredes de la estancia La Biznaga, a comienzos de la década de 1960. Lo escucha con interés Carlos Pedro Blaquier, uno de los empresarios más ricos de la Argentina, que está construyendo una de las colecciones privadas de arte más importantes del país.
La curiosidad lleva al dueño del gigante azucarero Ledesma a enviar a un asesor hasta la casa de La Paternal donde tiene su taller Raúl Lozza, pintor de origen humilde, llegado a Buenos Aires a los 19 años desde Alberti. Más tarde irá a visitarlo Blaquier en persona, se harán amigos y le comprará una treintena de obras.
"Son las mejores de su carrera", asegura hoy el galerista Daniel Maman, que recuerda esta anécdota después de haber pedido el año pasado tres millones de dólares en las ferias arteBA y Pinta por los treinta paneles de óleo sobre madera que conforman la Teoría Estructural del Color. Según él, varios museos se mostraron interesados en esta pieza histórica realizada por el creador del Perceptismo, integrante de una de las primeras tendencias de la vanguardia abstracta argentina.
La obsesión por el vínculo entre arte y ciencia, y por romper con los valores de la pintura representativa, llevó a Lozza a distanciarse de sus colegas de la Asociación Arte Concreto-Invención para desarrollar desde 1947 sus propias teorías centradas en la percepción.
Afiliado al Partido Comunista, destacado por su coherencia y perseverancia, murió hace una década en esa modesta casa de La Paternal donde solía discutir sus ideas con Lucio Fontana, Jorge Romero Brest o Emilio Pettoruti.
A lo largo de una carrera de más de sesenta años, reconocida con premios como el Konex de Platino y el de honor de la Fundación Fortabat, participó en casi doscientas muestras y dio decenas de conferencias, además de publicar varios libros.
La importancia de su legado fue confirmada en 2017, al integrar en el Museo Getty una de las muestras de Pacific Standard Time LA/LA. Allí se exhibieron piezas de la Colección Patricia Phelps de Cisneros donadas después al Museo de Arte Moderno de Nueva York.
También el Malba y la Colección Amalita incluyen trabajos suyos en las nuevas puestas inauguradas meses atrás. Y para este año o el próximo está prevista una retrospectiva itinerante impulsada por Maman que podría llegar a Europa, con un centenar de obras que incluyen préstamos del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, el Museo Nacional de Bellas Artes y el Sívori.
"Soy artista", dice aquel hombre mientras empapela paredes. Algún día, el mundo lo escuchará.