Qué es el “método kintsugi”, el hábito para mejorar la relación con tu pareja
Se trata de una técnica japonesa, en la que lo roto se transforma en algo hermoso; la historia detrás y su bajada a la vida real
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El amor no es un cuento de hadas en todo momento. Las parejas pueden tener tiempos buenos y malos. Sin embargo, existen algunas prácticas para mejorar el vínculo cuando la situación no es la mejor. Con este hábito japonés, las parejas logran subsistir felices mucho más tiempo.
El truco consiste en no aferrarse de las discusiones, sino más bien ser más flexible con el otro. Esto diferencia a las parejas que viven un vínculo amoroso más afectivo y sano de aquellas que no logran superar el dolor ni las peleas sin sentido.
El método en cuestión es el kintsugi, una técnica milenaria en la que los dos enamorados deben seguir una rutina muy sencilla para alcanzar la felicidad conjunta. Es ideal para eliminar dolores emocionales y peleas que no tienen mucho sentido, pero que, en una relación, pueden ser muy usuales. ¿De qué se trata?
El método kintsugi: un hábito para mejorar vínculos amorosos
Hace más de 400 años, surge en Japón una técnica para recomponer artículos de cerámica que se habían roto, uniendo las piezas con oro. Esta metodología, el kintsugi, va más allá del mero arreglo de artilugios: está enfocado en un modo de vivir, aceptar los defectos, las imperfecciones y lo bonito en lo resignificado.
Esta profunda metáfora permite comprender mucho de la vida de las personas y aporta una idea más: los defectos pueden ser afinidades que unan más a los seres queridos. El kintsugi celebra los cambios y los defectos, ya que donde hay grietas ve oportunidades para forjar con un material mucho más valioso que el anterior. Esta idea se vincula a la de la resiliencia, la aceptación y la potencia del aceptar los errores.
El kintsugi se remonta al shogun Ashikaga Yoshimasa, gobernante japonés de hace 400 años, que sufrió un accidente con una vasija que le encantaba. Rota en el suelo, juntó las piezas y las envió a China para que la volvieran a unir: el resultado fue un cuenco totalmente distinto, ya que unieron los pedazos con grapas metálicas y el político quedó horrorizado con el resultado.
Entonces, el shogun recibió el consejo de un artesano local que le prometió una reparación mucho más bella. El hombre volvió a ordenar las piezas rotas, quitó el arreglo chino, ordenó las piezas y las unió con una mezcla de laca y oro que resultó en una maravilla visual.
Esta metodología no busca esconder las roturas, la vida pasada de los elementos, sino que busca hacer brillar dichas grietas con el material precioso. De alguna forma, es el amor al paso del tiempo. Lo roto vuelve a convertirse en un objeto iluminado.
Esta lógica se puede llevar a las relaciones, donde la reparación dorada puede ser una estrategia de acercamiento mucho más intenso a la otra persona en un mal momento: se puede aprender de las discusiones, los problemas y las imperfecciones para buscar una reconexión aún más profunda. La relación perfecta no existe, pero sí puede haber un vínculo con buenas intenciones que incluyan acercar las piezas cuando estas se alejan.
La mejor forma de llevar el kintsugi a la vida en pareja
Muchas veces, las discusiones se profundizan debido a que ninguna de las dos partes quiere ceder. Sin embargo, esta puede ser una oportunidad perdida. El kintsugi muestra que los acercamientos se imitan y que el sentimiento de buena voluntad se contagia para generar un “pegamento” aún más fuerte.
El oro es el elemento central para hacer hermoso lo roto, y en las relaciones se traduce como voluntad de entendimiento. Esto debe ser un acuerdo mutuo que ambas personas quieran transitar: el desafío de crear algo hermoso después de la tragedia.
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